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Algunas cosas permanecen inalterables en el tiempo, y una de ellas es el conocido como mercadillo de la miseria. A caballo entre Badalona y Sant Adrià de Besòs, una hilera de puestos a ras de suelo se colocan bajo la luz que se cuela por debajo de la autopista C-31 marcando el límite entre las dos ciudades de Barcelona. Un centenar de personas se agolpa, vendiendo o comprando, mientras los vecinos de las viviendas circundantes esperan una solución. 

Una viandante atraviesa el paso de cebra y se para a mirar a los visitantes que deambulan entre los objetos que se desperdigan sobre el asfalto. Nombra a Encants como el sitio de referencia para comprar frutas, verduras, carne, mientras que aquí, "benditos sean", dice, intentan ganarse la vida con la venta ilegal de objetos que encuentran en la basura, como piezas de ropa, móviles, calzado, juguetes, radiocasette o discos de vinilo de José Feliciano. 

El 'mercadillo' de la miseria de Badalona, por debajo de la autospita C-31 SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

Ansiedad al dormir en el barrio

Carol decidió invertir después de la pandemia en un bloque recién edificado en el barrio de El Remei, dentro del plan Nou Badalona. Siempre había querido vivir cerca del mar y, junto a los 51 vecinos con los que comparte edificio, decidió creer en las promesas políticas que insistían en que el propósito era darle una nueva vitalidad a la zona. 

"Pagamos 730 euros de IBI [impuesto de bienes inmuebles], hemos hecho un esfuerzo para vivir aquí y exigimos que haya un cambio de verdad", pide. "Nos sentimos estafados y abandonados por el proyecto", recalca, una sensación que se agrava por las noches, cuando la escandalera del mercadillo llega a las casas con el ir y venir de los compradores, que buscan una oportunidad. Asegura que, más allá de la venta ambulante, también hay drogas y conflictos entre los transeúntes. 

Es más, por las noches, y desde hace varios meses, se va a casa de sus padres o de su pareja a dormir "por la ansiedad que me provoca". Advierte que, en un principio, los puestos se situaban a partir de las ocho de la mañana, pero con la intensificación policial lo único que se ha conseguido es desplazar los horarios de los puestos, en vez de eliminarlos. "Aprovechan los cambios de turno de los agentes", avisa. 

Recrimina las falsas esperanzas que ha dado el alcalde de Badalona, Xavier García Albiol (PP), durante las últimas campañas electorales, "venía y esto estaba más controlado". Sin embargo, ahora lo que la Policía Local de Sant Adrià les recomienda a los vecinos que se quejan es que hagan ruido por redes sociales, "porque ahí es donde funcionan las cosas". "Ahora mismo me quiero ir", admite, como otra vecina que prefiere no dar su nombre.

"Traspasa la capacidad de los dos municipios"

Volviendo al mercadillo, la policía local vigila la zona con discreción. Dos coches y varios agentes permanecen al fondo. Por hoy, no hay ningún altercado, aunque las redadas se intensifican según la época del año. El último gran operativo contó con la colaboración de los Mossos d'Esquadra, la Guardia Urbana de Sant Adrià y Badalona y la Policía Nacional en enero de este año. Decomisaron unas 2,3 toneladas de materiales y se identificó a 117 vendedores ambulantes. Pero no es suficiente.  

Para responder a estas cuestiones, se pone al teléfono la alcaldesa de Sant Adrià de Besòs, Filo Cañete (PSC). Tiene un hueco en la agenda y responde a Crónica Global: "Es una realidad social que se nos escapa a todos", admite. "Traspasa la capacidad que tenemos los dos municipios y, aunque hemos hecho muchas inventivas, es necesario hacer un estudio socioeconómico de este fenómeno", mantiene. 

Urbanizar para desplazar

Creían que la actividad del mercadillo estaba vinculada a la del ordinario como "tractor económico", pero nada más lejos de la realidad. "Durante cinco semanas hicimos un dispositivo de choque desde primera hora y, prácticamente, se consiguió disolver, pero empezaron a venir a las cinco de la mañana", detalla. "Se nos escapa cuál es su motivación cuando ellos saben que son perseguidos", matiza. 

