Así se vivió desde dentro el dispositivo de Mossos d'Esquadra para el Barça - Nápoles
Crónica Global acompaña a la policía catalana en el operativo especial de seguridad de un partido de alto riesgo
13 marzo, 2024 16:46Noticias relacionadas
“¡Vaffanculo!”, ¡hijos de puta!”. Los Boixos Nois se agolpaban, enardecidos, contra las vallas de la explanada de Montjuïc. Entre los barrotes, que apretaban con ira, los ultras del FC Barcelona vociferaban y silbaban a la afición contraria, los radicales del Nápoles, que acaban de llegar a la parte alta de la montaña mágica controlados por los Mossos d’Esquadra. Los italianos respondían con cortes de manga y moviendo la lengua.
Los Boixos, grupo de ultraderecha conocido por su pasado violento, exhalaban insultos contra sus homólogos napolitanos, de ideología antifascista, y les arrojaban todo cuanto tenían a su alcance. Los seguía de cerca, sin perder detalle de cada uno de sus movimientos, el intendente Óscar Fernandez, jefe de la División Regional de Dispositivos de la Región Policial Metropolitana de Barcelona de Mossos d’Esquadra, encargado de coordinar la actuación previa al partido de Champions.
En un momento dado, algunos de los ultras del Barça se encaramaron a la valla con la intención de saltar. Otros, en la base, la agitaban con saña con el propósito de derribarla. Finalmente, la pesada estructura metálica cedió y la horda hizo el amago de cruzar al otro lado.
16 agentes heridos
Los agentes de la Brigada Móvil (Brimo) de Mossos d’Esquadra, que seguían las indicaciones del inspector Fran Alcaide, jefe de esta unidad especializada en orden público en Barcelona, frenaron el avance de los ultras blaugranas dispersándolos. Mientras un grupo de agentes mantenía a los Boixos a raya, dentro de su redil, otra hilera de antidisturbios acompañaba a los ultras del Nápoles desde el anillo olímpico hasta las puertas de las gradas de animación blanquiazules para evitar un encontronazo. “Si no se hiciera así habría agresiones y se robarían las banderas, hay que evitar que se encuentren”, explicaba el intendente.
A pesar de que los Mossos apartaron a la afición del Nápoles, alejándola de las miradas iracundas de los Boixos Nois, los ultras del FC Barcelona no rebajaron la intensidad de sus acciones. El aumento de la violencia provocó que la policía autonómica tuviera que efectuar dos cargas para disolver a los hooligans y controlar la situación en las inmediaciones del estadio y evitar un avance. En la parte alta de la escalinata, también actuaban contra los napolitanos, que intentaban entrar en tropel al campo.
La intervención policial con los radicales del Barça dejó a 16 agentes heridos: nueve de ellos con lesiones por contusiones, cinco a la espera de radiografía, uno con puntos de sutura y, el más grave, con el tendón de aquiles seccionado y pendiente de una intervención quirúrgica. A este último tuvieron que socorrerlo sus compañeros, que lo alejaron de la zona de riesgo prácticamente en volandas.
“Napoli, Napoli, Napoli”
Hasta ese momento la jornada había transcurrido sin ningún tipo de incidente. A las seis de la tarde unos 600 ultras del Nápoles se congregaron en la plaza Reial, en pleno centro de Barcelona. Ataviados con ropa negra coreaban cánticos y agitaban sus bufandas, guiados por las consignas de un líder. “Napoli, Napoli, Napoli”, gritaban con las manos en alto.
Entre ellos se ocultaban agentes de la Unidad de Información y de la Brigada Móvil que, de paisano, controlaban de cerca sus movimientos y trasladaban sus intenciones a los compañeros uniformados. Un cordón de la Brimo los esperaba pacientemente en la confluencia con el carrer Colom para dirigirlos hasta el Estadio Olímpico Lluís Companys en lo que se conoce como corteo.
