“Pasaremos por el bar en el que suele tomar café a estas horas para ver si está y, si no, iremos a un parque cercano a su casa, porque tiene pendiente una orden de detención”, anuncia uno de los agentes del Grupo de Delincuencia Urbana de la comisaría de Mossos d’Esquadra de Badalona, conocido en la jerga policial como fura.
El vehículo reduce la marcha frente a una terraza y los dos policías escudriñan el interior del local. Uno de ellos sostiene sobre sus rodillas una tablet en la que aparece reflejada la imagen de una mujer buscada por la policía por varios delitos contra el patrimonio. “Negativo”, responde, mientras comprueba los requerimientos pendientes de otro viejo conocido de los agentes, que espera para cruzar en un semáforo. “Nada, lo detuvieron ayer”, confirma. Los dos agentes reemprenden la marcha siguiendo, en su mapa mental, todos los puntos en los que podrían ocultarse delincuentes buscados por la policía o la justicia.
No se les escapa ni un resquicio
Así es como los fura peinan esta ciudad metropolitana en busca de multirreincidentes. Patrullan por las callejuelas de los barrios más deprimidos, como Sant Roc y La Salut, pero también por Llefià, el centro y las zonas comerciales y de ocio nocturno. En coches, patines y a pie revisan calles, puentes y plazas.
Uno de ellos para a una pareja de habituales. Entre los dos acumulan 52 detenciones policiales, principalmente por hurtos y robos con violencia. Los sospechosos resoplan, resignados. No los han visto venir. El mosso examina el interior de las bolsas, por si estuviesen transportando objetos robados para venderlos. Hoy sólo han ido a la compra.
A pocos metros, su compañero identifica a otra pareja, ambos fichados por robos con fuerza en domicilios de toda Cataluña, pero residentes en Badalona. Comprueba que no tengan requerimientos pendientes por parte de los juzgados.
Como estas, los fura realizan diariamente decenas de identificaciones, aunque ellos ya conocen sus rostros, sus nombres y sus antecedentes al dedillo.
Así se mueven lo ‘fura’
Este grupo, el más antiguo del área metropolitana de Barcelona, nació en 2003 ante la necesidad de aliviar la presión de trabajo de los patrulleros uniformados de la Unidad de Seguridad Ciudadana, que se encargan fundamentalmente de dar respuesta a los avisos que reciben a través del 112. Sobre estos recaen incidentes de todo tipo, que van desde episodios de violencia de género, peleas y hasta hurtos.
El cometido de los fura, al margen de los servicios procedentes del teléfono de Emergencias, es dar con el paradero de personas muy concretas haciendo un trabajo policial que requiere de la máxima discreción. Se mueven vestidos de paisano y en vehículos no logotipados que van cambiando de forma periódica para evitar ser detectados.
“Nos nutrimos de la información que vamos recopilando del análisis diario de todas las novedades y, sobre todo, de la experiencia de los fura, agentes con una dilatada trayectoria en la seguridad ciudadana”, explica el cabo que los dirige. Los componentes de este grupo son mossos que conocen el territorio como la palma de su mano y que, por su don para la fisonomía, son capaces de recordar los rostros de los delincuentes habituales de la zona. Su olfato policial, curtido a base de años pateando las calles, les ha dotado de la habilidad de detectar también a criminales desconocidos.
El elenco de multirreincidentes
Además del trabajo que realizan sobre el terreno, que les permitió detener a 444 multirreincidentes con 4.299 antecedentes en 2023 en Badalona, también ayudan a otras Áreas Básicas Policiales. Cuando no están patrullando dedican su tiempo a revisar las grabaciones que les llegan de las denuncias interpuestas en su comisaría o aquellas compartidas por las unidades de investigación de todo el territorio en la intranet de Mossos d’Esquadra. De este modo, es frecuente que reconozcan en el catálogo de sospechosos a personas que residen en Badalona, pero que cometen hechos criminales en otros puntos de Cataluña. “Tenemos información de un elenco de multirreincidentes muy valiosa para todo el territorio”, aseguran.
El motivo, explican, es que muchos miembros del hampa escogen Badalona para vivir, pero no trabajan en esta ciudad, sino en Barcelona o en otros puntos de su área metropolitana. Entre las causas destacan que esta ciudad dormitorio ofrece precios de viviendas más bajos que la Ciudad Condal y que está bien comunicada mediante el metro y Rodalies. Además, en ella se han asentado redes criminales dedicadas a la receptación, dispuestas a comprar objetos obtenidos de robos y hurtos.
Delitos contra el patrimonio
Estos delitos son, precisamente, los que traen de cráneo a los fura, por la alarma social que generan: hurtos en grandes almacenes y zonas comerciales, robos con violencia y robos con fuerza en interior de vehículos o de domicilios. "Tenemos un ranking de habituales que no se acabaría nunca, pero que fluctúa", asegura el cabo.
