
Casa Lleó i Morera, en el número 35 de paseo de Gràcia
Barcelona bloquea la reapertura de una joya modernista por culpa de una rampa para discapacitados
Núñez y Navarro presenta un plan al Ayuntamiento para que la Casa Lleó i Morera del paseo de Gràcia vuelva a ser visitable, pero los técnicos municipales tumban el proyecto porque "no es accesible"
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La Casa Lleó i Morera es una de las joyas más preciadas del Eixample. Obra de Domènech i Montaner y ubicada en la rive gauche del paseo de Gràcia, goza de un esplendor artístico a la altura de sus vecinas Casa Amatller y Casa Batlló, en el mismo chaflán. Núñez y Navarro, propietaria del bloque, quiere rehabilitarla para que vuelva a ser visitable al público. Pero el ayuntamiento lo impide.
Hasta este año, el inmueble era un edificio de oficinas, pero los contratos de alquiler no se han renovado porque Núñez y Navarro porque quiere darle una nueva vida. Si bien no especifica cuál, fuentes del sector apuntan que la idea es que los barceloneses puedan volver a visitarla.
La Administración vigila con lupa
Para poder abrir, deberán sortear a la siempre reticente Administración barcelonesa. Si la Casa Lleó i Morera ha ejercido durante la última década como edificio de oficinas, es porque el ayuntamiento ya impidió en 2016 que se pudiera visitar.
Ahora, la propiedad ha presentado un plan de reapertura. Pero, de momento, ha sido denegado, si bien Núñez y Navarro tiene hasta tres meses para presentar alegaciones.

Las escaleras de la discordia en la Casa Lleó i Morera en paseo de Gràcia
El motivo es el mismo que produjo su cierre en 2016: no tiene rampa para discapacitados. La casa cuenta con ocho grandes escalones en su entrada, insalvables para las personas con movilidad reducida. No es posible la instalación de una rampa o de un mecanismo automatizado porque podría dañar el patrimonio histórico.
Ya en 2016 el ayuntamiento consideró infranqueable este escollo para que la casa fuera visitable. Se dijo entonces que el Código Técnico de Edificación de la Generalitat no lo permitía. Ahora, la constructora lo ha vuelto a intentar. Pero topa de nuevo con los técnicos municipales, ya archiconocidos en el mundo empresarial por su intransigencia.
Las "inviables" propuestas del ayuntamiento
Las dos propuestas que el consistorio presentó en 2016 fueron cada cual más exótica: la primera, construir un ascensor desde la planta baja del edificio, en mitad de la tienda de lujo Loewe; y la segunda, instalar una pasarela de 200 metros por el interior de la manzana de viviendas, desde la calle Aragó hasta la casa Lleó i Morera, pasando por las casas Batlló y Amatller.
Ambas se consideraron inviables por su complejidad y por la dificultad de alcanzar pactos entre todas las partes.

Casa Lleó i Morera, en el paseo de Gràcia
En contra de la voluntad de Josep Lluís Núñez
A no ser que se obre un milagro, el barcelonés no podrá disfrutar de uno de los conjuntos más ricos de las artes aplicadas al modernismo, con mosaicos, vidrieras, marqueterías, pavimentos o esculturas que reflejan el esplendor perdido de una ciudad que un día fue el centro de la vanguardia artística.
Permanecen aún inexploradas para el ciudadano las damas que un día esculpió Eusebi Arnau, los elegantes salones o las vidrieras de Rigalt con relieves de porcelana, testigos silentes del ocaso de una burguesía que otrora quiso ser la más ilustrada de la vieja Europa.
La profusa ornamentación de la Casa Lleó i Morera seguirá como un secreto bien guardado. También se incumple así el viejo deseo del difunto patriarca de la empresa, el expresidente del FC Barcelona Josep Lluís Núñez, quien adoraba este bloque.
Historia de un bloque irrepetible
La casa se levantó en 1906, y compitió con las vecinas Batlló y Amatller por ser la más bella de la ciudad, un conflicto que dio origen al apodo “la manzana de la discordia”, el tramo del paseo de Gracia entre Aragó y Consell de Cent.
Perteneció a la familia Lleó i Morera hasta 1943, cuando fue vendida a la Sociedad Mercantil Bilbao, primero, y a la Mutualidad General de Previsión Social de la Abogacía de Madrid, después.
Núñez y Navarro compró el edificio al Grupo Planeta en 2006. Había sufrido desperfectos por culpa del paso del tiempo, las guerras y la mano larga de algún que otro empresario sin sentido patrimonial que profanó los bajos para instalar una tienda Loewe.
Antes de ser de Núñez, había sido la sede de la Fundación José Manuel Lara --precisamente allí se instaló la capilla ardiente del patriarca del grupo Planeta--. Una vez falleció Lara, Josep Lluís Núñez le echó el ojo y recuperó algunas de las alambicadas joyas que ornamentaban el edificio a comienzos de siglo y que se habían perdido. Hoy, el bloque vaga sin rumbo, ignota belleza entre las hordas de turistas.