Via Veneto, a punto para las bodas de oro, crea un consejo de administración
El prestigioso restaurante se regía hasta ahora por la figura del administrador único
18 noviembre, 2016 00:10El prestigioso restaurante Via Veneto, una referencia de la alta cocina de Barcelona, ha instituido en su seno un consejo de administración, de corte estrictamente familiar.
Hasta ahora, la sociedad que explota este “templo” gastronómico se regía por la figura del administrador único, encarnada en el impulsor y propietario, José Monje Canut. El nuevo consejo está presidido por el propio José Monje. Las máximas funciones ejecutivas, encarnadas en la figura del consejero delegado, recaen en su hijo y sucesor, Pedro Monje San, licenciado en Administración de Empresas, que se incorporó en 2001. Además, entra en calidad de vocal Blanca San Martínez, esposa de José Monje.
Via Veneto celebrará el próximo mes de abril sus primeros cincuenta años de vida, pues abrió sus puertas el 17 de abril de 1967.
A lo largo de esta dilatada trayectoria, el establecimiento ha recibido un sinfín de galardones, entre ellos la Medalla al Mérito Turístico de la Generalitat, Premio Nacional de Gastronomía, Primer Premio del Incavi a la mejor carta de vinos (que incluye más de 10.000 botellas), Diploma al Mérito Turístico de la Generalitat y Medalla de la Agricultura de Cataluña. Al propio José Monje se le ha reconocido en varias ocasiones como uno de los mejores restauradores de España. También se le distinguió con La Llave de Barcelona por su aportación a la ciudad.
José Monje empezó a trabajar en Via Veneto de camarero el mismo día de la inauguración. A la sazón, el restaurante pertenecía a varias familias catalanas. Enseguida ascendió a tercer maitre, luego a segundo y, poco después, a primero. En 1969, devino director y a la vez jefe de sala.
A mediados de los años 70 del siglo XX compró un paquete de acciones y, en 1978, se hizo con la totalidad del capital.
Via Veneto se mantiene en plena forma tras medio siglo de existencia, mientras otros afamados restaurantes de la máxima categoría hubieron de cerrar al compás de las sucesivas crisis, como Reno, Finisterre y Orotava, entre otros. Y conserva su estrella Michelin.