El catalán viene del latín. No es ninguna novedad. La mayoría de las lenguas indoeuropeas beben de esa raíz. En cambio, pocas pueden decir que la mantienen intacta.
No es que el catalán se decline, pero sí existe una palabra que conserva su forma original, Se trata de un término de uso muy común, pero que llega a confundir a los castellanohablantes: mercès.
La palabra, además, es polisémica. Uno puede hablar de “les Mercès” o dar “les mercès”. En el primer caso, hablan de “las Mercedes”. Mercè, en mayúscula, es la versión catalana de este nombre propio.
Si se habla de mercès, en minúscula, uno se acerca al latín. Y lo hace para dar las gracias. ¿Raro? Pues aún hay más.
Origen en el latín
Muchos creen que el mercès es en realidad una derivación del francés. En cambio, si uno revisa la etimología de la palabra, descubre que catalanes y galos beben del mismo lugar a la hora de dar las gracias.
El origen común también desemboca en un significado parecido al actual. Las merces latinas también era, de alguna manera, un reconocimiento al otro.
Cuándo se usaba merces
En la antigüedad, este término se utilizaba para referirse a la remuneración por un servicio o favor. Es decir, el concepto merces en latín significa algo así como pago, salario o recompensa.
Con el tiempo, en la región catalano-francesa, este término se transformó en una expresión de gratitud, desligada del intercambio económico. Decir mercès era, en esencia, declarar “te sabré recompensar” o “reconozco tu favor”.
Es decir, las merces era una manera material de agradecer el otro un trabajo, un esfuerzo que hacía por uno.
Por tanto se podría decir que, de alguna manera, el catalán no sólo conserva la forma original de la palabra en latín, sino que también mantiene el significado que se le atribuía al concepto. Algo poco habitual.
El merci francés
A partir de aquí, siempre surge el debate: ¿el mercès catalán bebe directamente de la lengua del imperio romano o del francés merci? Hay que ir a los documentos históricos.
En Cataluña, la forma mercès aparece documentada desde la Edad Media. Expresiones como moltes mercès se usaban para agradecer favores o ayudas, manteniendo el vínculo con el significado original latino de recompensa o pago.
Misma raíz
Posteriormente, mercès se simplificó fonéticamente y dio lugar a la forma más coloquial y extendida merci, especialmente en la lengua hablada. De allí que se genere siempre esa confusión que da a entender que la palabra catalana viene del francés. Nada que ver. O todo.
El concepto merci del país vecino tiene exactamente la misma raíz. No es descabellado pensar que, por mucho que los catalanes ya usaran el concepto mercès en la Edad Media, decidieran apropiarse también de su forma, dando pie al galicismo.
El merci catalán, por eso, tiene otra particularidad. Se trata de un neologismo, no tan nuevo, una derivación propia del uso de la palabra en contextos informales, de manera equivalente a gràcies. Sin embargo, no existe.
Por mucho que algunos no lo crean, merci no está registrado como término normativo. En el Diccionari de l’Institut d’Estudis Catalans (DIEC) la palabra no figura.
Qué dice el diccionario
Sí consta, en cambio, en el Termcat, el centro de terminología de la lengua catalana. Pero si merci es ampliamente aceptado y entendido como gracias por hablantes catalanes, es por costumbre. Escribir merci en un libro, sería una licencia poética.
Si uno quiere dar las gracias de forma 100% catalana tiene que usar el latín. El DIEC sí registra el concepto mercès. En el diccionario de la lengua definen el término como “beneficio gracioso que se hace a alguien, acto de benevolencia”, es decir, el castellano merced. Pero también aparece como sinónimo de gracias.
Cuando usarlo
Claro que si uno busca la palabra definida como “testimonio de agradecimiento”, el DIEC remite a la forma “gràcies”, el gracias español de siempre. Por tanto, tampoco es incorrecto en catalán usar la versión catalanizada del término.
¿Cuándo se puede usar el merci, el mercès y el gràcies, entonces? Cuando a uno le plazca, siempre que sea en el lenguaje oral. Eso sí, debe saber que está usando un concepto tan antiguo como el latín.
