Practicar cualquier actividad física, ya sea en el gimnasio o al aire libre, es algo que cuesta al principio. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, hacer deporte se convierte, no sólo en algo mucho más sencillo, sino que también aumentan las ganas.
No es la creación de un hábito o de una rutina como tal. Se ha encontrado una evidencia científica. O mejor dicho, tres. Investigadores españoles han descubierto que los músculos producen tres proteínas que regulan las ganas de hacer ejercicio. De hecho, cuanto más movimiento, más sustancias liberadas y, por tanto, más ganas de practicar deporte. El círculo virtuoso ha quedado demostrado. Pero, ¿cómo funciona?
Cómo engancharse al gimnasio
La investigadora principal del estudio, Guadalupe Sabio, ha explicado que "es el propio músculo quien regula el interés por hacer ejercicio". De hecho, cuando estos se contraen de manera repetida e intensa, generan las proteínas p38a y p38y, que son las que aportan más ganas de realizar actividad física.
A estas dos se ha de sumar la llamada interleucina 15 (o IL-15), relacionada directamente con la p38y. Cuando esta última se genera, se estimula la producción de la IL-15, y esta tiene repercusiones en el movimiento. Esta se va directamente a la sangre, y es la que da más ganas de hacer ejercicio.
Deporte y obesidad
Además de poner encima de la mesa la evidencia científica de por qué a más ejercicio, más ganas, también se ha desvelado un aspecto clave de estas proteínas en las personas con obesidad.
Los investigadores detallan que las condiciones físicas del sobrepeso excesivo hacen que la proteína IL-15 tenga mucha menos presencia en la sangre y, por lo tanto, se tengan menos ganas de hacer deporte. Por lo tanto, también se arroja luz sobre el círculo vicioso de hábitos de vida sedentarios.
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