Xavi Caballol 'entierra' a Ferrariman: "Queremos devolverle a la vida el favor de salvarnos del accidente"
- El empresario de origen andorrano y su pareja Alba Serch atienden a este medio en su casa de la Costa Brava tras el siniestro de avioneta que les ha provocado múltiples fracturas
- Más información: Así fue el accidente de avioneta de Xavi Caballol, en vídeo: "Lo compartimos a pesar de ser traumático"
Xavi Caballol y Alba Serch recurren al chascarrillo para sobrellevar el dolor. "Llevamos una ferretería dentro" dicen, antes de hacer "inventario" de las múltiples fracturas que tienen tras el accidente de avioneta que sufrieron el pasado 19 de octubre. Fecha en la que murieron sus personajes, Ferrariman y Ferrarigirl, y que ni el empresario andorrano y ni su pareja olvidarán jamás.
Ambos han abierto las puertas de su residencia en la Costa Brava a este diario. Envidiable región de Cataluña a la que se mudaron poco antes del siniestro de aviación y que, por cosas del destino, ya estaba adaptada al uso de sillas de ruedas y taca tacas. Dos inseparables para ellos desde que salieron del Hospital Josep Trueta un mes atrás.
Las lesiones tras el accidente
"Nos lo tomamos con humor, pero hemos necesitado mucho trabajo para llegar a hacerlo", reconoce Alba, cuya lesión en la clavícula le ha dejado un hueso sobresalido que les irá "perfecto para volver con la compra del Mercadona", siguen entre risas. El dolor que sufren es "inhumano", reconoce Xavi a colación.
El impacto directo del aparato contra el suelo desde 150 pies de altura les "desintegró" la estructura del talón a ambos. Entre uno y otro, también se han roto todas las vértebras, además de tibias, peronés, fémures, clavículas y una fractura en el cráneo que le ha hecho perder parte de la movilidad facial al empresario; "No necesitaré botox".
Así vivieron el siniestro
Lo que era "un día chulo sin grandes cosas" tras volar en avioneta para comer en el restaurante Momma Cerdanya se convirtió en un infierno.
Ella recuerda poco, puesto que se quedó inconsciente. A él, le persiguen los gritos de Alba y el sonido de las motosierras que trataban de excarcelarlos, mientras la sangre le cegaba los ojos.
Ella pensaba "no sé como se lo hará, pero Xavi me sacará de aquí". Él se repetía para sí mismo "nos hemos matado" y "si no hemos muerto, por favor, que sea rápido".
A ello le siguió un mes en el hospital y el tormento de pensar que Alba--más grave que él-- no sobreviviera. De hecho, una infección en la sangre le hizo volver a la UCI tras subir a planta; es entonces cuando la joven se vio "entre la vida y la muerte" y él trataba de enviarle "toda la energía positiva".
"Devolverle el favor a la vida"
De aquel accidente --del que han colgado un vídeo que muestra lo sorpresivo de la caída-- han salido dos personas renovadas, con una "escala de valores" diferente.
"Siempre hemos sido muy egoístas y nos hemos centrado en nosotros, viviendo ajenos a los demás, pero esta experiencia nos ha hecho empatizar más con la gente, se nos ha despertado el sentimiento de ayudar a los demás", relata Xavi.
Y agrega: "Antes pasaba de la gente y, ahora, el día que salga a la calle, si veo a alguien que necesita ayuda, se la voy a dar". Otro ejemplo: "Antes, cuando me pedían un cigarro, no invitaba a nadie. Hay gente que se aprovecha, pero puede haber alguien al que ese cigarro le salve de un mal momento".
Caballol se apoya en la "amistad" que forjó con otro paciente del Trueta, que estaba "hecho una mierda" por dos cánceres. A él le pidió tabaco y aquel piti le supo a gloria; después de cuatro años sin fumar, volvió a hacerlo durante su ingreso hospitalario.
"Me apetece devolver el favor que nos ha hecho la vida de salvarnos. No hace falta grandes cosas para ayudar a alguien. Dedicarle una sonrisa a alguien que te cruzas por la calle ya puede alegrarle el día".
Y para "ayudar a los demás" con su experiencia, Caballol está escribiendo un libro; también ha decidido, cuando vuelva a sus andadas como empresario, "montar algo no para ganar dinero, sino para ayudar".
La 'muerte' de Ferrariman
"Está muerto", responde Caballol al ser preguntado por su alter ego. Asegura no sentirse "cómodo con el personaje que había creado" y que actuaba "desde el cachondeo y el humor". Y ahora ve que "hay gente que igual no tiene trabajo, que vive amargada y que se siente ofendida al ver mis vídeos derrapando con el Ferrari y haciendo tonterías".
Lejos de este tipo de contenido de una vida a todo tren, hoy el andorrano habla de "utilizar las redes sociales para hacer el bien". Y ha revertido los "insultos" que recibía en los comentarios con agradecimientos y "mensajes positivos". A aquellos que les han deseado incluso la muerte, les recomienda "limpiar su alma", aunque reconoce que antes no hubiese reaccionado igual y "les hubiese hecho rabiar".
Y aprovecha la entrevista para aclarar que no es ciclista, aunque haya comprado un par de bicicletas de montaña de una empresa andorrana para cuando estén listos para usarlas. Porque "montarte en una bici no te convierte en ciclista", dice, en alusión a los conflictos que tuvo previamente con el sector.