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Imagen de una noche de disturbios con el sello de los Boixos Nois
Los Boixos Nois vuelven al banquillo por la emboscada a Mossos en una protesta anti-Covid
La Fiscalía solicita para ellos ocho años de prisión: cuatro por un presunto delito de desórdenes públicos y otros cuatro por atentado a la autoridad
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Cuenta atrás para juzgar a seis jóvenes de ideología ultraderechista, algunos de ellos vinculados directamente con los Boixos Nois -el grupo ultra del FC Barcelona-, por protagonizar graves disturbios durante una manifestación contra las restricciones por la pandemia, el 30 de octubre de 2020.
Según ha podido saber Crónica Global, la Fiscalía les imputa un presunto delito de desórdenes públicos y otro de atentado a la autoridad por encararse, amenazar y agredir a los Mossos d’Esquadra que custodiaban la protesta.
Barricadas, fuego y bengalas
Los disturbios se iniciaron la tarde de ese 30 de octubre en la plaza de Sant Jaume de Barcelona, en el marco de una manifestación para protestar por las restricciones por la pandemia. En especial, por aquellos negocios que llevaban meses con la persiana bajada.
Tras una primera movilización pacífica, un grupo de "radicales", en su mayoría de ideología neonazi, empezaron a quemar mobiliario urbano, a lanzar bengalas y otros objetos contra el cordón policial, y a protagonizar graves enfrentamientos con los agentes antidisturbios.
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Agentes de Mossos d'Esquadra durante una noche de disturbios en Barcelona / PABLO MIRANZO (CG)
Pronto, la violencia se extendió a calles adyacentes, como las inmediaciones de la plaza de la Catedral y la Plaza Urquinaona, donde incluso algunas luces de Navidad se desprendieron a causa del fuego de las barricadas.
20 agentes heridos
Según las fuentes consultadas, la revuelta estuvo liderada por J.J., uno de los cabecillas de los Boixos Nois en el Garraf.
Bajo su dirección, decenas de ultras se lanzaron contra los agentes, causando que 20 policías resultaran heridos leves. Un episodio que trascendió, incluso, a la prensa internacional.
El entonces director de los Mossos d’Esquadra, Pere Ferrer, atribuyó la violencia a grupúsculos de extrema derecha, sospechando que existía una coordinación con otras ciudades de España e incluso de Italia. Según Ferrer, los atacantes iban preparados para lanzar pirotecnia contra las líneas policiales.
Ocho años de prisión
Pese a que la investigación identificó a 14 personas –incluidos dos menores–, sólo seis se sentarán en el banquillo de la Audiencia de Barcelona. Entre los acusados figuran J.J. y su hermano M.J., dos de las caras más visibles de la facción del Garraf de los Boixos Nois.
La Fiscalía solicita para todos ellos ocho años de prisión: cuatro por un presunto delito de desórdenes públicos y otros cuatro por atentado a la autoridad.
Sin embargo, las fuentes consultadas subrayan que la agresión habría sido perpetrada por un grupo mucho mayor, de unas 50 personas. No obstante, no todos han podido ser identificados, o no se les ha podido atribuir un delito concreto.
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Imagen de archivo de una manifestación de los Boixos Nois REDES
A pesar de que el Juzgado de Instrucción 14 de Barcelona ya ha cerrado la primera fase de la investigación y todas las partes han presentado sus escritos de defensa y calificación, la vista aún podría retrasarse.
Ninguno de los acusados se encuentra en prisión por estos hechos, lo que podría dilatar el proceso.
Un historial de violencia ultra
Este juicio se suma al largo historial delictivo de los Boixos Nois, cuyos miembros han protagonizado numerosos episodios violentos en los últimos años.
Recientemente, tres de sus integrantes más jóvenes fueron juzgados por la brutal paliza a un ultra del Rayo Vallecano en Sitges (Barcelona) en 2018.
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Dos aficionados del Barça con camisetas de Boixos Nois CULEMANÍA
Durante la vista, los acusados reconocieron los hechos y llegaron a un acuerdo con la víctima, lo que redujo la pena a dos años de prisión, lejos de los 11 que pedía inicialmente la Fiscalía por un homicidio en grado de tentativa.
'Cazadores' y la 'operación Hydra'
Los protagonistas de este próximo juicio también guardan relación con otro de los macroprocedimientos pendientes contra los ultras del FC Barcelona: el caso Cazadores, el cual dio alas a la operación Hydra, una de las mayores investigaciones policiales contra la facción criminal de los Boixos Nois, los Casuals.
El episodio que desencadenó Hydra ocurrió el 28 de noviembre de 2021 en el bar Cazadores de Cornellà de Llobregat, donde varios ultras del Barça atacaron a los seguidores radicales del RCD Espanyol, conocidos como las Brigadas Blanquiazules.
La reyerta dejó el local destrozado y dos heridos. A partir de ahí, los Mossos d’Esquadra iniciaron una investigación para desarticular la supuesta estructura criminal liderada por los Casuals.
Sin embargo, un error de procedimiento debilitó la causa, reduciendo las diligencias y dejando a la mayoría de los detenidos en libertad bajo fianza.
La situación se complicó aún más cuando el principal testigo desapareció y, meses después, acabó en prisión por narcotráfico, lo que derivó en la anulación de varias fianzas impuestas a los investigados.
Extorsión en Vilanova i la Geltrú
Más allá de los enfrentamientos violentos, los Casuals han sido vinculados a actividades delictivas como el tráfico de drogas y la extorsión.
Recientemente, la Fiscalía de Barcelona ha pedido penas de entre dos años y cuatro meses y nueve años y ocho meses de prisión para siete supuestos miembros del grupo por extorsionar a dos empresarios de Vilanova i la Geltrú.
Según el escrito de acusación, en octubre de 2022, dos de los procesados acudieron a una tienda de Vilanova y exigieron al dueño 100.000 euros, argumentando que su socio les debía esa cantidad por "haberle prestado seguridad".
Cuando la víctima explicó que no disponía de ese dinero, los ultras amenazaron con enviar 40 hombres a reventar el local, obligándole finalmente a entregarles un Ferrari Testarossa tasado en 211.000 euros.
De este modo, el juicio por la agresión a los Mossos será, pues, sólo uno de los frentes judiciales abiertos contra los grupos ultras del FC Barcelona, cuya actividad delictiva sigue siendo objeto de intensa vigilancia policial.