
Imagen de archivo de un nido de procesionaria del pino
La plaga de procesionaria en Cataluña, un problema para el campo y el turismo rural y de aventura
Entre los meses de octubre y diciembre, la Generalitat se ha visto obligada a realizar un tratamiento más intensivo, con rociamiento de un producto biológico no tóxico desde avionetas y helicópteros, en el Pirineo, Garraf y el Baix Penedès
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La plaga de procesionaria en Cataluña, especialmente extendida en el Pirineo, Garraf y Baix Penedès, es un problema añadido para el campo y el turismo rural y de aventura. Es por ello por lo que la Generalitat ha tenido que realizar un tratamiento intensivo con un producto no tóxico desde avionetas y helicópteros en los últimos tiempos.
Durante el último trimestre del 2024, el Govern se vio obligado a realizar un intenso tratamiento en 17.500 hectáreas de esas y otras zonas por la elevada presencia de estas orugas. Concretamente, la acción de la Administración se ha visibilizado en 48 municipios de 12 comarcas.

Imagen de archivo de una avioneta que trabaja para reducir la plaga de la procesionaria
Varios sectores afectados
"Cuando la plaga se concentraba en un espacio determinado se podría hacer una intervención más quirúrgica; ahora, estamos hablando de una afectación de grandes extensiones y por esa razón recurrimos al tratamiento aéreo", argumenta a Crónica Global Jorge Heras, responsable de Sanidad Forestal del Departamento de Agricultura.
Pero estas orugas, urticantes para los humanos y potencialmente mortales para las mascotas, no solo repercuten en el campo. Heras asegura que las medidas de control de la plaga son "bienvenidas" también en actividades económicas como el turismo rural, la pesca, la caza y el senderismo.

Pinos con procesionaria CRÓNICA GLOBAL
Uso de productos no tóxicos
Según cálculos de la Administración, el uso de productos biológicos, no tóxicos ni peligrosos para el medio ambiente, desde una avioneta, ha permitido reducir hasta un 80% la presencia de las orugas.
Entre los años 2014 y 2017, debido a otoños e inviernos significativamente más cálidos de lo habitual y a la reducción de hectáreas tratadas con medios aéreos, la población de procesionaria experimentó un crecimiento extraordinario, generando preocupación social.
De hecho, la Asociación Nacional de Empresarios de Sanidad Ambiental ha expuesto que el cambio climático, con temperaturas que superan los 30 grados en enero, es la principal causa por la que se ha avanzado la presencia de la procesionaria del pino. Habitualmente, este fenómeno se asociaba al período que va de marzo al mes de junio.

Imagen de archivo de una bolsa de orugas
A partir de 2018, la tendencia general muestra un descenso en los niveles de afectación, especialmente en las áreas más perjudicadas. Es importante destacar, bajo el criterio de los técnicos de Agricultura, que la continuidad y persistencia de estos tratamientos de control ayuda a reducir la gravedad de las afectaciones. No obstante, el panorama no es demasiado alentador en el contexto actual de cambio climático.
Además del desplazamiento en altitud debido al aumento de las temperaturas, se están observando variaciones significativas en el patrón de afectación: la falta de control natural en ciertas zonas está provocando daños recurrentes año tras año, los efectos sobre los pinos se agravan por la acción combinada de distintos factores, y en algunas áreas coexisten orugas en diferentes fases de desarrollo, complicando aún más la situación.