Sant Carles de la Ràpita amaneció ayer en silencio. Un silencio denso, roto solo por el arrastre del agua y el sonido de las escobas que asomaban por las puertas de los bajos empujando barro.
En la parte baja del pueblo, donde el mar casi se confunde con la tierra, los coches descansaban cruzados sobre las aceras, alineados como piezas de dominó después de una partida abrupta.
Dos coches arrastrados por las riadas que dejó la DANA 'Alice' en Sant Carles de la Ràpita
"Esto era un río. El agua llegaba al metro de altura, la puerta del edificio está reventada por la presión. Es un desastre", decía Estela, una vecina de la calle Méndez Núñez, una de las más afectadas por la riada de la DANA 'Alice'.
Estela, una de las vecinas de Sant Carles de la Ràpita, en el portal de su edificio tras el paso de la DANA 'Alice'
Alrededor, los bomberos trataban de sacar vehículos atascados mientras los tractores apartaban el barro a paladas. "Hay que despejar los coches de la calle para que puedan entrar las máquinas y sacar barro", advertía el alcalde, Javier Reverté.
Desde el aire, un helicóptero y un dron del cuerpo de emergencias sobrevolaban la zona para seguir el rastro de los daños.
"No hay nada que hacer"
En la Ràpita, el agua había arrasado bajos, garajes y locales comerciales. El barranco de Solito, que atraviesa la zona, se convirtió en un caudal natural de la riada, arrastrando olas de fango que devoraron campos y huertos colindantes.
Dos personas atraviesan campos de cultivo de Sant Carles de la Ràpita tras el paso de la DANA
Cerca del puerto, una pareja hacía fotos a su coche cubierto de lodo. "Esto ya está estropeado. Cuando el agua entra así, no hay nada que hacer", decía ella, mostrando un vídeo grabado la tarde anterior. "Mira —añadía señalando la pantalla del móvil—, los coches flotando, bajaban uno a uno".
El agua del mar, mezclada con barro, había cambiado de color. "Ha partido el pantalán. Veo la mitad de los barcos de los que había ayer. Está irreconocible", contaba un vecino del muelle mientras observaba cómo los bomberos trataban de reflotar embarcaciones hundidas.
Un barco hundido y el pantalán partido por la DANA en Sant Carles de la Ràpita
La dueña de una tienda de suministros náuticos, Elisa, resumía el sentir general con una mezcla de resignación y alivio: "Más de medio metro de agua. Ahora toca limpiar y trabajar. Lo importante es que no haya habido desgracias personales".
"Se lo ha llevado todo"
En Alcanar, permanecía el ambiente de desolación. "Mi mujer quería salir a ver cómo había quedado el pueblo, pero yo no quería porque sabía que me iba a doler", decía un residente. "Tengo 74 años, y en mi vida he visto esto".
Un vecino de Sant Carles de la Ràpita muestra hasta dónde llegó el agua en el paso de la DANA 'Alice'
Subiendo hacia el barranco de Codonyol, Enric, residente de la zona alta, observaba el asfalto abierto por la mitad: "Infravaloramos la naturaleza. El agua se lo ha llevado todo. Veo el asfaltado de hace diez años". A su lado, Joana mostraba su casa, intacta por centímetros: "He tenido suerte. Estoy entre dos calles que se inundaron. Otros han perdido parte de sus viviendas".
Más arriba, los agricultores trataban de alcanzar sus campos. "Olivos y algarrobos perdidos", lamentaba Jorge, agricultor. "Ya van cuatro veces: que si Gloria, Filomena, y ahora esta. Los barrancos estaban taponados y el agua no tenía por dónde salir".
Una vivienda de Alcanar, destrozada por la DANA 'Alice'
Acechados por la siguiente
En Santa Bàrbara, la calle de la Victòria olía a humedad y desinfectante. Las tiendas volvían a abrir a medio gas, pero las marcas del agua seguían en los escaparates. “Estamos en la zona del barranco, es lo que tiene, pero como esto nunca”, contaba la propietaria de la Peluquería Patri Delgado. “De seis de la tarde a tres de la madrugada, sin parar de llover. Los muebles, los productos, los enchufes… todo empapado”.
En la Casa Museo de motocicletas Derbi, Ángel observaba el patio lleno de sedimentos. "No es normal que mi madre, con 87 años, no haya visto nunca lluvias así. El tiempo está cambiando". En su voz había más resignación que enfado: "Ahora tendremos que prepararnos para la siguiente", decía, mirando el cielo.
Un camión de Bombers saca el agua de un local inundado por la DANA 'Alice' en Santa Bàrbara
Mientras tanto, los vecinos se ayudaban entre sí. “Los bomberos nos han preguntado si necesitábamos ayuda, pero les hemos mandado para abajo”, contaba el dueño de un taller de pintura. “Aquí ya nos las arreglamos. Se han estropeado algunos cuadros, pero lo importante es que estemos todos bien”.
El día de después en cifras
A media mañana, el president Salvador Illa llegó a la zona cero. "Esta tarde pueden repetirse lluvias torrenciales", advirtió, mientras el plan Inuncat seguía activo y 250 bomberos permanecían desplegados en el terreno. Y así fue; a las 15:30 horas, otra alerta volvió a nutrir la preocupación de los vecinos.
Los equipos de emergencia habían recibido más de 2.300 llamadas y rescatado a 31 personas. 18 habían resultado heridas, una de ellas de gravedad.
Un residente de Sant Carles de la Ràpita vacía el barro de las calles tras la DANA 'Alice'
“Lo primero que he pensado ha sido Valencia”, decía una mujer en la Ràpita, recordando las inundaciones de hace un año en la capital del Turia. La frase flotaba entre el ruido de las palas y el agua que seguía goteando desde los balcones.
La mañana avanzaba y, poco a poco, las escobas iban devolviendo forma a las calles. En las fachadas quedaban las marcas del agua. Montsià y Baix Ebre despertaron irreconocibles. Y, entre tanto barro, los vecinos empezaban a escribir la parte más difícil de cualquier temporal: volver a empezar.
