El futuro de Banco Sabadell se ha transformado en una batalla por su control. En su intento por integrar la entidad con sede en Alicante, BBVA ha procedido a la voladura de los puentes que le comunicaban con el consejo de administración de la entidad que pretende adquirir, para pasar a una fase de campo abierto en la que dispondrá de más tiempo pero que será muy difícil de abordar con casi todos los elementos en contra.
Este es el escenario que ha dejado el anuncio del próximo lanzamiento de una opa hostil por parte del BBVA. Una posibilidad que cobraba cada vez más visos de hacerse realidad, sobre todo tras el rechazo del consejo del Sabadell a la propuesta de fusión por absorción, comunicada por el banco que preside Carlos Torres el pasado 30 de abril.
Ruptura de puentes
Toda vez que el órgano de gobierno de la entidad que preside Josep Oliu había dado la espalda a la propuesta de su competidor, y que Banco Sabadell no cuenta con un núcleo duro de accionistas, Torres ha decidido cortar por lo sano, saltarse la vía negociadora y dirigirse directamente al más de medio millón de socios con los que cuenta el banco que desea absorber.
De la intensa jornada de este jueves, desde que se conoció el anuncio a primera hora, queda claro que la relación entre Torres y el consejo del Sabadell ha quedado tocada. El ejecutivo explicó que su estrategia de tender puentes e iniciar una vía de discreta negociación saltó por los aires el citado día 30 de abril, cuando Sky News adelantó en exclusiva que BBVA volvía a intentar la operación que no pudo hacer a finales de 2020.
"Aquello lo alteró todo", apuntó Torres en una comparecencia ante los medios en la que estuvo menos diplomático que apenas unos minutos antes frente a los analistas, y que disimuló de manera mejorable su malestar con el órgano ejecutivo de la entidad vallesana.
En el caso de un banco sin dueño, el apoyo del consejo puede tener un peso relativo. Pero lo que más ha sorprendido al mercado ha sido el hecho de que BBVA vaya a lanzar un órdago de este estilo no sólo sin aparentes apoyos sino además con todo y todos en contra.
Tiempo extra
Incluso desde que trascendió la negociación para una posible fusión amistosa, se han pronunciado en contra de una eventual integración el Gobierno central, los ejecutivos autonómicos de Cataluña y Comunidad Valenciana (los tres de distinto signo político), las principales patronales empresariales de ambas comunidades autónomas… e incluso el Banco de España ha torcido el gesto al considerar que una nueva vuelta de tuerca al proceso de concentración comienza a entrañar determinados riesgos para el sistema.
De ahí que la puesta en marcha de una OPA, normalmente procelosa y con múltiples demoras, otorgue a Torres tiempo para dar la vuelta a esta situación, tan hostil como la oferta que formalizará en unos días sobre su competidor.
Será tiempo para tratar de convencer a los políticos ("esperamos que con algo más de tiempo, el Gobierno sabrá valorar lo que supone una operación para hacer un banco más fuerte, que dará más crédito a las familias y pagará más impuestos"). Pero también a los accionistas de Banco Sabadell y a los inversores, a los que, por ahora, está muy lejos de enamorar con su propuesta.
La prueba es que al cierre de la sesión del jueves, la suma de las capitalizaciones de BBVA y Banco Sabadell era de 65.353 millones de euros, un 9% menos que la registrada el pasado 29 de abril, víspera de que la publicación de la noticia sobre el nuevo acercamiento de BBVA forzara la formalización de la propuesta de fusión.
Mejora de la cotización
A precios actuales, los títulos del Sabadell cotizan cerca de un 8% por debajo de la contraprestación que incluirá BBVA en su oferta (la misma que en la ecuación de canje de la fusión). Y aún así, el mercado no encuentra estímulos para cerrar ese hueco.
Sobre este punto también descansan las esperanzas del presidente de BBVA: que el transcurso de los trimestres y la publicación de los sucesivos resultados catapulte la cotización del banco y las condiciones de la oferta mejoren de manera "natural".
OPA y fusión
Un tiempo que también podría deparar cambios de escenarios en el plano político, tras la celebración de las elecciones en Cataluña este próximo domingo, que podrían determinar no sólo un nuevo gobierno en la Generalitat, sino también poner en riesgo la estabilidad en Moncloa.
En la sede del Gobierno central se encuentra, precisamente, "la última palabra" sobre la operación, como se encargó de recordar este jueves el ministro de Economía, Carlos Cuerpo.
Pero esa decisión ya tendría que llegar en la segunda fase, cuando la opa haya finalizado y BBVA, en el caso de haber logrado la mayoría del capital, proceda a la fusión con la que por entonces se habría convertido en filial. Hasta entonces, pueden pasar muchas cosas. O, al menos, esa es la idea de Torres. De lo contrario, su futuro como presidente del banco se complicaría un tanto.
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