Un padre llama la atención a su hijo, una de las situaciones en que se suelen perder más los nervios / Monstera - Pexels

Un padre llama la atención a su hijo, una de las situaciones en que se suelen perder más los nervios / Monstera - Pexels

Vida

Padres y madres estresados: cómo cultivar la paciencia para no perder los nervios

Tratar con tranquilidad a los más pequeños no sólo mejorará el ambiente en casa, sino que les brindará herramientas para su gestión emocional

27 septiembre, 2022 00:00

La falta de paciencia con los hijos es algo que aqueja a muchas familias. Si bien el ritmo de vida diario y las propias obligaciones laborales hacen que los pequeños pasen la gran parte del día en el colegio o realizando actividades extraescolares, el poco tiempo que pasan en casa suele ser suficiente para que sus progenitores pierdan los nervios y estallen.

Lograr ser más paciente con los más pequeños no sólo ayuda a mejorar el ambiente en el hogar. También les ofrecerá, con el ejemplo, las mejores herramientas para aprender a gestionarse en el plano emocional.

Estrés como causa directa

El ritmo del día a día agota a cualquiera. El estrés de los padres, generado por una sociedad que funciona a toda velocidad, la falta de tiempo y los problemas de pareja o económicos, acaba por afectar de lleno a los niños, que se contagian en lo emocional. Esto provoca que tengan un comportamiento “intenso” que termina por estallar. Así lo cree Aroa Ruiz, psicóloga especializada en Mindfulness del Instituto Europeo de Psicología Positiva (IEPP).

Un niño enfadado en el patio de su colegio / Allan Mas - Pexels

Un niño enfadado en el patio de su colegio / Allan Mas - Pexels

“En este punto, suelen aparecen conductas perjudiciales tanto por parte de los adultos como por parte del niño”, explica la psicóloga. Entre los mayores, los más habituales son la ausencia de límites, exceso de control y rigidez, malestar generalizado y comportamientos explosivos, evitación o aislamiento y falta de autocuidado. En cuanto a los niños, los insultos, rabietas exageradas, peleas y el incumplimientos de las normas o deberes que tiene se repiten en todas las familias.

¿Genética o repetición de patrones?

El comportamiento impulsivo de los padres puede llevar a una repetición de patrones que, para la psicóloga del IEPP, va mucho más allá de factores genéticos o heredados que predispongan en mayor o menor medida en el desarrollo de la impulsividad o paciencia. “Los niños aprenden más de lo que ven --el lenguaje no verbal-- que de lo que se les dice”, advierte.

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De la misma opinión es Ángel Luis Guillén, director del centro de psicología Psicopartner. “Lo que vemos en casa es muy importante para nuestra formación y también para lo que consideraremos normal en el futuro de nuestras vidas. Es muy habitual ver en consulta a adultos repitiendo esquemas fallidos de sus padres o figuras de apego”, lamenta.

Cómo rebajar la tensión personal

Dado que la falta de paciencia tiene una relación directa con el estrés, desde Psicopartner recomiendan a los padres o cuidadores que estén en esa situación que tomen medidas con respecto a su malestar. “Que analicen la causa, hagan deporte, tomen una tila, descansen, reserven un ratito del día solo para ellos y, si es necesario, que pidan ayuda terapéutica”, indica. Con respecto a sus hijos, Guillén aconseja contar hasta diez antes de ser agresivos. “Ver a los padres inestables es muy negativo para los niños y para su autoestima”, señala.

Pelea de dos hermanos por un juguete, otro momento de tensión en el hogar / Victoria Akvarel - Pexels

Pelea de dos hermanos por un juguete, otro momento de tensión en el hogar / Victoria Akvarel - Pexels

Y es que para estos dos profesionales de la salud mental y de la pedagogía, inculcar valores como la paciencia y perderla de forma continua es incompatible. “El ejemplo en cuestión de educación es el único camino. Cuantos padres dicen a sus hijos no fumes con un cigarrillo en la mano; o no grites, gritando. Nada de eso sirve, al revés, nos desacredita como adultos y como figuras de referencia”, concluye el director de Psicopartner. Lo primero, dar ejemplo.