El presidente de Caixabank, José Ignacio Goirigolzarri (i), junto al consejero delegado de la entidad, Gonzalo Gortázar (d) / CAIXABANK

El presidente de Caixabank, José Ignacio Goirigolzarri (i), junto al consejero delegado de la entidad, Gonzalo Gortázar (d) / CAIXABANK

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El Ibex se resiste al modelo de gobernanza anglosajón que adoptará Caixabank

  • Más de la mitad de las compañías que componen el índice de las principales cotizadas en España cuentan con un esquema de reparto de poderes entre el presidente y el consejero delegado
  • Más información: Tomás Muniesa presidirá Caixabank
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Los nombres propios acapararon el relevo en la presidencia de Caixabank, que la entidad financiera anunció esta semana. Pero más allá de José Ignacio Goirigolzarri y de Tomás Muniesa, la renuncia del primero ha dado paso a un cambio en el modelo de gobernanza. El cargo dejará de tener carácter de ejecutivo y el poder se concentra en la figura del consejero delegado. Un esquema habitual en el mundo anglosajón y que cada vez está más extendido entre las grandes corporaciones europeas, aunque en el caso de España sigue encontrando notables reticencias.

La prueba es que, incluso con la suma de Caixabank al conjunto de miembros del Ibex 35 que han optado por este modelo, su número sigue siendo minoritario. En concreto, un 40% de las empresas que componen el índice cuentan con este modelo de gobernanza. 

En el caso de Caixabank, varias informaciones han apuntado a relacionar la modificación con la preferencia del Banco Central Europeo (BCE) por este esquema de gobierno corporativo para las entidades que están bajo su regulación. 

Sin embargo, Gonzalo Gortázar, consejero delegado de la entidad, prefirió no entrar en este tipo de valoraciones y se limitó a señalar que la marcha de Goirigolzarri, que será efectiva a partir del próximo 1 de enero, es por completo voluntaria. Es decir, no se debe a una hipotética presión para modificar una estructura de gobernanza que, por otra parte, podría haberse llevado a cabo sin necesidad de realizar una sustitución.

La presidenta de Santander, Ana Botín, junto al consejero delegado, Héctor Grisi / EP

La presidenta de Santander, Ana Botín, junto al consejero delegado, Héctor Grisi / EP

 

Y, además, Santander y BBVA mantienen a día de hoy un modelo de presidencia ejecutiva, sin visos de que vayan a modificarlo, al menos a corto plazo. 

En los últimos años, las compañías han implementado mejoras en su gobierno corporativo para adecuarse a las recomendaciones de los códigos. Pero también, por la presión de los grandes fondos, para los que esta cuestión tiene cada vez más peso a la hora de adoptar decisiones de inversión.

Resistencia

Aun así, la gran empresa española sigue resistiéndose al modelo que contempla una presidencia no ejecutiva, con carácter institucional y de representación, y un cargo de consejero delegado en el que se concentran las principales decisiones estratégicas

Las citadas recomendaciones y presiones han derivado en algunos casos en la incorporción de la figura del consejero delegado, hasta ese momento inexistente o en desuso, pero sin que la presidencia perdiera el carácter de ejecutivo.

Falta de tradición

Un escenario que se ha reproducido en ACS y, más tarde, en Iberdrola. Cerca de dar el paso estuvo Naturgy, que estuvo cerca de designar al ejecutivo de Citi Igncio Gutiérrez-Orrantia como consejero delegado. Sin embargo, su renuncia dejó las cosas como estaban sin que haya trascendido un nuevo intento por modificar el modelo de gobernanza actual.

"En España no hay tradición de contar con la figura del 'chairman', al estilo de las grandes corporaciones norteamericanas. Y además, la imagen que se tiene de él está en ocasiones distorsionada. Pese a no contar con poderes ejecutivos, su figura tiene más peso de lo que parece. Y pocas medidas estratégicas se toman en la empresa sin su participación, al menos a título consultivo", apunta un experto en gobierno corporativo. 

Imagen conjunta de Juan José Brugera y Pere Viñolas

Imagen conjunta de Juan José Brugera y Pere Viñolas Europa Press

Casos asimilables con esta descripción son los de Enagás e Inmobiliaria Colonial. En el caso de la primera, Antonio Llardén se mantuvo en la presidencia tras la llegada de Arturo Gonzalo como consejero delegado, poco después de iniciarse la primera legislatura de Pedro Sánchez. La compañía aprovechó esta modificación para que su CEO tuviera todos los poderes; pero no ha dejado de contar con Llardén para aprovechar su estatus dentro del sector, donde es considerado como una de las figuras más respetables. 

Respecto a Colonial, Juan José Brugera dejó los poderes ejecutivos por la limitación de edad que contemplan los estatutos de la socimi; sin embargo, se ha mantenido en la presidencia para dar continuidad al exitoso tándem que forma con el consejero delegado, Pere Viñolas.

Con sus particularidades, los casos de Antonio Brufau en Repsol y de Josep Oliu en Banco Sabadell han sido de un corte similar. 

No obstante, si se trata de buscar un referente, pocos más apropiados que el de la mayor empresa cotizada española y una de las seis mayores de la zona euro. A comienzos de 2022, Inditex optó por este cambio de modelo para poner fin a la etapa de Pablo Isla con poderes ejecutivos en el grupo textil, que se había extendido durante 17 años.

Disparada a sus máximos

Las numerosas dudas que despertó esta apuesta no tardaron en volver a su letargo. El equipo formado por Marta Ortega, como presidenta, y Óscar García Maceiras, como primer ejecutivo, ha llevado a la compañía a sus máximos históricos, tanto en resultados como en la cotización. 

El tiempo dirá si estos casos sirven como paradigma de inspiración para adoptar un modelo que está llamado a terminar por imponerse, con mayor o menor resistencia.