Joven delante de un ordenador

Joven delante de un ordenador EFE

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Mafias de Nigeria, Marruecos y Filipinas están detrás de las sextorsiones denunciadas en Cataluña

Expertos en ciberseguridad advierten, además, que en un alarmante número de casos, el dinero obtenido de estas estafas sirve para financiar grupos terroristas

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Las grandes mafias de la ciberdelincuencia a nivel mundial han encontrado en Nigeria, Marruecos y Filipinas sus principales bases de operaciones para llevar a cabo delitos como el hackeo de cuentas, el robo de identidades en redes sociales y la sextorsión por todo el mundo.

Estas tres naciones encabezan el oscuro ranking mundial de procedencia de estos ataques, cuyos efectos devastadores se sienten a miles de kilómetros de distancia.

En España, y particularmente en Cataluña, las víctimas de estos engaños digitales son cada vez más numerosas, según advierte Adrián Vargas, experto en ciberseguridad de la empresa catalana Onbranding.

Los tentáculos del terrorismo

Sin embargo, la expansión de estos delitos no solo responde al avance de las nuevas tecnologías y herramientas digitales, sino también a un objetivo mucho más oscuro. Vargas y Selva Orejón, CEO de Onbranding y referente internacional en ciberseguridad, coinciden en que estas redes de ciberdelincuentes no buscan únicamente el lucro personal.

Y es que en un alarmante número de casos, el dinero obtenido de estas estafas sirve para financiar grupos terroristas, lo que revela un vínculo cada vez más evidente entre el crimen organizado y las organizaciones extremistas.

Adrián Vargas, de Onbranding, durante una mesa redonda sobre ciberseguridad

Adrián Vargas, de Onbranding, durante una mesa redonda sobre ciberseguridad SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

Este inquietante panorama plantea una pregunta crucial: ¿cómo operan estos ciberdelincuentes? La respuesta está en la sextorsión, una forma de chantaje digital que ha experimentado un auge vertiginoso en los últimos tres años.

La sextorsión se multiplica en España

Particularmente, en España, los delitos de sextorsión han experimentado un preocupante aumento, pasando de 1.691 denuncias en el año 2018 a casi 4.500 en 2023, el último año del que existen datos oficiales. Unos datos del Ministerio del Interior que avalan el relato de Adrián Vargas, que ha vivido cómo, año tras año, han llegado más víctimas a su despacho. 

Detalla el modus operandi, siendo el punto de partida las aplicaciones de citas. En ellas, los estafadores se dan de alta utilizando perfiles falsos con imágenes de hombres y mujeres sumamente atractivos para captar la atención de sus objetivos.

Normalmente, estas trampas se dirigen a "hombres jóvenes que están comenzando a explorar el mundo de las apps de citas", explica Vargas.

La app de Tinder en un móvil

La app de Tinder en un móvil EP

Una vez que logran hacer match, los ciberdelincuentes despliegan una estrategia meticulosa para ganarse la confianza de la víctima y crear un vínculo emocional. Tras consolidar esta relación ficticia, los estafadores trasladan la conversación a otras redes sociales, en particular Instagram, por dos razones fundamentales. 

Por un lado, les permite conocer mejor a sus objetivos: qué les gusta, qué hacen y a quién siguen. Y, además, es una plataforma que facilita las videollamadas, elemento crucial para la siguiente fase del engaño.

Capturan imágenes íntimas

Cuando la interacción evoluciona hasta un plano íntimo, los estafadores proponen una videollamada con connotaciones sexuales.

Sin embargo, nunca muestran su rostro en tiempo real: alegan problemas de conexión o utilizan imágenes estáticas previamente grabadas. En este contexto, persuaden a la víctima para que se masturbe frente a la cámara, sin que esta sospeche que está siendo grabada.

Con las capturas de pantalla obtenidas, el tono de la conversación cambia abruptamente. Los estafadores revelan su verdadera identidad y exigen un pago a cambio de no difundir las imágenes comprometedoras.

Para aumentar la presión, suelen enviar a la víctima capturas de conversaciones con sus amigos y familiares, insinuando que el material será compartido si no ceden al chantaje.

El peligro fuera de las redes sociales

Pero el verdadero infierno no termina ahí. Si la víctima se mantiene firme y se niega a pagar, los delincuentes buscan otras vías para monetizar el contenido. En algunos casos, suben los vídeos a plataformas de contenido para adultos, donde generan ingresos a partir de las visualizaciones, un esquema similar al de OnlyFans.

Ante este escenario, el equipo de Onbranding desempeña un papel crucial. Su labor se centra, por un lado, en certificar el material que aportan las víctimas—pantallazos, conversaciones, fotografías—para demostrar que el contenido es real y no ha sido manipulado por ninguna de las partes.

Un ciberdelincuente frente a la pantalla de un ordenador, en un montaje

Un ciberdelincuente frente a la pantalla de un ordenador, en un montaje CRÓNICA GLOBAL

Y, además, monitorizar de manera constante páginas pornográficas y plataformas de contenido para adultos con el fin de impedir que los vídeos extorsivos sean publicados.

No ceder nunca al chantaje

El consejo de los expertos es claro: no ceder nunca al chantaje. Pagar solo refuerza el negocio de los delincuentes y no garantiza que las imágenes desaparezcan.

Y no solo eso, según advierte Vargas, pagar también implica que el nombre de la víctima se introduzca en una especie de "lista  de oro" de los ciberdelincuentes, donde se añaden los datos de aquellos que ceden con facilidad a las presiones de los criminales. 

Por ello, la solución pasa por denunciar, bloquear a los estafadores y buscar asesoramiento especializado.

Gracias a las denuncias, investigadores como Adrián o Selva pueden obtener más información del modus operandi de estas organizaciones, desentrañar sus mecanismos y, con ello, descubrir los peligrosos lazos que los ciberdelincuentes mantienen con grupos terroristas.