Aterrizado en Banco Sabadell hace algo más de tres años, también en tiempos convulsos aunque por diferentes motivos, César González-Bueno afronta la situación planteada por la OPA hostil de BBVA, la primera en cuatro décadas en el sector financiero, con la paciencia y el talante de quien sabe que esta historia no ha hecho sino comenzar y que cuenta con un final más que incierto.
"Esta partida no se gana ni se pierde en un día, queda mucho por delante", sostiene el consejero delegado de una entidad cuyo rendimiento, tanto en resultados como en bolsa, está rompiendo los esquemas hasta de su propio consejo de administración.
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. La situación planteada por BBVA, tras el rechazo del órgano de gobierno del Sabadell de una propuesta amistosa de fusión, encierra escenarios de los que será muy difícil salir airoso para los socios de la entidad con sede en Alicante.
En una entrevista concedida a Crónica Global junto a otros medios, el ejecutivo llama la atención sobre la escasa información de la que disponen en estos momentos para tomar una decisión. Pero, más allá de la foto actual, González-Bueno advierte de la encrucijada cuasi diabólica a la que deberán enfrentarse cuando llegue el momento de aceptar o rechazar la oferta de BBVA.
"Para desgracia de todos, hay algo que no van a conocer entonces. Es inevitable que quede una duda por resolver: saber si habrá o no habrá fusión. Y se trata de un elemento fundamental porque el valor de la operación es totalmente distinto en cada uno de los dos casos", asegura, para después concluir que "la operación siempre tendrá un elemento de riesgo importante para la maximización de su valor teórico. Y eso generará muchas dudas y dificultades a los inversores, sobre todo a los institucionales".
De hecho, el consejero delegado del Sabadell considera que esas dudas ya están plenamente instaladas en el mercado, como prueba que el valor conjunto de ambos bancos ha disminuido en bolsa desde la aparición de la oferta.
Menos valor
"No es una opinión, es un hecho, como el que indica que el valor del resto de los bancos ha subido. Si BBVA y Banco Sabadell se hubieran comportado como el resto ahora valdrían más. Es algo que plantea dudas sobre hasta qué punto los mercados son favorables a la operación; de lo contrario, si lo fueran habríamos avanzado más que el resto".
González-Bueno espera, no obstante, que para cuando llegue el momento de decidir el horizonte esté más despejado, con las medidas de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) y del Gobierno, si el proceso alcanza las últimas fases, ya conocidas, junto al contenido del folleto. "Pero lo de si habrá fusión no tiene solución y supone asomarse al precipicio del periodo de canje sin toda la información, lo que convierte la decisión en muy complicada".
El ejecutivo admite que la predisposición generalizada de los accionistas institucionales hacia este tipo de operaciones es positiva. "A priori, suelen gustarles, porque incluyen ahorros de costes, que suelen traducirse en reducción de empleos, y no tienen riesgos de competencia".
Sin embargo, el caso de BBVA y Banco Sabadell resulta especialmente peculiar dado que "la subida en vertical que acumulamos antes incluso de la primera propuesta, aún sin OPA, hacía que la prima que incluía la oferta fuera menos atractiva de lo que podría haber sido; y, además, tanto la respuesta del consejo del Sabadell como del resto de actores sociales ha sido muy negativa".
Así las cosas, el mensaje que los institucionales trasladan al Sabadell es "que ya tomarán la decisión cuando llegue el momento porque aún les falta mucha información y tiene que resolverse mucho trámite normativo. A nosotros nos dará tiempo a presentar al menos dos resultados trimestrales más y quién sabe si un tercero. Esto les dará mucha información y de los dos bancos, pero nadie sabe cuál ni cómo será".
De ahí que en el Banco Sabadell causara tanta extrañeza la afirmación del presidente de BBVA, Carlos Torres, sobre un supuesto compromiso de accionistas del Sabadell para aceptar la OPA, apenas unas horas después de anunciarla, lo que motivó una reclamación formal.
"Sabíamos que eso era imposible y por eso pedimos que si había contactado con algunos socios, dijeran quiénes son. Con tanta antelación, sería muy irresponsable que alguien se comprometiese; son decisiones con procedimientos muy tasados, que pasan por comités… pero era algo que podía generar confusión en el mercado y por eso pedimos explicaciones".
En el fondo, González-Bueno admite que "es una reclamación que está muerta, corresponde al regulador insistir en solicitar información. Al final, lo que queríamos dejar claro es que aquello no era posible. Y si fuera posible, tenía que aclararse. Como nadie lo aclaró, llegamos a la conclusión de que estábamos en lo cierto: no era posible". Una demostración palpable de que en esta partida también hay "faroles".
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