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El pirocúmulo de Lleida fulmina el número de hectáreas quemadas en Cataluña en 2024: "Solo había una opción, la retirada"

El incendio de la Segarra, la Noguera y el Urgell arrasa más de 5.550 hectáreas, cuatro veces más que las afectadas por el fuego el año pasado en toda la región

Más información: La chispa de una cosechadora, la causa del gran incendio de Lleida

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El número de hectáreas quemadas por incendios en un año, fulminado por uno solo en poco más de 24 horas. Las llamas que arrasan la Torrefeta i Florejacs, en Lleida, han calcinado cuatro veces más hectáreas que las contabilizadas en Cataluña en todo el año 2024.

Fueron unas benevolentes 1.350 hectáreas el año pasado, frente a las 5.557,5 que lleva a sus espaldas el fuego declarado este martes. Este se ha cobrado la vida del dueño de una granja y un trabajador y ha dejado imponentes imágenes de un pirocúmulo en las comarcas de la Segarra, la Noguera y el Urgell.

14.000 metros de altura

El incendio está controlado desde las 22 horas del miércoles y no parece que el recuento –a cargo de los Agentes Rurales– vaya a aumentar, después de que se haya extendido por terrenos agrícolas y forestales de los municipios mencionados y de Vilanova de l'Aguda, Cabanabona, Oliola i Agramunt. Han quedado afectadas 13 masías --la mayoría, abandonadas--, siete cobertizos y dos granjas, una de ellas de cerdos.

Las llamas han progresado a la velocidad récord de 28 km/h, impulsadas por ráfagas de viento generadas por el propio incendio, que alcanzaron los 120 km/h. Asimismo, las cenizas se han dejado ver en toda la llanura de Lleida y han llegado hasta la Franja, límite con Aragón, después de levantarse una nube de cenizas y humo de 14.000 metros de altura.

Solo una opción: la retirada

Un panorama desolador que se produce cuando el aire, caliente, sube, se forma una nube muy alta y, cuando esta llega a una capa fría, se desploma y cambia radicalmente las condiciones. Es en esta situación, de compleja previsión, en la que a los 130 bomberos desplegados solo les quedaba una opción: retirarse.

“Se debe dar un paso atrás porque, técnicamente, no hay nada que sirva; solo esperar que el pirocúmulo caiga”, explica Joan Biescas, que describe el infierno al que se enfrentan los apagafuegos, “fuera de lo que es habitual”. “Es un ambiente irrespirable, todo es fuego y humo, incompatible con la vida humana”, asevera.

Bombers de la Generalitat trabajan en la extinción de un incendio

Bombers de la Generalitat trabajan en la extinción de un incendio Bombers de la Generalitat

Nuevos flancos

El excaporal del parque de Mollerussa, ya jubilado pero aún representante a CCOO, incide en que los apagafuegos se ven “desbordados” y deben regirse por el principio de autoprotección. Ante esta situación, el comando ordena la retirada y solo queda esperar a conocer los nuevos flancos abiertos por el fuego antes de volver a atacarlos.

Incendios como este endurecen aún más si cabe las condiciones en las que se despliegan los apagafuegos, ataviados con pesados uniformes de protección en unas temperaturas altísimas. Jornadas de 24 horas en las que se las apañan para ser relevados para comer o se turnan las tareas más exigentes, porque, para el delegado de Intersindical Alfons Tormo, "no puedes estar un día entero remojando el terreno, recargando agua o estirando de la manguera".

Por su parte, José Ruiz describe como “erráticos” los movimientos de los también conocidos como incendios de sexta generación, aquellos que se retroalimentan: “Son difíciles de prever y no permiten otra cosa que actuar al momento”. En este sentido, recuerda los dos fallecidos recientemente en la Segarra, así como los 20 de los graves incendios de Portugal en 2017.

Incendio en Torrefeta i Florejacs (Lleida)

Incendio en Torrefeta i Florejacs (Lleida) Bombers Europa Press

“Si escapa de las capacidades de un bombero, imagínate de las de un civil normal”, resume, motivo de más para seguir las indicaciones de las autoridades; en este caso, han incluido el confinamiento de 14.000 vecinos. De hecho, los indicios señalan que las dos víctimas mortales no se encontraban confinadas sino tratando de huir de la zona.

El caporal del parque de Tremp, en los Pirineos, afectado por el cierre de la unidad del GRAF (Grupo de Actuaciones Forestales) de Ponent, llama asimismo a recuperarla. “Lleida debe tener dos sedes y el tiempo nos da la razón”, incide, poniendo en valor el trabajo de prevención con agricultores, técnicos y otros actores del territorio, que dejaron de tener continuidad el año pasado.

Optimismo

Tras darlo por controlado en torno a las 22 horas de este miércoles, el jueves se prevé un escenario ligeramente más favorable, con unas temperaturas algo más bajas y una humedad relativa más alta.

Los medios aéreos trabajarán especialmente sobre el flanco derecho desde primera hora de la mañana, han informado los Bombers de la Generalitat a última hora del día.

Precedentes

No es el primer pirocúmulo visto en Cataluña. Previamente, ya sucedió en el incendio forestal de Santa Coloma de Queralt, en Tarragona, que quemó 1.700 hectáreas en 2021. Y aunque complicado como pocos, tampoco será recordado como el más peliagudo, ya que el del Pont de Vilomara, en Barcelona, afectó algunas casas urbanizaciones de vecinos hace tres veranos.

Este verano, Cataluña ha medido sus fuerzas con el fuego previamente, con un fin de semana de varios incendios simultáneos. La región estrenó el verano con uno en Granyena de Segarra (Lleida) y otro en Martorell, a las puertas de Barcelona. También en las poblaciones barcelonesas de Sant Esteve Sesrovires y Sant Salvador de Guardiola.

Incendio en Pont de Vilomara en 2022

Incendio en Pont de Vilomara en 2022 Europa Press

Más allá de sus dimensiones, el hecho de que ardieran el mismo fin de semana tensó la capacidad del cuerpo de bomberos. A mediados de junio, otro incendio cercó Cadaqués, ante la temerosa mirada de vecinos y turistas.