Las ventas en alimentación acumulan 15 meses de caídas sin tregua de la inflación
El efecto de varios meses con subidas de precio de dos dígitos en productos elaborados amenaza con convertirse en crónico
1 mayo, 2023 00:00El pasado marzo cerró, por el momento, una racha de 15 meses consecutivos de descensos en el índice de consumo minorista, en lo referido a la subcategoría de la alimentación. Una tendencia que tiene mucho que ver con el incremento a doble dígito que los precios de los productos elaborados mantienen desde hace tiempo y que comienza a amenazar con volverse crónica.
Más que significativo es el contraste que se da entre los indicadores en función de si toman en consideración un escenario de precios constantes o tienen en cuenta la inflación. En este segundo caso, el índice de comercio minorista de alimentación se situó en marzo algo más de un 16% por encima del consignado al cierre de 2021, cuando las primeras tensiones inflacionistas habían empezado a manifestarse, aunque sin la intensidad mostrada posteriormente.
Cambio de hábitos
Muy distinta ha sido la evolución de este mismo indicador deflactado, es decir, con el factor corrector de las variaciones de precios. En este caso, la cifra de marzo de 2023 es casi un 2,5% inferior a la que marcaba en el último mes de 2021.
Durante la práctica totalidad del pasado año las evidencias de que los consumidores adquirían menos productos de alimentación han ido en aumento, en particular a partir de la segunda mitad del año, cuando los efectos de la inflación, que situó las cifras del IPC en doble dígito y en las cotas más altas de las últimas cuatro décadas, se trasladaron a la subyacente.
Menores márgenes
Un indicador que excluye de la cesta de la compra elementos habitualmente más volátiles como los carburantes y los alimentos frescos. Sin embargo, no han sido éstos los que han experimentado las mayores alzas en los precios. Tal condición corresponde a productos como el azúcar, el pan, la leche, los huevos y los aceites.
Otro dato sintomático ha sido el de la facturación de las grandes cadenas de alimentación, que han registrado avances en 2022 en relación con el ejercicio anterior aunque de forma notablemente más moderada que el comportamiento generalizado del precio de los alimentos. Al mismo tiempo, los márgenes también se han estrechado.
Los datos adelantados correspondientes al IPC de abril y al PIB del primer trimestre que ha publicado este viernes el Instituto Nacional de Estadística (INE) reflejan algo de esta realidad, en especial este último que, aunque constata que la economía mantiene un avance tendido, también aflora una disminución del consumo de los hogares.
En este punto, los expertos coinciden a la hora de señalar que el comportamiento de los precios ha representado un papel principal a la hora de explicar las causas de esta evolución negativa.
Efecto de la rebaja del IVA
Por su parte, el adelanto del IPC apunta a una significativa moderación del incremento de la inflación subyacente, como ya había apuntado previamente la vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño.
El Ejecutivo contaba con que entrado ya el segundo trimestre de 2023 podrían empezar a dejarse sentir los efectos de las rebajas en el IVA de los alimentos de primera necesidad y de otros como los mencionados aceites y las pastas, que fueron decretados al cierre de 2022 y tenían como objetivo contribuir a la moderación de las subidas de precios en los lineales de los super.
Freno a la recuperación
En cualquier caso, si el INE confirma las cifras adelantadas de abril, que dará a conocer a mediados de mayo, la inflación subyacente alcanza un nada despreciable 6,6% y se sitúa 2,5 puntos por encima del IPC, algo que contrasta con los datos que se registran en el conjunto de la eurozona.
El impulso del consumo de los hogares supone un elemento trascendente para apuntalar la recuperación económica, pendiente aun de recuperar las cifras prepandemia, un objetivo que está a punto de conseguir pero en el que acumula un considerable retraso en relación con el resto de grandes economías de la Unión Europea.
En este punto, el comportamiento de los precios y su traslación a los hábitos de los consumidores será un importante lastre si la tendencia no se corrige con cierta urgencia.