Juegan a despistar a los agentes de seguridad y, aunque baldeen las calles por las mañanas, siguen encontrando su sitio para ganarse el pan del día. Hay vendedoras que ya conocen a sus clientas después de tantos años, las saludan, ríen, pero cambian con rapidez su rictus cuando aparece un desconocido. Los años de presión policial han hecho mella y solo utilizan las palabras pertinentes para comentar la venta. O lo tomas o lo dejas. 

"Seguiremos haciendo presión", asegura la alcaldesa de Sant Adrià, que alude a que el volumen de gentío ha bajado en los últimos años. Pero, ¿cuál es la solución? Muchas de estas personas, que han rebuscado en las basuras para comerciar, son de fuera del municipio. Por tanto, no pueden aplicar ningún protocolo de ayuda social, aunque las circunstancias fueran las proclives. Queda provocar el desplazamiento forzoso de los cientos de personas que se agolpan cada lunes y martes. 

El mercadillo de la miseria de Badalona SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

"Muchas redes sociales"

Uno de los proyectos estrella de la legislatura es el Pla de Actuació Integral (PAI) Impuls Besòs. Los municipios, coordinados a través del Área Metropolitana de Barcelona (AMB), presentaron una propuesta de mejora para los bajos de la autopista, a financiar por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER). La idea es, cuenta la regidora, remodelar el aparcamiento y dotarlo de zonas verdes y espaciosas. La cuestión es, a través de la reurbanización, "seguir haciendo presión".   

El asunto se remonta tiempo atrás, por ejemplo, en el año 2011 ya había una crónica de El País que aludía a la mano dura con la que había entrado Xavier García Albiol (PP) a la alcaldía de Badalona, disparando los dispositivos para desalojar el mercadillo de Sant Roc. La última publicación en sus redes sociales fue hace unos meses. Sin embargo, las quejas vecinales se intensifican: "Muchas redes sociales y poco se hace". Al cierre de esta edición, el consistorio no había respondido a este medio.

Regatear

Hay que tener buen ojo, ya sea para encontrar la prenda perfecta entre los montones de ropa de las rebajas o el mejor precio de temporada. La búsqueda entre las mantillas es igual: el instinto se afina entre los objetos, abalorios y piezas sueltas que hay repartidas a lo largo del pasillo en el que los idiomas florecen entre gritos y llamadas.

Una mujer levanta una camiseta, la evalúa, y tira de labia: "A dos, ¿no? Que cinco está muy caro", le suelta al vendedor, y con discreción, avisa, "aquí siempre regatea y, si no te hacen caso, te vas un poco y te llaman para rebajártelo". Un zoco en miniatura. Lleva las bolsas llenas y, antes de irse, se acerca rápido y susurra, "ten cuidado con los bolsillos".

Desconfía, pero a plena luz del sol se mueve como pez en el agua. Una madre rebusca con su niño de unos ocho años, que vive un verano sin preocupaciones. Vienen desde L'Hospitalet de Llobregat cada martes, aunque el horario de apertura de los puestos comienza desde el lunes por la noche. Abre un pantalón vaquero blanco, "está muy bien", lo evalúa, y negocia. 

Uno, dos, tres euros. Los vendedores se sientan a un lado y a otro del pasillo que se forma entre los coches aparcados frente al instituto Pompeu Fabra. Pasan los días y la vida sigue, como el ir y venir de los pasos por este mercadillo.

Más de 3.000 personas en extrema vulnerabilidad

Cruz Roja es una de las entidades que están trabajando en Badalona. A pesar de las coyunturas que estén atravesando los vendedores ambulantes o los propios compradores, no actúa en el entorno.

En todo caso, desde la entidad detallan que durante el año 2024 se atendieron 3.787 casos de extrema vulnerabilidad en el municipio y, en colaboración con la concejalía de Derechos Sociales, intervienen para atender los aspectos relacionados con la pobreza.

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