Noche electoral desgarradora para el núcleo duro del independentismo afín a Carles Puigdemont. La derrota en los comicios de la Cámara de Comercio de Barcelona llega en plenas negociaciones entre Junts y el Gobierno para la investidura de Pedro Sánchez y supone un revés para los del expresident, que esperaban que la ANC retuviese el poder en una institución económica que bajo la actual dirección ha llegado a adherirse al Consejo de la República creado por Puigdemont.
Lo contrario ocurre con ERC, que ha bendecido la candidatura ganadora de Josep Santacreu. Una lista que se presentaba como menos politizada y más transversal que la de Eines de País. Sin embargo, no es ningún secreto que Va d'Empresa contaba con el beneplácito de los republicanos, aunque su tono era más amable con el empresariado tradicional que el del equipo liderado por Mònica Roca.
Impulso al sector más pragmático de Junts
La victoria insufla ánimo a Esquerra en pleno choque con Junts por la estrategia negociadora de cara a la investidura. También da alas a las voces más pragmáticas del ámbito neoconvergente, esas que recuerdan a Puigdemont y a su entorno más próximo que tras salir del Govern, perder fuerza local y negarse a negociar las diputaciones provinciales con el PSC (sólo están en el gobierno de la de Girona y no han retenido el gobierno de la capital), se sienten huérfanos de resortes de poder institucional y ven en la negociación de la investidura una opción para recuperarlo.
Más, cuando los postulados independentistas más radicales pierden adhesiones en cada una de las pruebas de fuego a las que se somete. La manifestación del último 11 de septiembre de la ANC fue la más minoritaria desde el inicio del procés, y eso que ERC se sumó a ella, y ahora se ha quedado sin el control de una institución que se contemplaba como una de las llamadas infraestructuras de estado.
Desmovilización independentista
Una de las claves de la victoria de Santacreu es la desmovilización independentista. Como es habitual, la participación en las elecciones camerales ha sido muy baja, del 2,8% del censo, incluso por debajo del dato de 2019, un proceso manchado por la sombra del pucherazo que obligó a cambiar la empresa proveedora para organizar la votación.
Durante la campaña, son muchos quienes han criticado el perfil bajo que ha adoptado Santacreu y la estrategia electoral discreta. Pero al evitar el conflicto directo con los independentistas -con la salvedad de la denuncia contra la ANC-, Va d'Empresa ha logrado evitar que el empresariado más nacionalista se reactivase.
La ANC no se rinde
De hecho, Eines de País ha recogido menos sufragios que en 2019. Roca se ha mostrado decepcionada con esta pérdida de apoyos, aunque no lo ha dado todo por perdido.
A pesar de que solo ha obtenido 21 de los epígrafes elegidos por sufragio, la actual presidenta ha sostenido que el resultado no asegura que el candidato rival le arrebate la presidencia. "Se abre un periodo interesante en el que nosotros hablaremos con todo el mundo para intentar alcanzar el máximo apoyo posible de los independientes", ha asegurado.
Movimiento de fichas
Más allá de las implicaciones políticas del triunfo de Santacreu, también habrá derivadas en el reparto de cargos institucionales. Uno de los más relevantes es la presidencia de Turisme de Barcelona, titularidad del presidente de la Cámara de Comercio, pero que suele ser delegado a un vocal del organismo. Es por ello que resulta imprescindible formar parte del pleno de la Cambra para liderar el consorcio turístico.
El actual presidente, Eduard Torres, se ha quedado fuera del epígrafe al que se presentaba. Sí ha logrado una plaza Jordi Clos, presidente del Gremi d'Hotels de Barcelona. El próximo responsable de Turisme de Barcelona --cuya dirección general sigue vacante-- deberá salir de entre los nuevos representantes, a menos que se repita lo sucedido en el mandato anterior. Es decir, que el aún líder de la organización sectorial entre en el pleno de la institución de dinamización económica local a través de una de las llamadas sillas de plata.
El Gremi pactó con el entonces presidente, Joan Canadell, convertirse en una de las grandes empresas que aportaban a las arcas camerales a cambio de que le dejara escoger quién presidía Turisme de Barcelona. Cuatro años más tarde, Canadell ni siquiera ha conseguido representación en el pleno de la organización.