El crimen perfecto no existe. Sin embargo, María Ángeles Molina –- la famosa asesina conocida como Angie-– así lo creyó y así lo intentó. Actualmente, esta mujer se encuentra ingresada en la cárcel de Mas d'Enric (Tarragona), después de ser condenada a 18 años de prisión por asesinar, la noche del 18 de febrero de 2008, a su amiga y excompañera de trabajo Ana María Páez Capitán, de 35 años. Ahora, tras pasar 15 años entre rejas, Molina ha podido salir por primera vez desde que fue detenida.
Según han confirmado varias fuentes a Crónica Global, la autora del 'crimen casi perfecto' ya ha podido disfrutar de, al menos, dos permisos penitenciarios. Es decir, ha podido pasar algunas horas fuera de prisión y sin vigilancia. Un beneficio que se otorga a aquellos internos que ya han cumplido, al menos, un tercio de su condena y que siguen con éxito los programas de rehabilitación.
Dos salidas sin vigilancia
La letrada Carmen Gómez, quien fue la abogada de Angie durante la vista oral --que se celebró en la Audiencia de Barcelona en 2012-- ha explicado que, a pesar de no ejercer como representante legal de Molina, sabe de primera mano que la condenada ya ha podido empezar a disfrutar de estas salidas.
De este modo, a finales de diciembre de 2023, entre los días del 28 al 30, Angie obtuvo su primer permiso sin vigilancia. Beneficio que volvió a obtener la semana del 4 de marzo. Así, si todo sigue su cauce, María Ángeles Molina podría saldar su deuda con la sociedad en 2026. Y es que aunque la sentencia fue firme en 2013, tras la ratificación del Tribunal Supremo, Angie lleva en prisión desde 2008: años que se tienen en cuenta y que se restan de la pena final.
El fin de la condena es una realidad que duele a los familiares de la víctima, que reciben "con mucha tristeza" que la asesina de Ana vuelva a pisar la calle. A pesar de que esta redacción ha intentado, en reiteradas ocasiones, ponerse en contacto con el abogado de la familia de Ana María Páez Capitán, el letrado Emilio Zegrí Boada, no se ha recibido respuesta alguna por su parte.
El crimen supuso un antes y un después
Según la criminóloga Paz Velasco de la Fuente, "el crimen perpetrado por Angie supone un punto de inflexión en nuestra crónica negra, un antes y un después en el perfil de nuestras asesinas". Y es que se bautizó como el 'crimen casi perfecto' porque esta mujer "alteró y manipuló la escena y el cuerpo de la víctima con la intención de escenificar algo que realmente nunca había ocurrido en aquel apartamento", asegura la experta.
La víctima fue hallada desnuda y con una bolsa de plástico en la cabeza en un piso de alquiler turístico del número 36 de la calle Camprodón del barrio de Gràcia de Barcelona. Al principio, los investigadores creyeron que se trataba de un suicidio o, incluso, del fatídico resultado de una arriesgada práctica sexual. Sin embargo, la investigación policial pronto reveló que la asesina planificó durante años la muerte de Ana con un solo fin: el dinero. Al lado del cadáver: una peluca negra delató, al cabo de los días, la presencia de Angie en el escenario del crimen.
Lo planificó a fuego lento
Según se desprendió de la investigación policial, desde 2006, dos años antes del crimen, Angie suplantó la identidad de la víctima para contratar préstamos bancarios y seguros de vida. Pero, claro, para cobrarlos, Ana tenía que morir. A pesar del concienzudo diseño de su coartada, pues el día de los hechos viajó hasta Zaragoza para recoger las cenizas de su madre – fallecida años atrás -, los Mossos d’Esquadra llegaron hasta ella.
En las sucursales bancarias donde se hacía pasar por Ana Páez, ataviada con pelucas corte Cleopatra como la hallada en la escena del crimen, la conocían como 'la del Porche'. Y es que, su insaciable necesidad de aparentar una vida de lujos que no tenía, la condujo hasta el extremo de matar por dinero.
Las cámaras de videovigilancia de los bancos la captaron y, a pesar de simular el peinado de su víctima, el novio de Ana la reconoció cuando los Mossos le enseñaron las imágenes de dichas entidades. La pareja la conocía de vista, Angie y Ana habían sido compañeras de trabajo y eran amigas; o, al menos, eso creía la fallecida.
Del crimen casi perfecto a una montaña de errores
Pese la exhausta planificación para dejar un escenario limpio de su presencia --colocando semen de dos gigolós en la cavidad bucal y vaginal de la víctima--, los investigadores hallaron, en casa de Angie, documentación relacionada con Ana y una botella de cloroformo. A todo ello, cabe sumarle que encontraron su ADN en la peluca hallada en la escena del crimen y rastros digitales en su ordenador, que destaparon que había buscado cómo adormecer a una persona. Todo ello fue más que suficiente para arrestarla.
La Sala de Jurado de la Audiencia de Barcelona la condenó a 22 años de prisión por falsedad documental y asesinato, pero, por supuesto, recurrió la sentencia. El 5 de junio de 2013, el Tribunal Supremo rebajó la condena a 18 años, tras cambiar la consideración del crimen: de asesinato a homicidio doloso, al no poderse probar la alevosía.
Peligrosa y manipuladora
Para Velasco de la Fuente, "la única intención de Angie fue la de redirigir la investigación y proporcionar información falsa respecto a cómo sucedieron los hechos". De hecho, se llevó todos los objetos personales de Ana Páez, dejando rastros biológicos de terceras personas y objetos que dieran pie a pensar que aquella noche se había llevado a cabo una práctica sexual de alto riesgo a tres bandas.
"En la sala de vistas, recuerda la criminóloga, quedó demostrada su sangre fría, por hechos como la planificación, la construcción de una amistad utilitaria, y la manipulación del cadáver de la víctima. Durante los seis días que duró el juicio, Angie se mostró hierática, indiferente, poco expresiva y con una entereza que sorprendió a unos y asustó a otros. Porque ella, pertenece a ese grupo de personas encantadoras, peligrosas y manipuladoras, capaces de todo por alcanzar sus objetivos", sentencia Velasco de la Fuente.
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