A veces se establecen relaciones entre grupos que han hecho de la delincuencia su modus vivendi, lo que provoca una efervescencia en su actividad, que se puede tornar frenética durante una época. En otros momentos desaparecen, porque acumulan condenas e ingresan en prisión o porque se desplazan hacia otro territorio. Hagan lo que hagan, los fura son su sombra y, dependiendo de la tipología delictiva, no tardan en perfilar qué viejos conocidos han podido ser los autores.
Apoyo a otras unidades
Además de perseguir a los multirreincidentes, los agentes de paisano también dan apoyo a otras unidades cuando se les requiere, añade el cabo.
Mientras lo explica, en la emisora suena una alerta. Desde la Sala solicitan que las patrullas más cercanas acudan a un posible tiroteo. La voz enlatada narra que un vecino asegura haber escuchado siete disparos.
Los fura colocan una luz estroboscópica y cruzan Badalona a toda velocidad. Poco antes de entrar en el barrio despegan el foco del capó y apagan las sirenas. A lo lejos se ven las primeras patrullas que han acudido alertados por el testimonio. Ellos no se acercan, peinan la zona sin estridencias, pasando desapercibidos, por si el tirador pudiese haber huido. Cuando confirman que se trata de una falsa alarma se retiran con el mismo sigilo con el que llegaron, sin ser vistos por los transeúntes.
Apuñalamiento en el metro
Los agentes del Grupo de Delincuencia Urbana acuden a otro aviso, esta vez en busca del autor de un apuñalamiento en plena calle. Cuando llegan los fura, se encuentran a un hombre tendido en la entrada del metro. La sangre, que ha caído sobre las escaleras, le brota del cuello.
Mientras uno de los policías le tapona la herida con las gasas que extrae de un botiquín pagado de su bolsillo, su compañero se enfrenta al agresor y le arrebata de un manotazo las tijeras que todavía sostiene en alto. Con ayuda de los agentes uniformados detienen al presunto autor de los hechos, al que atribuyen un delito de homicidio en grado de tentativa.
Los agentes rellenan el acta de declaración al dictado de los testigos, que relatan en corrillo que el agresor mantenía una acalorada discusión con su pareja cuando la víctima intervino para apaciguar las aguas y defender a la chica. Entonces, el hombre lo atacó clavándole unas tijeras a escasos centímetros de la carótida.
Un robo de cobre
Tras ese incidente, en el que la víctima sobrevivió gracias a la rápida actuación de los agentes y de un transeúnte estudiante de enfermería, primero, y a los auxilios del Sistema de Emergencias Médicas (SEM), después, los fura de Badalona acuden a un aviso en la localidad vecina, en Sant Adrià de Besòs. Aunque esta ciudad pertenece a la ABP de Badalona, tiene su propio grupo de agentes de paisano. Así se decidió por sus particularidades, pues a ella pertenece el barrio de La Mina, en el que proliferan los narcopisos.
La noche acabó con los agentes de paisano de ambas ciudades limítrofes blindando una manzana de naves industriales, del polígono de Bon Pastor. Acudieron a la llamada de un vigilante de seguridad que vio a través de las cámaras de videovigilancia a unos hombres merodeando por los tejados. Los sospechosos abrieron un butrón en la azotea de una de las empresas de cables de cobre e intentaron desenrollar, sin pericia, las bobinas tirando por los hilos.
Detenido en una pelea
Los agentes uniformados de la misma unidad peinaron esta nave y las anexas iluminando las mercancías, apiladas hasta el techo, con ayuda de sus linternas en busca de los presuntos ladrones, que permanecían agazapados en el interior. Desde fuera, los fura controlaban las fachadas para evitar que escaparan.
Ante la sospecha de que pudiesen esconderse en el techo, los Mossos d’Esquadra solicitaron la ayuda de los Bomberos, que los auparon con una grúa hasta la azotea de esta isla de naves industriales. Tras una persecución por las diversas plantas de las mastodónticas edificaciones, los sospechosos lograron huir por una ventana entreabierta.
Ya de retirada, de camino a comisaría, por la emisora suena una alerta de una reyerta en un céntrico bar de Badalona. A la llamada acuden los fura y, para su sorpresa, descubren que uno de los implicados es "un vermell". Así es como ellos catalogan a las personas que tienen una orden de detención pendiente, en este caso por un episodio de violencia de género acaecido el día anterior. Al delito por el que estaba buscado, se suma ahora otro de lesiones.
El reloj está a punto de dar las cuatro de la madrugada cuando los fura terminan su servicio. En la calle se quedan sus compañeros uniformados del turno de noche. Ya en la comisaría se desprenden de sus armas y rellenan el último atestado. Para ellos, comentan, la noche "ha sido tranquila". "Casi no ha sonado la radio", sostiene uno de ellos, mientras guarda en una taquilla la sudadera que volverá a vestir pocas horas después, cuando salga a pasear por Badalona ajeno a los ojos de los transeúntes. En su memoria, los centenares de rostros que guarda.
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