Lorena, dueña de una cafetería en Barcelona / Captura canal de Eric Ponce

Lorena, dueña de una cafetería en Barcelona / Captura canal de Eric Ponce

Vida

Lorena, dueña de una cafetería en Barcelona: "En un año, el negocio ha facturado 138.000 euros y lo que me queda limpio son unos 12.000"

A pesar de los desafíos operativos, especialmente con la dificultad de conseguir y retener personal, el negocio es rentable

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Lorena, la propietaria de Bristol Coffee en Viladecans, transformó una pasión de una década en su forma de vida al abrir su propia cafetería de especialidad.

Según ha contado al canal de Eric Ponce, su interés por el mundo del café comenzó hace 10 años, durante su estancia en Bristol, donde se enamoró de la cultura local de tostadores y el buen ambiente de las cafeterías.

Al regresar a Cataluña, se formó como barista y decidió que, aunque ya se empezaba a ver el café de especialidad en Barcelona, ella sería la primera en introducirlo en su pueblo.

El camino hacia la apertura de Bristol Coffee, hace ya un año y medio, requirió una inversión significativa. Para levantar el local, se necesitó “poco más de 100.000 euros”. La inversión inicial total, que cubrió el traspaso, una obra no exagerada, la maquinaria (que fue el mayor coste) y el stock inicial de bebidas, rondó los 105.000 euros, según detalla.

Esta suma se cubrió mediante ahorros y deuda bancaria. Aunque la deuda con el banco ya ha sido saldada, Lorena calcula que, si el negocio mantiene su ritmo actual de ventas y facturación, la recuperación total de la inversión (incluyendo sus ahorros) tardaría alrededor de 3 años.

Bristol Coffee, más que un solo café

Bristol Coffee se distingue por su compromiso con la calidad. A diferencia del café torrefacto tradicional que se tuesta con azúcar, aquí utilizan café natural.

El café de especialidad exige una operativa precisa, ajustando la molienda diariamente y pesando 18 gramos de café para cada extracción, ya que factores externos como la lluvia o la humedad influyen en el grano.

Se trata de un proceso intenso, el que necesita que Lorena entre al local a la 7:00 horas de la mañana, lo que supone una hora antes de la apertura del negocio, ya que este tiene un horario diario de 8:00 a 13:00 y de 17:00 a 20:30.

No solo es cuestión de poner todo en orden y a punto para recibir a los clientes, sino que Lorena se encarga de elaborar la mayor parte de los productos gastronómicos que ofrece, desde las cookies, bizcochos hasta tarta de queso, entre otros.

Un producto final con mucho amor y trabajo que dan su resultado. Tanto es así, que se pueden vender hasta “60 o 70 galletas al día”, lo que genera un beneficio del 40%, por lo que es importante mantener esta esencia y seguir generando las delicias de cookies.

“El margen de beneficio de las cookies caseras es de aproximadamente un 40%, mientras que el de un cruasán comercial es del 55%; sin embargo, para igualar el beneficio monetario de una cookie, se necesitan vender tres cruasanes”, afirma.

Un desafío rentable

Un negocio va más allá de vender y obtener beneficios por los productos, si no que mantener un negocio en funcionamiento lleva una serie de costes, entre los que están los fijos mensuales como alquiler, sueldos, seguridad social, etc. o que le supone, según Lorena, un total de 7.000-7.500 euros.

A partir de este coste, se suma a ellos los gastos variables como la materia prima, como el café o la leche fresca, esto supone que los gastos totales asciendan a “9.000 o 10.000 euros”.

A pesar de los desafíos operativos, especialmente con la dificultad de conseguir y retener personal, el negocio es rentable. En un año, la cafetería ha facturado 138.000 €. De esa cifra total, lo que queda "limpio" en el banco, después de cubrir todos los costes y gastos, es de un "8 a 9%", es decir, lo que en cifra económica sería aproximadamente 12.000 euros. 

Aun con la complejidad de la gestión y la necesidad de trabajar 24/7, Lorena afirma que, si tuviera que volver a empezar, lo haría "igual de bien", aunque quizás organizaría los turnos con dos personas a media jornada en lugar de una a 40 horas, buscando una mayor flexibilidad.