No es la única en su situación, pero una de las más sangrantes. La doctora Mayra Garrido, médico de familia excelente del Centro de Atención Primaria (CAP) de Castellar del Vallès (Barcelona), prepara las maletas para irse de Cataluña. Aunque lleva década y media en la autonomía, y tiene informes sobresalientes, se tendrá que marchar por la lengua catalana.
Lo explica ella misma en conversación con este medio, puntualizando que su caso no es el único, sino que su estado puede ser el de "el 15% de médicos catalanes de fuera de España --hay unos 1.400 colegiados internacionales en la región-- cuyo título está homologado". Pese a contar con ese trámite en el zurrón, la facultativa se acerca a la marcha porque no ha pasado el corte de la lengua catalana.
"Experiencia" y especialización
La doctora Garrido, que se graduó en medicina familiar y comunitaria en Cuba, llegó a España en 2009. Bajo el brazo llevaba "30 años de experiencia y los títulos", que consiguió homologar a los pocos años.
Por el camino, la profesional se labró una carrera en el ambulatorio vallesano. "Desde el principio tengo el mismo cupo de pacientes, y mis evaluaciones son excelentes", detalla. Es especialista desde 2019, con todo lo que ello conlleva. "Pasé a tener plaza de interina del ICS: cobro los trienios, la antigüedad y la carrera profesional, entre otras mejoras", enumera.
"Dije la verdad en las oposiciones"
Hasta el año pasado, cuando el Govern convocó las oposiciones de estabilización de interinos obligado por la nueva normativa comunitaria. "Nos hicieron la convocatoria de examen con poco margen, tres meses. Yo me presenté para mi plaza y fallé la prueba oral de catalán. Le dije la verdad a la examinadora: entiendo perfectamente el catalán, llevo 15 años trabajando aquí, pero no lo hablo fluidamente. No quise mentir".
Suspendió. La doctora Garrido falló el examen de oposiciones por "ser demasiado sincera". Y eso que, además de trabajar en el CAP, ha tutelado "cuatro residencias de mayores de Castellar, donde la gente mayor habla catalán con acento. Pero yo les escucho atentamente, respondo en castellano y resuelvo sus problemas de salud. Quedan contentos".
Limbo legal
Esa experiencia es baladí. Haber suspendido el catalán ha dejado a la doctora Garrido sin plaza. "No quiero la plaza para mí, no es de mi propiedad, solo quiero trabajar con un contrato digno", destaca. Se juega que la destituyan como médico de familia en Castellar y la devuelvan al régimen contractual anterior. "Contratos de semana a semana, de mes a mes, sin extras y en precariedad total. Sueldo mucho más bajo. Indigno", rememora.
Por ello, tiene dos opciones. "Me dicen que acuda de nuevo al examen de catalán. Pero es que no lo hablo fluidamente, y no quiero mentir. Creo que el castellano, que es también una de las dos lenguas oficiales en Cataluña, debería bastar. Para mí, volver a examinarme y suspender no es una opción". Le queda otra. "Marcharse a otra comunidad autónoma de lengua castellana".
Está mirando Málaga
Es lo que ha hecho. La médico de familia "excelente" ha comenzado a mirar opciones en el resto de España, donde sí podría trabajar como interina, y no encadenando contratos temporales. "Me gusta Málaga. Tengo familiares allí y me encanta la ciudad. Ya he contactado con el Colegio de Médicos provincial, pero quiero que haya un hueco, una plaza interina", precisa.
En paralelo, ha pedido amparo al Colegio de Médicos de Barcelona (COMB). "Dijeron que me llamarían. No he recibido respuesta", zanja. A preguntas de este medio, el Colegio ha contestado que "no les consta", la queja de la médico.
Silencio del Govern
Tampoco ha querido dar su opinión la Consejería de Salud. Crónica Global la ha contactado por el caso de la doctora Garrido, sin recibir respuesta. En febrero, el Departamento del conseller Manel Balcells lanzó una iniciativa para que los ejercientes en Cataluña aprendieran catalán. Lleva cerca de 1.000 inscritos, explican fuentes conocedoras. Costará cerca de tres millones de euros.
Mientras, la profesional de Castellar sufre sensación de abandono. "La dirección del centro y pacientes me quieren. Me dicen que no me vaya. Pero estoy en un limbo legal. Me pueden echar en cualquier momento. Y eso que hay déficit de médicos, sobre todo de familia: nadie quiere hacer medicina familiar y comunitaria. Pues bien, yo me tendré que ir de aquí. Así estoy, así estamos muchos de los médicos extranjeros en Cataluña". concluye.
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