Los catalanes tenemos costumbres raras. Hemos de reconocerlo. El primer paso siempre es este. Aceptar que hay cosas que cuestan de entender en el resto del mundo. El ejemplo más claro son los castellers.

Esta tradición de hacer torres humanas, poniéndose unos encimas de otros y haciendo subir a un menor de edad hasta la cima, cuando puede llegar a tener hasta ocho pisos, parece una salvajada. Y más teniendo en cuenta que no hay ningún fin. Pero bueno, también existen los toros en el resto de España.

La fama precedente

La lista podría seguir: los correfocs, los gigantes y cabezudos y el mítico Caga tió de Navidad que causa perplejidad cuando se le cuenta a un niño de fuera engrosan esta lista. Pero hay uno que tiene algo de hábito y un poco de estereotipo.

A los catalanes siempre nos ha perseguido la fama de ser unos tacaños, unos agarrados, tener el codito de oro. Díganle como quieran, pero el cliché marca el catalán como un pueblo que mira por su dinero. Y ya saben, cuando el río suena…

¿Algo molesto?

No se sabe muy bien de dónde sale esta mala fama, muchos la asumimos y bromeamos con ella, pero lo cierto es que hay actitudes que ayudan a ello. Uno de estos es este hábito, este deje, esa costumbre (buena o mala, allí decide cada cual) de no acostumbrar a dejar propina en los bares y restaurantes.

Llamado a las fieras: no siempre pasa, siempre hay aquellos que dejan propina a todo lugar al que va, pero si uno mira a su alrededor, en Cataluña sólo se deja propina si el servicio es realmente bueno. Poca gente deja una propina cuando se toma un café, una caña o una copa de vino. 

¿Por qué se hace?

La cosa puede cambiar cuando se va a un almuerzo o una cena. Cuando es algo importante, con su mantel e incluso su plato principal, la cosa cambia. Pero la mayoría de catalanes, en una consumición normal de bar, se guarda la propina para ellos.

En nuestra defensa se puede alegar que la falta de propina también puede venir porque con la caña o la consumición, normalmente, los bares no sirven una tapa. Pero claro, y he aquí la pregunta filosófica/tonta del día ¿qué fue antes el huevo o la gallina? ¿En Cataluña no dan tapa porque no dan propina o no dan propina porque nunca hay tapa gratis?

Muy molesto para otros

Sea como sea, el hecho de no dejar propina se ve de forma muy extraña. El resto de españoles ya lo tienen medianamente asumido, pero en el extranjero eso cuesta. Especialmente en aquellos países donde dejar propina es obligatorio, donde la gente se llega a ofender Otros ya lo añaden en el recibo.

El hábito está ahí. No se deja propina y menos mucha propina. Como todo hábito se puede cambiar y puede gustar más o menos. La realidad es que las propinas escasean, nos duela o no.

Noticias relacionadas