España sigue conmocionada por los daños que ha causado lo que ya se conoce como “la DANA más devastadora del siglo”. Una tormenta que ha descargado con especial virulencia en el levante español –zona de por sí afectada por estos fenómenos– y que ha dejado destrozos millonarios y decenas de muertos y desaparecidos a pesar de la previsión.
Para el recientemente reelegido presidente del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos (ICOG), Manuel Regueiro, “esto es la crónica de una muerte anunciada”. Porque los pueblos afectados están construidos en llanuras aluviales, junto al río y por tanto inundables, y porque “hay unos responsables” que “no parece” que hayan actuado debidamente.
“No se había visto nunca”
Reconoce, no obstante, que “ningún alcantarillado está diseñado para absorber los 500 litros por metro cuadrado” que han vaciado las nubes en zonas de la Comunidad Valenciana. Además, “no se había visto” nunca que una DANA se quede quieta y descargue durante mucho rato, como ha ocurrido esta vez. Pero han fallado muchas cosas.
En conversación con Crónica Global, Regueiro explica que en Valencia ya había inundaciones 300 años antes de Cristo, como se ha descubierto en algunas construcciones romanas. Y que, desde entonces, “se ha ocupado más territorio” en esas zonas inundables. “Si el agua no puede penetrar, circula”, detalla.
Deconstruir ciudades
Ahora bien, lo más urgente en este momento es buscar a los desaparecidos y asegurar que los afectados por los destrozos tengan un techo y alimento. Después hay que “arreglar, reparar, limpiar… y sentarse a pensar cómo evitar esto la próxima vez”.
La receta de Regueiro es clara: se trata de “dejar más espacio a los ríos”, de “deconstruir” ciudades, de “quitarle territorio a la inundación”, y de “cambiar el sistema de alerta”, de tal modo que se evacúe a la gente y que solo haya que lamentar daños materiales. “Si reparas y reconstruyes en ese lugar se volverá a inundar”, pues “todos los años hay DANA”.
Cataluña, al día con los mapas de riesgos
En este sentido, aplaude que “Cataluña se ha tomado más en serio” las medidas para minimizar daños en caso de temporal. De hecho, es la única autonomía en la que todas las poblaciones tienen actualizados sus mapas de riesgos, aunque sea insuficiente.
Al menos, tiene bien identificadas las zonas inundables, recuerda sus desastres, e indica donde no se debe construir. Otra cuestión es lo que se pueda hacer con los edificios levantados antes de esos planes en las llanuras aluviales de grandes ríos como el Llobregat. O en los Pirineos.
“Siempre habrá inundaciones”
Del mismo modo, recuerda Regueiro que Barcelona ciudad tiene el tanque de tormentas más grande de Europa (una cavidad destinada a absorber grandes cantidades de agua en caso de crecida del río), y que el metro también ayuda a canalizar el agua.
Aun así, insiste en que en Cataluña no han caído esos 500 litros por metro cuadrado que sí han descargado en Valencia, por lo que es impredecible lo que podría ocurrir en ese caso. “Siempre habrá inundaciones porque las ciudades llevan mucho tiempo”, prosigue.
Cambio climático para desviar la atención
En cuanto a quienes culpan de estos episodios al cambio climático, denuncia que “es muy fácil” hacer esas declaraciones desde un despacho. Un cambio climático con el que, en cierto modo, se responsabiliza a las personas de las desgracias, pues son ellas que producen el CO2. Pero así “se desenfoca el problema”, que es la construcción donde no se debe y un protocolo fallido.
Por último, recuerda que, si bien esta DANA “ha sido muy poderosa”, con anterioridad incluso a la aparición del hombre “ha habido otras más potentes”. Pero la política tiene sus tiempos y la naturaleza otros, lamenta.
No son desastres naturales
En la misma línea se pronuncia el también geólogo Joan Escuer, quien opina que “una tormenta severa o una inundación repentina lejos de una región poblada difícilmente generarán un desastre dada la falta de elementos vulnerables expuestos al peligro”.
Así, aunque existen conocimientos sobre amenazas y riesgos, “la falta de preparación de los Estados y la falta de concienciación” de la población conducen a estos desastres que “no son naturales”. Ya lo escribió el geógrafo Gilbert White en 1945, según recuerda Escuer: “Las inundaciones son casos de fuerza mayor, actos de Dios, pero las pérdidas por inundaciones son en gran medida actos del hombre”.