Los catalanes somos raros. Ya está, lo hemos de asumir. Tampoco es que la rareza catalana sea muy diferente a las del resto del mundo, pero cuanto antes lo vayamos asumiendo, antes lo tendremos aceptado.
Tenemos un baile tradicional, la sardana, donde apenas nos tocamos, nuestros platos típicos son, a ojos del mundo, un caldo (escudella), una butifarra (amb seques) y dos acompañamientos, una mayonesa de ajo (all i oli) y pan con tomate. Eso sí, la gastronomía catalana es reconocida a lo ancho y largo del mundo gracias a chefs como Ferran Adrià, Carme Ruscalleda o los hermanos Roca.
Es incomprensible en España
Cosas de casa, como rezaba la serie que hizo famoso a un personaje como Steve Urkel, pero que también nos hace ser como somos. Aunque muchos no o entiendan.
Una de estas características, o más bien costumbres que tenemos los catalanes y que no se entienden no solo en el extranjero, sino sobre todo en el resto de España, es la de pagar cada uno su cuenta por separado. Un vicio adquirido que no es muy popular.
Que nadie se enfade antes de tiempo. La costumbre de que cada uno todo lo suyo no es exclusiva de Cataluña y no siempre se hace, pero podemos convenir que es bastante habitual.
No sucede así en el resto de España que tienen hasta dos expresiones para hacer directamente lo contrario. Fuera de la comunidad autónoma se acostumbra a pagar a escote o a pachas, o sea, dividir la cuenta por el número de comensales.
¿Por qué es una práctica común?
Pero vamos al tema. Un catalán sale con sus amigos y lo normal al ir a pagar es que cada uno pague lo suyo. Se considera incluso una señal de respeto y una medida para evitar conflictos.
En una cena no falla aquel que se pide una ensalada y el que no puede pasar sin sus tres platos para quedarse satisfecho. O los que toman alguna bebida alcohólica en vez de agua. Todo eso eleva más el precio final y hay quienes no están dispuestos a pagar “los vicios” del resto, como se llaman.
Los catalanes lo consideran tan habitual que los restaurantes apenas ponen problemas a la hora de entregar la dolorosa. Cuando el personal del local llega con la cuenta a la mesa, es habitual que ya sea él el que pregunta “¿pagan juntos o por separado?”.
En el resto de España eso es más difícil. Es más, hay locales que ya advierten que no se van a separar las cuentas. Así, se evitan peticiones especiales de catalanes (o no).
Una costumbre arraigada
Su origen se remonta la cultura del bar y la tertulia era una parte esencial de la vida social. En aquellos tiempos, grupos de amigos y colegas solían reunirse en los bares para compartir charlas, risas y, por supuesto, una buena comida y bebida.
En lugar de calcular minuciosamente quién había consumido qué y cuánto, era común que cada persona contribuyera de manera equitativa a la cuenta total, independientemente de lo que hubiera consumido individualmente.
Qué dice de los catalanes
Con el tiempo, esta práctica se convirtió en una norma social aceptada, arraigada en la noción de camaradería y solidaridad entre amigos. Aunque en otros lugares de España la tradición de dividir la cuenta por igual no es tan común, en Cataluña se ha mantenido firme, convirtiéndose en una parte esencial de la cultura gastronómica local.
El pagar cada uno lo suyo va más allá de la simple división de la cuenta; es un reflejo de los valores y la mentalidad colectiva de la sociedad catalana. En un contexto donde se valora la igualdad y la solidaridad, esta práctica fomenta la inclusión y el compañerismo, eliminando las barreras económicas y promoviendo la convivencia armoniosa entre amigos y familiares.