La detención de dos narcos en Cataluña podría parecer una operación más contra el tráfico de drogas. Pero no lo fue.
Lo que ha desvelado la segunda fase de la operación Atacama --liderada por la Policía Nacional en colaboración con la Policía de Investigaciones de Chile y la OFAST francesa-- es mucho cargamento de cocaína: se trata de una compleja red transnacional de narcotráfico que opera entre tres países. Y en el centro de esta estructura, una pieza clave: el puerto de Barcelona.
En exclusiva, el inspector jefe del grupo 42 de la UDYCO Central —la Unidad de Drogas y Crimen Organizado de la Policía Nacional— revela no solo los detalles del caso, sino que reflexiona sobre una amenaza urgente: “El puerto está peor de lo que pensamos”.
De Chile a Francia
El operativo Atacama empezó con una primera alerta, a mediados de 2024, desde el otro lado del Atlántico. La Policía de Investigaciones de Chile (PDI) localizó 60 kilogramos de cocaína ocultos en maquinaria agrícola lista para embarcar hacia Europa, con destino final: el puerto de Barcelona.
El hallazgo activó la alerta internacional. Las autoridades chilenas contactaron con los agentes de la UDYCO, que se trasladaron hasta el puerto catalán para verificar el cargamento y, sobre todo, identificar al receptor final. Tras confirmar que efectivamente las máquinas contenían droga, se descubrió que el destinatario era una empresa asentada en Perpiñán, en el sur de Francia.
Contenedores de mercancías en el muelle de descarga del Puerto de Barcelona
Fue entonces cuando se organizó una operación internacional coordinada con la policía gala: se permitió que la cocaína saliera del puerto en un transporte controlado, vigilado de forma discreta hasta la frontera francesa. Allí, la Policía Nacional Francesa tomó el relevo y custodió el cargamento hasta su destino.
En Perpiñán, el desenlace fue inmediato: varias detenciones, entre ellas los principales líderes de la red, ciudadanos franceses de origen magrebí.
Dos narcos huyeron
Esta primera fase de la operación Atacama reveló una estrategia arriesgada, pero eficaz: dejar circular la droga por territorio español con el objetivo de atrapar a los receptores finales "con las manos en la masa". Sin embargo, no todos cayeron.
Dos miembros destacados de la red, responsables directos de mover el cargamento del puerto hasta Francia, lograron escapar y se escondieron en Cataluña. Se trataba de un ciudadano colombiano con antecedentes por narcotráfico, que se ocultó en Badalona, y un ciudadano español sin antecedentes, residente en Terrassa.
Un arsenal de guerra
La segunda fase de Atacama se activó con la colaboración de la policía francesa y chilena. Tras meses de trabajo de inteligencia, ambos fugitivos fueron localizados en sus respectivas viviendas. Lo que hallaron los agentes al entrar era propio de un arsenal de guerra.
En el piso de Terrassa (Barcelona) se intervinieron un fusil CETME, un subfusil M1 modificado, una pistola con silenciador, 500 cartuchos de munición, un detector de señales y un rastreador GPS. En Badalona, los agentes aprehendieron cocaína, MDMA, tusi, éxtasis y casi 2.000 euros en billetes fraccionados.
Ambos hombres tenían en vigor sendas órdenes europeas de detención y entrega (OEDE) por los hechos ocurridos entre Chile y Francia, pero también se han abierto diligencias en España por delitos contra la salud pública, tenencia ilícita de armas y depósito de armas de guerra.
El armamento incautado ha sido remitido a la Policía Científica para investigar su origen y posibles conexiones con otras organizaciones criminales.
“El puerto está peor de lo que pensamos”
Más allá del éxito policial, el inspector jefe del grupo 42 lanza una advertencia preocupante. Según su experiencia, el puerto de Barcelona es hoy uno de los puntos de mayor actividad del crimen organizado.
Subraya que no basta con interceptar contenedores con droga. El problema es más profundo: “Hay corrupción. Mucha. Y no se está atacando con la contundencia que se necesita”.
Recuerda que, hace unos años, cuando las autoridades francesas desarticularon una de las mayores redes criminales de Europa —que operaba con aplicaciones encriptadas—, se destaparon múltiples casos de corrupción en puertos europeos. “Barcelona no es ninguna excepción”, advierte.
Imagen del muelle de contenedores del Puerto de Barcelona
Sin acceso no hay solución
Actualmente, el Cuerpo Nacional de Policía carece de libertad para acceder al puerto con fines de investigación criminal. “No pedimos intervenir aduanas ni fiscalidad”, aclara el inspector, “sino poder investigar el crimen organizado dentro del puerto, donde se mueve todo”.
Desde UDYCO lamentan que, sin esa libertad operativa, es difícil presionar a las organizaciones criminales.
La operación Atacama ha desmantelado una red, pero no ha cerrado el capítulo. La trazabilidad de las armas, el destino del dinero y las conexiones logísticas siguen bajo investigación. Y el puerto de Barcelona, pese a las alertas, continúa siendo una zona sensible.
“Hoy hemos detenido a dos capos”, concluye el inspector, “pero mañana llegarán otros. Lo único que puede cambiar eso es voluntad política para enfrentarse a la corrupción que lo permite”.
