Dos historiadores de arte de la Universidad de Barcelona, Milagros Guardia Pons y Juan Antonio Olañeta, han destapado la aparición de seis piezas de pinturas murales del románico en “una colección particular de Suiza”. Las obras estuvieron en tres iglesias de Lleida. Esas son Santa Maria de Cap d’Aran, Sant Llorenç d’Isavarre y Sant Iscle i Santa Victoria.
Según explican en un artículo en Lambard --publicación especializada en estudios de arte medieval-- todas ellas fueron arrancadas de estos templos a mediados del siglo XX.
Conjuntos "descuartizados"
En el texto, bajo el título De los Pirineos a los Alpes: seis fragmentos de pinturas murales románicas catalanas en una colección particular en Suiza, los historiadores detallan las complicaciones de conservar unas obras que han pasado por distintos dueños y que, originalmente, formaron parte de unos conjuntos “desgraciadamente descuartizados”, en relación a su presencia en varios museos y coleccionistas privados.
El propietario de las tres iglesias era la diócesis del Obispado de Urgell. En este sentido, el artículo responsabiliza del “arranque y venta” de las pinturas al anticuario Josep Bardolet, que falleció en 1982. Aseguran que estuvo “metido en bastantes operaciones de este tipo en los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado”.
Señalan a los responsables
También culpan al fotógrafo del patrimonio Josep M. Gudiol i Ricard, primer director del Instituto Amatller de Arte Hispánico. Y señalan a su hermano, Ramón Gudiol i Ricard, por ser el ejecutor del proceso de traspasar las pinturas murales a telas bajo la técnica conocida como strappo.
Los autores agregan que, tanto Bardolet como Gudiol, llevaron a cabo “una incesante actividad de compra y arranque” durante años. Según el texto, en dos de estos casos pidieron permiso al Obispado con la excusa de llevarlo al Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), pero el permiso tardó diez años en llegar, por lo que “intentaron colocarlas en el mercado internacional”.
Obras repartidas por el mundo
Eso explica que, hoy por hoy, se encuentren repartidas, incluso, en museos estadounidenses. En el caso de Santa Maria de Cap d’Aran, hay pedazos de pinturas en Nueva York. Concretamente, en The Coisters, un centro especializado en arte y arquitectura medieval europea. También hay obras en el Museo de Arte de Toledo y, las que no encontraron salida, acabaron en el MNAC y en el Museo Diocesano de Urgell, en Lleida.
La práctica de arrancar pinturales murales románicas pirenaicas se remonta a 1919 y se prolongó hasta los años de la Guerra Civil, ya que eran piezas “codiciadas por anticuarios y museos”.
Los historiadores lamentan el descuartizamiento de estas obras, lo que provocará que nunca más se sepa cómo era la decoración original de los tres templos.