Vida

Dolores Agenjo, la mujer que dijo "no"

La directora de instituto que se negó a ceder el recinto educativo para el 9N resume lo excepcional que resulta en Cataluña el cumplimiento de la ley y del deber ante el silencio administrativo del Estado.

15 febrero, 2015 11:44

Dolores Agenjo tuvo el coraje de decir no a la Generalidad, no a la ANC, no a CiU, no a ERC y no a las CUP. Directora del Instituto Pedraforca de Hospitalet de Llobregat, Agenjo se negó a entregar las llaves del recinto de su responsabilidad a los organizadores del referéndum del 9N. Toda la maquinaria administrativa y toda la presión política se volcaron contra ella. De las instrucciones pasaron a las órdenes, de las admoniciones a las amenazas.

El correo electrónico de Agenjo debería pasar por la imprenta para componer un volumen sobre la verdadera historia del "democrático" proceso. Durante los días previos y los posteriores al domingo de autos, Agenjo fue tachada de enemigo del pueblo de Cataluña, vilipendiada, groseramente insultada y amenazada de muerte vía e-mail. Acosada por las "autoridades" educativas y en el más absoluto desamparo, Dolores Agenjo aguantó el tirón, se parapetó en su conciencia y evitó que el Pedraforca se convirtiera en el escenario del golpe al Estado de la Generalidad. Su caso es excepcional y ha merecido el reconocimiento del Movimiento Cívico de España y Catalanes, que le ha entregado el primer premio 'Catalanes por España'.

Lo extraordinario de la historia de Dolores Agenjo acaba aquí porque el desagradecimiento del Estado con sus más brillantes y ejemplares servidores públicos es la costumbre. Agenjo no aspira ni a la Cruz de Sant Jordi ni a la Medalla al Mérito en el Trabajo. Tampoco tiene la más mínima posibilidad de que se las ofrezcan. Agenjo no ha recibido ni recibirá felicitaciones oficiales por su coraje, resumido en cumplir la ley cuando ni el Estado ni la Justicia velaron por ella. A Trias no se le pasará por la cabeza concederle un "Premi Ciutat Morta" (Agenjo no debe ser muy nacionalista y tampoco tiene aspecto de 'okupa') y es improbable que en el Ministerio de Cultura sepan quién es Dolores Agenjo.

La razón es simple. Dolores Agenjo, en su soledad, hizo lo que no hizo el Estado, impedir una ilegalidad flagrante a la luz de la suspensión cautelar del referéndum, consulta o encuesta por parte del Tribunal Constitucional. Y como es obvio, ni el ministro Wert la va a nombrar asesora de Cultura para que le explique a Lasalle cómo se defiende al Estado ni Fátima Báñez, la titular de Trabajo, le va poner una medalla porque eso sería tanto como reconocer que mientras ella, Dolores, honra el puesto de directora de instituto no está del todo claro que los ministros, jueces, fiscales y altos cargos que se "empasaron" el 9N sean dignos de los suyos; al menos en lo referido a los pormenores de aquel domingo en Cataluña.

Las entidades cívicas que han impulsado el reconocimiento de esta profesora debieran plantearse rebautizar el premio 'Catalanes por España' y denominarlo 'Dolores Agenjo', cuyo nombre resume algo cada vez más raro en Cataluña: el cumplimiento de la ley y del deber, bases de la convivencia democrática.