Si agosto fuera lo que era, un Kalahari informativo, Pilar Rahola -¿quién si no?- sería trending topic por las frases sueltas del domingo por la noche en la televisión oficial de la Generalitat de Cataluña. Haber dado publicidad a la paellada de Cadaqués con Puigdemont y el mayor Trapero perseguirá siempre a la indómita polemista hasta el punto de que en los círculos del independentismo propalestino circula la especie de que Rahola no es lo que parece sino un agente doble al servicio de Su Majestad Felipe VI de Borbón.

Interpelada anoche por las tres presentadoras de TV3 en "Això no és un trio" (qué manía con el tres), Bibiana Ballbè, Ana Boadas y Àngels Molina, Rahola dijo:

a) "Cuando grabé la escena nadie puso objeciones. Igual es que estábamos todos un poco borrachos".

y b) "Todos éramos personas conocidas que estamos a favor del proceso".

Así es que para empezar a hablar tendríamos a un comisario supuestamente un poco cocido y partidario del proceso, según siempre la señora Rahola. Genial. Las antenas del CNI echan chispas.

A partir de ahí surgió la trepidante y desbordante tertuliana de sí misma para comentar el episodio de la cama que se cargó su marido cuando se conocieron en todos los sentidos, hazaña a la que la coqueta Pilar restó toda importancia al advertir primero que su esposo es "gordo" y soltar después el "chiste" del orgasmo del gordo cuando se quita de encima. Agudo caso de gordofobia y material para la prensa del cancaneo, confesiones de alcoba sobre el Homer Simpson navarro de la musa de Artur Mas, que inquirida sobre sus preferencias presidenciales en plan "complete la palabra president" dijo que Macià, ni Puigdemont ni el anterior.

El extenso programa de TV3 sobre la otra Pilar Rahola, vida y milagros de una mujer potente, dinámica, fresca, franca y orgullosa fue un suplicio para el actor Cesc Casanovas, experto en parodias, que resultó laminado de muy mala manera por la auténtica Pilar, un fenómeno de la naturaleza ante el que el cómico de "Polònia" se desentendió al cabo de un minuto por razones de dignidad e higiene mental.

Por cierto, el marido, que viene de una "familia del PP", ya es independentista. La conversión no fue un caso de abducción sino que se produjo de manera paulatina, al profundizar en la "realidad catalana", aclaró la diva.