Cataluña tiene un problema con el narcotráfico. Desde hace unos años --fuentes policiales apuntan a que desde 2017-- esta región se ha convertido en "la huerta de marihuana de Europa", un título que refleja no solo el incremento de la producción de esta droga, sino también el auge de delincuencia organizada que llega a esta comunidad. "En Cataluña, exportamos marihuana e importamos crimen organizado", lamentaba, ya en 2019, el exportavoz de los Mossos d’Esquadra, el comisario Juan Carlos Molinero.
Y es que el cultivo y tráfico de este oro verde ha atraído a diversas mafias internacionales, que han encontrado en Cataluña el terreno fértil y las condiciones propicias para sus operaciones ilícitas. En concreto, señalan las mismas voces, por la laxitud de la ley frente a otros países europeos y su cercanía y conexiones con el resto del viejo continente.
Del cultivo de marihuana al tráfico de hachís
En este sentido, las organizaciones de los Balcanes, conocidas como los Balkan Cartels, se han erigido como los líderes del mercado de la marihuana en Cataluña. Distinguidos por su extrema violencia y sus conocimientos militares, cuando llegaron a territorio nacional se hicieron conocidos por traficar con personas y con heroína.
Sin embargo, estas peligrosas organizaciones criminales --compuestas por individuos curtidos en la guerra de la antigua Yugoslavia-- evolucionaron con el paso de los años hasta convertirse en los reyes del narcotráfico de marihuana y cocaína. Es más, se han convertido en unos auténticos expertos en buscar los mejores escondites.
Armados hasta los dientes, los clanes albaneses han llegado incluso a montar plantaciones en los lugares más recónditos de la geografía catalana: en medio de la montaña de Prades (Tarragona), en el pantano de Susqueda (Girona) o en lo alto de la Vall d'Aran (Lleida). Incluso, informan fuentes policiales, se han detectado plantaciones en zonas que, en el pasado, sirvieron de refugio a los maquis durante la guerra civil española.
Y mientras tanto, en el litoral...
Mientras tanto, los grupos marroquíes han centrado sus esfuerzos en la costa, donde han revitalizado la ruta del Mediterráneo, como se conoce al periplo que hacen las narcolanchas cargadas de hachís desde Marruecos al litoral catalán. Ante la presión policial en el Estrecho de Gibraltar, Cataluña se ha convertido en el nuevo puerto de entrada para el tráfico de esta otra droga, facilitando su distribución por toda Europa.
De este modo, Cataluña se ha convertido en un lugar "muy atractivo" paras las mafias que se dedican a introducir elevadas cantidades de hachís por vía marítima. Y los datos lo corroboran: hasta junio de 2024 ya se han incautado más toneladas de hachís que en todo el año anterior.
El 'business' del hachís en Cataluña
El incremento de las actividades relacionadas con el tráfico de hachís ha venido acompañado de la instalación de infraestructuras específicas: como astilleros y almacenes para las narcolanchas. Las redes criminales dedicadas a esta droga se destacan por la incorporación de personal especializado y cualificado, por sus conexiones con otras redes dedicadas al tráfico de marihuana y cocaína, y por la implicación de la población local.
De hecho, cada vez es más habitual que individuos que nunca antes habían estado vinculados al hampa descubran en el tráfico de hachís un nuevo filón. Así, son muchos aquellos que se han sumado al business del narcotráfico y, aunque no se dediquen a la introducción de la mercancía, hay aquellos que facilitan el alquiler de locales para almacenar la droga o proporcionan combustible en alta mar.
Más organizaciones, más violencia
La presencia de todos estos grupos en un mismo territorio ha supuesto, a su vez, un incremento de los delitos asociaciones al narcotráfico: asaltos entre organizaciones rivales --los conocidos vuelcos o narcoasaltos en la jerga criminal--, tráfico de armas, incluso, ajustes de cuentas y homicidios 'en nombre de la droga'.
De este modo, y según datos aportados por los Mossos d'Esquadra, si en 2022 se registraron seis acciones violentas relacionadas con las mafias del hachís, incluyendo narcoasaltos en domicilios y vehículos en tránsito, en 2023 estos incidentes ascendieron a 15 y en el 66% de los casos se utilizaron armas de fuego. Estos asaltos incluyen: ocho narcoasaltos, tres homicidios, un homicidio por imprudencia, un intento de asesinato y varias agresiones y amenazas.
Los jóvenes españoles 'se suben al carro'
En este escenario complejo, que ha supuesto un giro radical del paradigma delincuencial en Cataluña, algunos jóvenes españoles también han encontrado su lugar. Inicialmente, actuaban como aliados y trabajadores de otras organizaciones criminales, pero en los últimos años han evolucionado, estableciendo y liderando sus propias infraestructuras criminales. Esta autonomía creciente ha añadido una nueva capa de complejidad al panorama delictivo en la región, ante la democratización de la figura del 'narco'.
La confluencia de estos diversos actores criminales ha dado lugar a un cóctel molotov de delincuencia en Cataluña. Los recientes acontecimientos, marcados por enfrentamientos violentos, ajustes de cuentas y operaciones policiales a gran escala, son un reflejo de esta realidad turbulenta. Ejemplo de ello el brutal asesinato de dos personas en el barrio de la Font de la Pólvora de Girona, la noche de San Juan
Los Mossos reconocen que existe preocupación
Con este panorama, las autoridades locales se enfrentan a un desafío monumental: desarticular estas redes criminales, nacionales e internacionales, mientras lidian con las consecuencias sociales y económicas de un mercado ilícito que no muestra signos de disminuir.
Cataluña --insisten las fuentes consultadas-- con su clima favorable y su ubicación estratégica, se encuentra ahora en una encrucijada. "La lucha contra el narcotráfico y la delincuencia organizada es más urgente que nunca", aseguran voces de la policía catalana. Y es que el oro verde -y ahora también el hachís--, continúa alimentando un ciclo de violencia y criminalidad que amenaza con desbordar a la sociedad catalana.
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