Como era de esperar, Banco Sabadell y BBVA han aprovechado sus respectivas presentaciones de resultados, que han arrojado además cifras récord, para desplegar sus estrategias con vistas a defender sus intereses en la OPA. A diferencia del potencial comprado, BBVA parece haber pasado ya a la fase de la fusión, pese a que el proceso de la oferta aun no está superado, y comienza a poner presión sobre las instituciones que tendrán en su mano la decisión final.

Éstas no son otras que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) y el Gobierno, que ahora centran el objetivo de la entidad con sede en Bilbao. Hacia ellos han ido dirigidos los mensajes del banco, que ha optado por dotar a la operación de un carácter poco menos que estratégico para la economía española y el tejido empresarial, especialmente las pymes



"Esta operación es una apuesta por las pymes españolas", se cansó de reiterar el consejero delegado de BBVA, Onur Genç, tanto en español como en inglés, durante la presentación ante los medios de las cuentas semestrales de la entidad. Hasta ahora, desde que trasladó al consejo de Banco Sabadell la propuesta amistosa de fusión, a finales de abril, con la que arrancó el proceso, el banco presidido por Carlos Torres no había descrito la operación en estos términos.

El mensaje ocupó el primer plano en el que antes habían estado elementos como las sinergias de costes, la necesidad de optimizar la ingente inversión anual en tecnología, la siempre recurrida creación de valor y el embarcarse en el "proyecto de banca más atractivo de Europa".

El ministro Carlos Cuerpo, en el Círculo de Economía Simón Sánchez

Más basada en una realidad tangible, con cara y ojos, la proclama va dirigida a un Gobierno que deberá intervenir en la última fase del proceso y que, hasta ahora, ha mostrado una firme oposición a la maniobra, precisamente por considerar que supone una reducción de la oferta de servicios financieros, para los usuarios en general, y para una parte tan importante del tejido empresarial como son las pymes.

De esta forma, BBVA ha comenzado ya a "vender" la operación como algo que va más allá del interés particular de los gestores de un banco o, en último término, de sus accionistas, y que redunda nada menos que en el interés general.

Soluciones

En este concepto también se incluyen realidades como la dificultad de los más mayores para acceder a unos servicios cada vez más dinamizados por la tecnología e, incluso, la exclusión financiera con la que se ven amenazados aquellos núcleos que sufren del fenómeno de la despoblación

"Esta operación aporta soluciones para muchas cosas, llámese las personas mayores, llámese la España vaciada", manifestó el ejecutivo al hablar de las bondades de una eventual fusión.

"España necesita crecer, las pymes necesitan crecer. Esta no es una operación para generar ahorros sino para generar crecimiento", apuntó Genç con vehemencia. Una forma particular de dejar la pelota en el tejado del Ejecutivo y hacerle partícipe de una posible transacción originada en el ámbito privado.

BBVA también desbloqueó algunos detalles del plan que, hasta ahora, no había hecho públicos, como los 300 millones de euros referidos al personal de las entidades que se incluyen en las sinergias previstas (aproximadamente un 35%) o las 300 sucursales que serán víctimas del preceptivo ajuste en una operación de este tipo. 

La sede de la CNMC en imagen de archivo EUROPA PRESS

En este sentido, el banco parece guardarse algunos ases más en la manga. "Aún falta mucha información, cuando podamos explicársela bien a los políticos, esperemos que piensen de forma diferente a la de ahora".

El otro provincial receptor de los mensajes del banco fue la CNMC, de la que el consejero delegado de BBVA se deshizo en elogios. "El poder institucional de la CNMC es muy fuerte en España; vemos de forma positiva los apuntes que pueda hacer porque siempre emplea la misma metodología, clara y razonable, que ha aplicado en otras transacciones similares".

Precedentes

Sin mencionar explícitamente los casos, Genç aludía a las fusiones entre Caixabank y Bankia, por un lado; y la de Unicaja Banco con Liberbank, por el otro. En ambos, el regulador dio luz verde a la operación, de forma especialmente ágil en el primero de ellos.

A igual metodología y semejante firmeza, mismo resultado. Pese a que no hay dos operaciones idénticas, y ésta tiene numerosas peculiaridades, lo cierto es que BBVA no ha perdido la oportunidad para recordar precedentes con final feliz y dejar que sobrevuele el fantasma del agravio comparativo sobre una eventual fusión con Banco Sabadell.

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