César Alierta, expresidente de Telefónica

César Alierta, expresidente de Telefónica

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César Alierta, el presidente que tuvo que correr para conocer a Steve Jobs

Fue presidente de Telefónica durante 16 años, antes capaz de impulsar y culminar una de las pocas fusiones transfronterizas europeas que llegaron a buen puerto y contribuir a que la bolsa formara parte de las finanzas de cerca de 10 millones de familias en España. Pero el ejecutivo, fallecido ayer, nunca despegó los pies de la tierra

11 enero, 2024 00:20

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"Deseadme suerte, sobre todo porque la voy a necesitar". Fue el mensaje de despedida de César Alierta en su última reunión del consejo de administración de Altadis como presidente, a mediados del año 2000. Aquel destino para el que tanta fortuna reclamaba era el timón de mando de una Telefónica por entonces recién privatizada, que zozobraba en mar bravío fruto de una etapa de desenfreno a la que le condujo Juan Villalonga y su modelo de vivir por encima de las posibilidades.

Es una frase que resume a la perfección el carácter, el talante y la actitud ante la vida de Alierta, fallecido ayer miércoles a los 78 años de edad. Quizá si alguien no necesitaba suerte para acometer tal empresa era él, que había desafiado casi las leyes de la gravedad para impulsar y culminar nada menos que una gran fusión transfronteriza en Europa, como fue aquella Altadis que presidía, fruto de la unión entre Tabacalera y la francesa Seita.

Antes había creado la firma de bolsa Beta Capìtal, en aquellos años 80 en los que unos cuantos "bolseros" como el hoy presidente de Mutua Madrileña, Ignacio Garralda, el expresidente de BBVA Francisco González, y Salvador García-Atance, se encargaron de abonar un incipiente capitalismo popular que terminó con cerca de 10 millones de familias en España con sus ahorros en bolsa

Aquel Alierta de los últimos suspiros del siglo XX dejaba Altadis en las que consideraba las mejores manos, su fiel consejero delegado Pablo Isla, a quien también veía algún día tomando su testigo en Telefónica. No contó con que en su camino se cruzaría un ciclón llamado Amancio Ortega que, por entonces, no había asomado por el parquet y cuya imagen pública era todo un misterio.

Un encuentro ilustrativo

Otros tiempos, sin duda. Que nunca dejaron de ser los de aquel Alierta que, después de todo, seguía reclamando para sí la suerte que otros creyeron no necesitar, ni siquiera cuando tropezaban una y otra vez en su propia soberbia. 

Poco conocido pero muy ilustrativo de su personalidad fue el encuentro que mantuvo con el fundador de Apple, Steve Jobs. Alierta lo relató en el homenaje a un maestro de periodistas de información económica y de la vida, con el que le unía una gran amistad y que se fue demasiado pronto.

El conocido logo de Apple, una de las empresas que supera en tamaño a la economía española / Laurenz Heymann en UNSPLASH

El conocido logo de Apple, una de las empresas que supera en tamaño a la economía española / Laurenz Heymann en UNSPLASH

Ya liberado de su labor presidencial en Telefónica, Alierta relató en tono divertido aquella noche una experiencia con tintes de surrealismo.

Años atrás, en su época como máximo responsable de la operadora, recibe el mensaje de que Jobs quiere reunirse con él. "Preparemos el encuentro con calma y busquemos una fecha para la semana que viene".

"No recibe a cualquiera" 

"No, presidente, el señor Jobs nos espera ya. Mañana sin falta debemos estar en Cupertino" (California, donde se ubica la sede de Apple, en Silicon Valley). "¿Sabes lo que significa eso? Lo hemos conseguido: Telefónica está en el mapa mundial. El presidente de Apple no se reúne con cualquiera", le recordó el colaborador.

Alierta definió las escasas horas que compartió con Jobs como una de las experiencias más extravagantes de su vida. "Vivía como en una burbuja, como si estuviera poseído por un espíritu que a veces le dejaba en trance", recordó el ejecutivo. "Se me ocurrió preguntarle por España, si conocía el país. Me miró muy serio y me dijo: 'viven ustedes en un lugar muy peculiar, ¿eh?'".

"Conozco al Rey... buen tipo" 

"Lo que sí recordaba es que conoció al Rey" (por entonces, aun Juan Carlos I). “Nice guy, nice guy…”, acertó a decir.

El momento sublime fue el de la comida, allí mismo, en un pequeño despacho donde sirvieron una suerte de finas hierbas que Jobs apenas probó y que a Alierta le supieron a nada y menos. "¿Comerá siempre así este hombre? Así está, que parece que va a quebrarse a cada momento".

Llegó su momento

Para paliar un poco la sensación de hambre, a Alierta se le ocurrió pedir un café a modo de postre. Jobs le miró como si hubiera solicitado un fusil de asalto. "¡No! Cafe no. Aquí no se toma café". 

No hubo café. Ni tampoco excesiva química; mundos demasiado distintos que, aún así, tuvieron oportunidad de converger. Alierta seguía siendo aquél que pedía deseos de suerte a sus colaboradores, que no se separó de su esposa en el trance final de ésta. Que entendió que su momento había llegado. Rara avis. O, como diría Jobs, "nice guy, nice guy".