
Agentes antidisturbios de los Mossos d'Esquadra durante el dispositivo especial en el barrio de Cerdanyola de Mataró Mataró
Instrumentalizar la okupación: el medio de los jóvenes para reventar Salt, Mataró y la Font de la Pólvora
Fuentes institucionales insisten en estudiar la génesis de este fenómeno violento, que va más allá de la delincuencia urbana y tampoco responde a las lógicas del crimen organizado
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Salt, Mataró y el barrio gerundense de la Font de la Pólvora han sido escenario en las últimas semanas de graves altercados protagonizados por jóvenes —algunos, incluso, menores de 14 años— tras distintos intentos frustrados de okupación o desalojos conflictivos.
En todos los casos, el problema de la vivienda se ha convertido en el pretexto elegido para encender las calles con barricadas o contenedores ardiendo y para provocar enfrentamientos directos con los Mossos d’Esquadra.
Lo que se presenta como protesta social es, según las fuentes consultadas por Crónica Global, una instrumentalización del discurso okupa por parte de grupos de adolescentes con una única motivación: reventarlo todo.
Tres ciudades, un mismo patrón
El caso más reciente se ha producido en Mataró, en el barrio de Cerdanyola, donde la excusa fue una okupación fallida de un piso de la calle Valencia. Desde entonces, la capital del Maresme ha sido escenario de episodios muy hostiles, protagonizados, en su mayoría, por grupúsculos de jóvenes menores de edad.
Poco antes, ocurrió algo similar en la Font de la Pólvora, barrio en el que se registró otro intento de okupación, en este caso del Centro Cívico Onyar. Un joven de 15 años fue detenido por la tentativa de allanamiento y por los desórdenes públicos que vinieron después: lanzamiento de piedras y más barricadas y contenedores ardiendo.

Agentes antidisturbios de los Mossos d'Esquadra durante el dispositivo especial que se desarrolló en Salt (Girona)
En el caso de Salt, el estallido se produjo tras el desalojo de una familia que intentó reokupar el inmueble. A pesar de las diferencias entre los casos, todos comparten un elemento común: jóvenes de muy corta edad —incluso inimputables— canalizando su desarraigo y frustración a través de la violencia callejera.
Una forma de protesta extrema
Los Mossos d’Esquadra han respondido con contundencia en los tres escenarios, desplegando agentes de Seguridad Ciudadana y antidisturbios de las Áreas Regionales de Recursos Operativos (ARRO) para frenar la escalada de tensión.
No obstante, y más allá del refuerzo policial, las fuentes especializadas consultadas coinciden en que este fenómeno necesita un abordaje estructural. "No estamos ante delincuencia organizada ni ante un problema de orden público al uso", aseguran.
Se trata, alertan, de una forma de protesta extrema que emerge de entornos marcados por la exclusión social y la falta de referentes.

Agentes de la ARRO patrullando el barrio de Cerdanyola de Mataró Mataró
Necesidad de una respuesta transversal
En cuanto a los episodios más recientes, el Ayuntamiento de Mataró ya ha activado reuniones interdepartamentales para analizar esta nueva expresión de violencia juvenil, implicando áreas como convivencia, civismo y juventud.
En esta ciudad, los Mossos han detenido por ahora a cuatro menores de edad como presuntos autores de la quema de contenedores y los lanzamientos contra los agentes. Es más, un quinto sospechoso era un menor de 14 años, que fue devuelto a sus padres por ser inimputable.
Una realidad que evidencia la necesidad urgente de una respuesta transversal, en la que cuerpos policiales trabajen de la mano con servicios sociales, juventud o integración.
Despliegue policial
Desde la cúpula de los Mossos, el mensaje es de calma: no hay indicios, por ahora, de que esta espiral de violencia se esté extendiendo a otros territorios. Aun así, los distintos mandos policiales de cada región han activado mecanismos de seguimiento para detectar posibles réplicas y cortar de raíz la expansión del fenómeno.

Restos de los contenedores quemados en el barrio de Cerdanyola de Mataró Mataró
En el caso de Mataró, el dispositivo especial sigue activo y se mantendrá más allá de Semana Santa. Un patrón similar al que se puso en marcha tanto en Girona como en Salt, donde la presencia policial se hizo notar durante varios días, hasta que la tensión se rebajó.
Mientras tanto, los tres focos —Salt, Mataró y la Font de la Pólvora— se mantienen bajo vigilancia activa. Los expertos coinciden en que no se trata de criminales organizados ni de activismo estructurado, sino de un síntoma más de la desconexión entre ciertos jóvenes y las instituciones.
Para las fuentes consultadas, identificar esa fractura, intervenir desde múltiples frentes y hacerlo a tiempo puede ser la clave para evitar que la calle se convierta, otra vez, en el lugar donde expresar su malestar de forma extremadamente violenta.