El aumento de los trastornos alimentarios colapsa las clínicas privadas
Los casos de anorexia y bulimia se disparan en Cataluña y no hay suficientes psicólogos especialistas para atender a la población afectada
4 diciembre, 2023 00:00Noticias relacionadas
Los casos de trastornos de la conducta alimentaria (TCA) se han disparado desde que empezó la pandemia. Este tipo de enfermedades mentales, que incluyen principalmente la anorexia, la bulimia y los atracones, van al alza y no hay suficientes psicólogos especializados para atenderlos, ni en la sanidad pública ni en la privada.
De acuerdo con la Consejería de Salud de la Generalitat, este tipo de trastornos se han incrementado un 61% en Cataluña, con especial impacto en jóvenes de 12 años, que representan más del 66% de los casos. La falta de recursos en el sistema público de salud para atender a estos pacientes obliga a muchas familias a dirigirse a clínicas privadas, que también están sobrecargadas.
Faltan psicólogos con experiencia
"La sanidad pública no puede dar cobertura a todos los pacientes y en los centros privados las listas de espera han aumentado de manera espectacular", explica Sílvia Fernández, jefa del Servicio de Psicología del Hospital HM Nens, que trabaja en colaboración con Ita, una red de centros privados especializados en TCA. Señala que la demanda ha aumentado tanto que es muy difícil encontrar a psicólogos con experiencia que sepan tratar este tipo de trastornos.
A los factores de riesgo personales, familiares y sociales que son habituales, en los últimos años se han añadido la incertidumbre y la ansiedad que provocó la pandemia. Todo ello sumado a un aumento descontrolado del consumo de pantallas y redes sociales. "Se enganchan a la idea de poder controlar su peso, se convierte en una adicción para ellos", apunta.
El diagnóstico precoz, en peligro
En los últimos años, la proporción de pacientes que superan estos trastornos se ha incrementado de forma notable y hoy ya se sitúa en torno al 84%. En este sentido, la especialista destaca que la prevención y el diagnóstico precoz es fundamental para poder abordar la enfermedad lo antes posible y evitar así la hospitalización, cosa que sucede en el 20% de los casos.
Sin embargo, el diagnóstico precoz se convierte en un objetivo difícil de alcanzar si los recursos para atender a los pacientes son limitados. Entidades como la Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia de Cataluña (ACAB) llevan tiempo denunciando "claras carencias" en el sistema público, como son las largas listas de espera, la falta de camas para los ingresados y el déficit de psicólogos especialistas.
La bulimia también es cosa de ellos
A todo ello se suma un problema todavía muy invisibilizado. Se habla mucho de los TCA como una enfermedad que afecta a las mujeres, pero la realidad es que los profesionales de la salud mental se encuentran cada vez más casos que involucran a hombres. Se calcula que uno de cada diez afectan al sexo masculino.
Estos son los datos oficiales, pero los expertos sospechan que las cifras reales podrían ser muy superiores, sobre todo en el caso de la bulimia nerviosa. Aunque la presión estética siempre ha sido superior en las mujeres, en los últimos años se ha constatado que la presión social que reciben los hombres para cumplir con ciertos cánones de belleza ha aumentado de manera significativa.
Plan de choque
Para hacer frente al aumento de estos trastornos, la Consejería de Salud anunció el pasado marzo que destinaría una partida de 8,4 millones de euros a la incorporación de 104 profesionales -médicos, enfermeras, psicólogos y trabajadores sociales- para reforzar los centros de salud mental públicos en Cataluña.
El objetivo del plan es que, en los casos preferentes, la primera visita pueda ser en los primeros 15 días y que los pacientes tengan un seguimiento cada 15 días durante los primeros tres y cuatro meses. En un nivel más severo, el plan creará dos nuevas unidades de hospitalización de alta especialización para casos muy complejos, una para niños y jóvenes y otra para adultos. Será necesario ver si consigue aliviar la sobrecarga en los centros públicos y, en consecuencia, en los privados.