Imagen de colas en la Terminal 1 del aeropuerto de El Prat durante la huelga de vigilantes de 2017 / EFE

Imagen de colas en la Terminal 1 del aeropuerto de El Prat durante la huelga de vigilantes de 2017 / EFE

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Los siete escollos que bloquean la huelga de El Prat

Los vigilantes de seguridad del aeropuerto de Barcelona escucharán hoy las propuestas de Trablisa con un paro indefinido convocado a partir del viernes 9 de agosto

7 agosto, 2019 00:00

Son los siete escollos que impiden desactivar definitivamente la huelga de seguridad del aeropuerto de El Prat, que arrancará como paro indefinido el viernes 9 de agosto. Los 500 vigilantes de seguridad acudirán hoy a la mediación con Trablisa, la empresa que los emplea, con el conflicto laminado en el horizonte: los servicios mínimos serán del 90%, según decretó ayer el Gobierno. Ello no es óbice para que compañía y comité de huelga sigan en posturas muy alejadas, lo que abre la puerta a una molesta protesta para miles de viajeros.

Oficialmente, el grupo mallorquín de seguridad se encuentra elaborando la propuesta que presentará hoy al comité de huelga. Confía Trablisa en evitar unos paros que hundirían su reputación como empresa cuando le queda un año de contrato que se podría prorrogar a dos más. Cazó la enseña que lidera Alberto Bordoy la contrata de los arcos de seguridad de El Prat y personal auxiliar de los filtros por 41,8 millones en 2018. Retiene también las de los aeropuertos de Palma de Mallorca, Ibiza y Alicante. Un fiasco con la huelga de vigilantes en Barcelona en pleno verano amenazaría el contrato con Aena en la Ciudad Condal, aunque también sus opciones de retener el resto de adjudicaciones.

Siete puntos espinosos

Para evitarlo, Trablisa deberá desandar lo andado y presentar una propuesta al pequeño pero belicoso colectivo de seguridad de los arcos de filtraje de El Prat. Este núcleo tumbó a Eulen en 2017 --arañó un laudo de obligado cumplimiento con un aumento de sueldo tras una bronca huelga y consiguió que la firma no repitiera como ganadora de la licitación-- y ahora apunta al grupo mallorquín. Sobre la mesa están varios deberes. El más acuciante es la presunta falta de personal. La plantilla reclama seis vigilantes por filtro lo que, dicen, figura en el pliego de condiciones. Además, exigen una bolsa de 25 efectivos para garantizar las pausas para el baño. Sostienen que no pueden ir al reservado por la elevada carga de trabajo.

En el capítulo salarial aparece la demanda de un euro bruto extra por hora trabajada. Este complemento, sostienen los huelguistas, parangonaría su salario con el que percibe el personal de Trablisa en Mallorca. También piden que se elimine el fin del cobro del parking a los empleados. Los 500 trabajadores pagan un bono mensual de 40 euros al mes por estacionar en el segundo mayor aeropuerto español para trabajar, "cuando en Palma lo abona la empresa". Exige asimismo el comité que costee la compañía las revisiones médicas del personal --"obligadas por el Tribunal Supremo, olvidadas por la empresa"-- para los años 2017 y 2018. Satisfacer esta demanda conlleva un coste de unos 60.000 euros, aseguran fuentes cercanas al conflicto.

Gato y ratón

Pactar un punto medio y desactivar la huelga indefinida del viernes se antoja harto complicado. Empleados y dirección han jugado al gato y al ratón en los últimos meses, evitándose unos a otros. En la reunión de mediación previa a la convocatoria de paros convocada para el 26 de julio, la firma no se presentó. El comité de huelga respondió entrando el escrito formal de movilización dos días después. No obstante, no está todo perdido en la notoria mala relación que tienen trabajadores y cúpula de Trablisa. Se espera que además de la enseña, presente hoy una propuesta de acercamiento el Departamento catalán de Trabajo, que mediará entre las dos partes para evitar una protesta que, pese a los servicios mínimos, podría complicar la operativa del aeropuerto.

Todas las iniciativas están encaminadas a evitar unos paros que llegan cuando el aeropuerto de El Prat acaba de pasar una primera movilización en verano: la de los trabajadores de tierra de Iberia. La plantilla, compuesta por unas 2.500 personas, protagonizó una protesta dos fines de semana atrás que provocó alteraciones en uno de los fines de semana de más tráfico del año. Se cancelaron hasta 143 vuelos, la mayoría de ellos de Vueling, que fue la compañía aérea más afectada. Asimismo, la meterología adversa puso presión en las operaciones del hub catalán. No obstante, las tres pistas de El Prat han vivido un verano relativamente tranquilo tras un 2017 y un 2016 negro. Ello se podría truncar ahora si no hay acuerdo antes del viernes.