La estación de tren más terrorífica de Cataluña, Vallcarca

La estación de tren más terrorífica de Cataluña, Vallcarca CRÓNICA GLOBAL

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La estación de tren más terrorífica de Cataluña: está cerca de uno de los pueblos catalanes más pijos

Fue una pieza clave en el desarrollo industrial de la comunidad autónoma

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Sitges es, con toda probabilidad, uno de los pueblos más pijos de Cataluña. Hay números que avalan que hay municipios con mayor renta per cápita, pero eso no quita que, en el imaginario catalán, este antiguo pueblo de pescadores ocupa este lugar.

No en vano, el multimillonario Carlos Slim se haya fijado en esta localidad para desarrollar un proyecto. Aunque no es en el pueblo, sino en uno de los rincones más misteriosos de su entorno. una estación de tren fantasma. Y no es Garraf, que sigue viva.

Este lugar pertenece a otra dimensión: por historia y por fenómenos paranormales, si es que se cree en ellos. Está a la vista de cualquier viajero que pase por allí en tren. Aunque pocos saben su historia real.

Unos edificios en ruinas y un andén desierto ha convertido es uno de los escenarios más inquietantes del litoral catalán, rodeado por un paisaje abrupto que, por la noche, le da el toque tenebroso que le falta el resto del día.

Dónde está

Conocida como Vallcarca, esta estación creció a la sombra de la cementera que le dio nombre. Fue una pieza clave en el desarrollo industrial de Cataluña, tanto es así que la estación se construyó para dar servicio a los obreros que trabajaban en la fábrica y en las canteras cercanas.

Desde allí, toneladas de cemento se transportaban hasta el puerto de Vallcarca, inaugurado en 1913. Se trata de una construcción que se hizo ex proceso para facilitar la salida de los materiales hacia las Islas Baleares y otros puntos de la península.

Estación de Vallcarca

Estación de Vallcarca RODALIES DE CATALUNYA

Un motor económico

¿Lo merecía? Sin duda. Las cifras de producción fueron notables durante muchos años. Sólo basta recordar que buena parte del cemento utilizado en la construcción de embalses tan importantes como los de Susqueda y Sau, además de edificios de la Universidad de Barcelona, salió de este rincón encajado entre acantilados, que dan fama a su carretera.

Su potencia económica fue tal que, durante la Guerra Civil, Vallcarca fu un objetivo militar. En 1937, la aviación fascista bombardeó el puerto, la cementera y la estación de tren, afectando gravemente a la actividad. Eso no acabó con ella.

Víctima del franquismo

A pesar de ser objetivo de ataques, la dictadura franquista conocían muy bien la importancia de esta infraestructura. Así, tras la victoria franquista, la estación fue reconstruida y se mantuvo en funcionamiento durante varias décadas más. 

La cementera y la cantera no sólo eran una fuente de riqueza, sino que estaba bien conectada. De hecho, allí hubo una colonia donde vivían los empleados, y es que, cuando querían salir lo tenían fácil, la estación de Renfe los llevaba a Barcelona y otras localidades cercanas.

Estado actual de la antigua fábrica de cemento de Vallcarca / GFC

Estado actual de la antigua fábrica de cemento de Vallcarca / GFC

El problema era otro. Las condiciones de vida en Vallcarca eran duras. Muy duras. El polvo de la cementera lo cubría todo: calles, viviendas y pulmones de quienes residían allí. La empresa intentó mitigar el problema con maquinaria alemana, pero el sistema pronto quedó inservible. 

Los problemas de salud, sumados al aislamiento y a la dureza del trabajo, hicieron que las nuevas generaciones decidieran marcharse. Muchos jóvenes abandonaron la colonia y se trasladaron a Sitges, donde las oportunidades laborales y la calidad de vida eran mayores.

El cierre y la atmósfera fantasmal

La decadencia fue inevitable. Con el éxodo de los obreros y sus familias, Vallcarca fue perdiendo vitalidad hasta que, finalmente, en 1994 la estación cerró sus puertas. Desde entonces, los trenes atraviesan el apeadero sin detenerse. Lo que queda hoy son viviendas abandonadas, naves en ruinas y una estación desierta que, al caer la noche, adquiere un aire espectral.

La playa cercana, conocida por algunos visitantes, sigue atrayendo bañistas en verano, aunque el polvo de las canteras y el aspecto decadente del entorno refuerzan la sensación de abandono. Para muchos, este escenario no resta interés; al contrario, convierte a Vallcarca en un lugar cargado de misterio, un espacio donde el tiempo parece detenido.

Estación fantasma de Vallcarca

Estación fantasma de Vallcarca FLICKR

Planes frustrados y futuro incierto

En los últimos años, Vallcarca ha despertado el interés de grandes inversores. El magnate mexicano Carlos Slim, a través de FCC, planteó la posibilidad de transformar la zona en un hub audiovisual acompañado de viviendas. El proyecto buscaba aprovechar el aislamiento del enclave y su peculiar estética, que lo convierten en un espacio atractivo para rodajes. Sin embargo, el plan se encuentra actualmente en punto muerto y el futuro de Vallcarca sigue siendo incierto.

Mientras tanto, los restos de la estación y de la colonia industrial permanecen allí, expuestos al paso del tiempo y a la erosión del mar y el viento, recordando la etapa en que este lugar era uno de los motores de la economía catalana.

Cómo llegar

Para quienes deseen conocer de cerca la estación fantasma de Vallcarca, la opción más sencilla es viajar por carretera. Desde Barcelona, hay que tomar la C-32 en dirección a Sitges. Pasado el núcleo de Garraf, se llega hasta el apeadero, situado junto a la cementera.

En transporte público, el acceso es más complicado. Los trenes no paran en Vallcarca desde hace décadas. La única alternativa consiste en bajarse en la estación de Garraf y emprender una caminata hasta el antiguo apeadero, siguiendo el trazado de la costa.