El 'corteo' a los ultras del Nápoles
El objetivo de los Mossos era evitar que los ultras italianos, entre los que figuraban unos 400 de perfil violento, se dispersaran por las calles de la Ciudad Condal y protagonizaran disturbios en el metro o en zonas aledañas al campo.
Este dispositivo entrañaba una mayor complejidad en comparación con los efectuados durante los partidos celebrados en el Camp Nou. Ahora, comentaban los mandos, los medios de transporte no llegan hasta el estadio y la montaña es muy amplia, con recovecos y diversos caminos que dificultan el control de la masa.
“Esta gente no acostumbra a entrar en diálogo con la policía, pero los canalizaremos para que vayan por el Paral·lel, obedeciendo a nuestras instrucciones, aglutinándolos y dirigiéndolos hacia plaza Espanya”, avanzaba el inspector Alcaide. “Desde allí iniciaremos un nuevo recorrido hasta el estadio, donde entrarán por los accesos 8, 10, 11 y 12, para que no se acerquen a las puertas de animación de la afición blaugrana”, las número 59 y 60.
Despliegue de efectivos
Para lograrlo, el Área Regional de Recursos Operativos (ARRO) se encargó de efectuar puntos de corte, primero en las Ramblas y posteriormente en el Paral·el, mientras la Brimo iba pastoreándolos por el itinerario previsto. Desde el aire los observaba la Unidad de Drones (UDRON) y un helicóptero de la policía catalana. Las imágenes las recibían, en tiempo real, en el Centro de Coordinación (CECOR) emplazado en la calle Lleida, en permanente contacto con los mandos de las diferentes unidades para movilizar a los efectivos según las necesidades.
A lo largo de este recorrido, de aproximadamente cinco kilómetros, los agentes de la Brimo iban bloqueando cualquier posible brecha por la que pudieran dispersarse los radicales napolitanos, como los accesos al metro, donde operaba el Área Regional de Transportes Urbanos (ARTU) de Mossos d’Esquadra, o las calles adyacentes, en las que había efectivos de Seguridad Ciudadana.
Simultáneamente, los agentes de orden público contenían en el paseo Olímpic a los Boixos Nois, que recibieron a los autobuses de los jugadores -escoltados por los Guilla de Mossos- con una lluvia de bengalas.
“Con un porcentaje elevado de radicales y considerando que es un partido de alto riesgo, la cantidad de efectivos que participan es muy grande”, reconocía el intendente Fernández mientras coordinaba el dispositivo. “Es necesario para dar seguridad a los desplazamientos de la afición contraria, para evitar agresiones y para que el partido se desarrolle con total normalidad” y sin afectaciones para la ciudadanía.
Los ‘spotters’
Ante cualquier conato de altercado durante el trayecto de los napolitanos hacia el campo, los spotters, agentes de paisano de la Oficina de l'Esport de la policía catalana, que pende de la División de Dispositivos, se comunicaban con sus homólogos de la policía italiana desplazados en Barcelona para mediar con los ultras y disuadirlos de sus intenciones de protagonizar cualquier incidente.
Así, fruto del trabajo coordinado de todas estas unidades, la fase de prepartido, considerada de máxima alerta, transcurrió con éxito hasta las puertas del estadio, sólo empañada por dos cargas para frenar la ira de los Boixos Nois.
El Nápoles, derrotado
Una vez iniciado el partido, el dispositivo quedó en manos del coordinador de eventos deportivos de la Región Metropolitana de Barcelona de los Mossos d’Esquadra, el inspector Francesc Flores. El encuentro entre el FC Barcelona y el Nápoles, en el que no se registraron incidentes, terminó con la victoria de los blaugranas.
Para evitar cualquier tipo de riña a la salida, la policía catalana echó primero a la hinchada culé y, casi media hora después, cuando los blaugranas se habían alejado lo suficiente del campo ondeando sus banderas, vaciaron la grada de los napolitanos, que abandonaron el Lluís Companys ya sin cánticos, arrastrando su derrota.