El puente del tranvía de Badalona, sobre el Besòs, roto por la crecida del río / 'LA ESQUELLA DE LA TORRATXA'

El puente del tranvía de Badalona, sobre el Besòs, roto por la crecida del río / 'LA ESQUELLA DE LA TORRATXA'

Vida

La riada de San Antonio cumple 125 años: cuando el Besòs y el Llobregat lo inundaron todo

Los desbordamientos afectaron a toda Cataluña, con especial incidencia en la capital y los aledaños, que quedaron incomunicados y sufrieron graves consecuencias económicas

15 enero, 2023 00:00

Ha habido varias inundaciones muy graves en Cataluña, como las de 1962 y 1971, pero distintas a las registradas en enero de 1898, de las que ahora se cumplen 125 años. Entonces se desbordaron a la vez el Besòs y el Llobregat –así como otros ríos y afluentes del territorio–, y Barcelona y los pueblos de alrededor quedaron anegados, aislados, incomunicados. Fueron horas, días, de tremenda angustia. Ni pan tenían para alimentarse. En aquella economía basada en la agricultura y la ganadería multitud de labradores perdieron sus cosechas y otros tantos ganaderos se quedaron sin sus animales, ahogados.

El físico Eduardo Lozano analizó la causa de esas riadas, y determinó que el agua caída del cielo en aquellos días –que fue mucha– no era suficiente para tales destrozos. Sin embargo, precisó, esas tierras estaban ya empapadas “a consecuencia de frecuentes y abundantes lluvias que empezaron en la segunda decena de agosto de 1897 hasta la primera de enero de 1898”, por lo que el terreno no pudo absorber más y los ríos se desbordaron. De hecho, La Vanguardia del 17 de enero de 1898 se refiere a “tres semanas de continuadas y, en ciertos momentos, torrenciales lluvias” como la razón “de la salida de cauce del caudaloso Llobregat”, que invadió “todos los pueblos de esta comarca”.

Serenos y tiros

La alerta llegó por la tarde-noche del 15 de enero, sábado. Para entonces, ya circulaban noticias acerca del desbordamiento del Besòs y de la riera de Horta, “poniendo en grave apuro a las familias que habitan en aquellas inmediaciones”. A las once, “los bomberos y serenos de la ciudad daban la voz de alarma pidiendo auxilio con los pitos”, se lee en La Vanguardia del día 16. Algunos labradores “empezaron a disparar tiros en demanda de auxilios que no se les podían dar por falta de medios”.

Nótese que aquella Barcelona, que estaba en expansión con la anexión de los pueblos vecinos (la ciudad contaba por aquellos tiempos con alrededor de 530.000 habitantes, y la provincia, con un millón), no era la actual, y mucho menos las localidades aledañas. El medio de transporte en la metrópolis era el tranvía a vapor, o el ferrocarril, o el carro; apenas había teléfonos y muchas comunicaciones se realizaban por vía telegráfica o por correo postal, por no hablar de la cantidad de solares y zonas sin urbanizar que había, con viviendas disgregadas, y ganándose muchas familias el pan labrando el campo o con la ganadería. El puerto actual y el aeropuerto no existían todavía.

En rojo, los edificios que había en Barcelona en 1903 / MUHBA

En rojo, los edificios que había en Barcelona en 1903 / MUHBA

Multitud de municipios afectados

Aquella noche fue larga, si bien es cierto que la incipiente urbanización del Eixample frenó daños mayores. Pese a ello, la mayoría de sus calles quedaron “intransitables”. “En la calle de Aribau se hundió parte de la acera frente a las casas números 8 y 10 y en la rambla de Catalunya el hundimiento de la acera arrastró consigo la pared de un solar inmediato”, proseguía la cabecera de Godó. Hubo desprendimientos de tierra en Roger de Flor. Para colmo, fuertes ráfagas de viento tiraron cercas y muros por toda la capital catalana. Se libró del desastre la parte alta –por su ubicación–, bien que sus calles fueron torrentes durante las lluvias. Y la anchura del Besòs alcanzó “cerca de un kilómetro”, ocultando todo a su paso, en especial la zona de la Mina y Camp de la Bota, en la desembocadura. Los daños personales, afortunadamente, fueron mínimos.

Hubo afectaciones en el tranvía y en el ferrocarril; algunos puentes de las poblaciones vecinas se hundieron. Molins de Rei, Sant Feliu de Llobregat, Sant Joan Despí, Sant Just Desvern, Cornellà de Llobregat, Sant Boi de Llobregat, Sant Vicenç del Horts, El Papiol, L’Hospitalet de Llobregat y, sobre todo, El Prat fueron otros de los municipios afectados por las inundaciones. Este último, por su ubicación, quedó en la práctica incomunicado. Asimismo, quedó interrumpida la conexión telefónica con Madrid, y el servicio de correos. La situación comenzó a normalizarse cuatro días después, gracias a la mejoría del tiempo, pero también a los esfuerzos de los bomberos –que habían achicado agua con bombas rudimentarias, las de aquella época– y otros cuerpos. Para hacerse una idea de aquella Cataluña, La Esquella de la Torratxa ilustró su crónica el 21 de enero con la fotografía de un carro tirado por caballos transportando una barca destinada al socorro.

Aquella riada de San Antonio cumple 125 años.

Un carro tirado por caballos transporta una barca para las labores de rescate / 'LA ESQUELLA DE LA TORRATXA'

Un carro tirado por caballos transporta una barca para las labores de rescate / 'LA ESQUELLA DE LA TORRATXA'

¿Se puede repetir?

¿Se puede repetir algo así? El presidente del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos (ICOG), Manuel Regueiro, considera que sí, pero los daños serían menores a los registrados hace más de un siglo. Para empezar, destaca que Cataluña es el único territorio nacional con mapas de riesgos por inundaciones, que prohíben la construcción en zonas inundables. Por otro lado, explica que, en el caso de Barcelona, está urbanizada de tal forma que tiene un sistema de drenaje para casos de lluvias torrenciales y, además, la ciudad dispone del mayor tanque de tormentas de Europa, una infraestructura subterránea diseñada para recoger litros y litros de agua si es necesario en casos puntuales. Para los daños personales, “las alarmas funcionan con más precisión”, y existen Protección Civil y Aemet, que proporcionan información en tiempo real a los ayuntamientos.