Preocupación en las universidades por el aumento de la ansiedad y la depresión en los estudiantes
El 25% de alumnos ha visto afectado su bienestar emocional, por lo que reclaman incorporar la salud mental entre los aspectos a considerar dentro de la vida en los campus
26 mayo, 2022 00:00Lograr una buena salud mental también es una asignatura pendiente en la universidad. Los campus catalanes aumentan su preocupación ante el incremento de casos de ansiedad y depresión entre los jóvenes a raíz del Covid. La pandemia ha perjudicado notablemente a uno de cada cuatro estudiantes, que ha visto afectado su bienestar emocional, según datos del tercer informe de la Xarxa Vives obtenidos a través de una encuesta a 50.000 alumnos.
De todos ellos, el 17,1% ha reconocido sufrir depresión en el último año --el 12% de éste está diagnosticado-- y otro 19,5% dice tener ansiedad crónica --el 13,5% diagnosticada--. Las cifras son "alarmantes" y evidencian la urgencia de “incorporar la salud mental entre los aspectos que hay que considerar dentro de la vida universitaria”, dicen los expertos técnicos del proyecto.
Pocas estrategias para gestionar las emociones
Desde la Universitat Abat Oliba CEU, la neuropsicóloga Marina Fernández ha observado una “tendencia al alza” de los casos de ansiedad y depresión --pero también de los trastornos de conducta alimentaria y las fobias sociales--, sobre todo como consecuencia de la pandemia. “El Covid es una de las primeras adversidades a las que se han enfrentado, en una etapa posadolescente en que todavía tienen pocas estrategias de gestión de emociones, que se suman a problemas económicos y familiares”.
Según Fernández, aunque no está probado al 100%, atisban que los estudiantes de carreras de ingeniería son los más propensos a presentar ansiedad y los de humanidades, depresión. "No obstante, todos los grados pueden presentar varios perfiles", apunta.
Cómo detectar señales de riesgo
Ello lleva a replantear el papel que deben tener las universidades para contribuir al bienestar emocional de los jóvenes. Desde la Abat Oliba los tutores funcionan de guía para “detectar señales de riesgo” que llevan a aconsejarles acudir al servicio de atención psicológica. El aislamiento, el no lograr disfrutar de los compañeros, la irritabilidad o el desinterés pueden ser signos que enciendan las alarmas. Tras un diagnóstico por parte de una institución clínica, el centro adaptará la metodología de estudio al alumno.
En ésta y otras universidades las personas con un trastorno mental --entre ellos la depresión-- cuentan con un 25% más de tiempo para finalizar los exámenes, una mayor flexibilidad en cuanto a la presencialidad y un acompañamiento académico. El objetivo es "fomentar la resiliencia", conocida como la capacidad de una persona para superar las adversidades y continuar pese a ellas.
La educación emocional desde niños
Por su parte, la psicóloga sanitaria Olga Armengol advierte de la necesidad de introducir la educación emocional desde la etapa infantil. “Con la presión social, el estrés pospandemia y la falta de tiempo de descanso es más necesario que nunca dotar de herramientas y autoconocimiento emocional a los niños”, explica a este medio. De la misma forma que es importante la educación física para ejercitar y entender el cuerpo, hay que “saber identificar las emociones y el funcionamiento de éstas desde pequeños” para poder ir ampliando el autoconocimiento y la empatía.
Las personas más jóvenes en época de instituto expresan su malestar de otras formas. De hecho, Armengol observa un aumento muy considerable de "autolesiones, conductas disruptivas y depresiones". En los universitarios son varios los factores que influyen, como "la autonomía y la falta de pertenencia a un grupo, la presión educativa y el inicio de la edad adulta", así como "la precariedad laboral al finalizar los estudios". Por eso es de vital importancia “trabajar una base” con tal de integrar un conocimiento del mundo emocional.
Lograr una buena salud mental repercute directamente en los buenos resultados académicos, aseguran las psicólogas. Todo ello, sin olvidar que los niños y los jóvenes del presente son los adultos del futuro.