El alcalde accidental de Barcelona, Enric Maynès, ofrece una recepción de honor a Albert Einstein, que está acompañado por su mujer y por Joaquim M. Nadal, presidente de la Comisión Municipal de Cultura / GENERALITAT DE CATALUÑA

El alcalde accidental de Barcelona, Enric Maynès, ofrece una recepción de honor a Albert Einstein, que está acompañado por su mujer y por Joaquim M. Nadal, presidente de la Comisión Municipal de Cultura / GENERALITAT DE CATALUÑA

Vida

El día que Einstein visitó Barcelona para dar unas conferencias que casi nadie entendió

El científico alemán recorrió la capital y otros lugares de Cataluña durante una semana de febrero de 1923

26 febrero, 2023 00:00

Se cumplen 100 años del viaje de Albert Einstein a Barcelona para dar unas conferencias que casi nadie entendió. En todo caso, el científico aprovechó su estancia para visitar otros lugares de Cataluña como Terrassa y Poblet durante una semana de febrero de 1923.

La asistencia se gestó en 1921 –año en el que Einstein fue galardonado con el Nobel de Física–, cuando el ingeniero y matemático Esteve Terrades, en nombre de la Mancomunitat de Cataluña, lo invitó a los Cursos monográficos de altos estudios y de intercambio con el objetivo de impulsar y homologar la ciencia catalana en Europa. Un año después, ambos se reunieron en Berlín para concretar los detalles de las conferencias.

Nadie fue a recibirlo

Con todo pactado, Einstein y su segunda esposa, Elsa, se presentaron en Barcelona el 22 de febrero de 1923, pero nadie fue a recibirlos a la Estación de Francia. La razón es que el brillante genio no tuvo tiempo de mandar un telegrama para confirmar su hora de llegada. Se hospedaron en el Ritz –actual Palace–, en la Gran Via de les Corts Catalanes, aunque en aquellos momentos también hubo confusión en la prensa acerca de dónde descansarían.

El físico impartió la primera de sus charlas el 24 de febrero, sábado, ante un auditorio abarrotado, en el Institut d’Estudis Catalans –entonces en el segundo piso del actual Palau de la Generalitat–, aunque había que pagar 25 pesetas para asistir. Sin embargo, “su voz apagada, sin matices” que denotasen entusiasmo, sus “vacilaciones” y su “parsimonia”, además del grado de especialización de su discurso y la mezcla de alemán y francés complicaron a los asistentes su comprensión, se lee en las crónicas de la época.

Retrato de Albert Einstein con el presidente de la Mancomunitat, Josep Puig i Cadafalch, en el Vallès, en una pausa de su viaje / GENERALITAT DE CATALUÑA

Retrato de Albert Einstein con el presidente de la Mancomunitat, Josep Puig i Cadafalch, en el Vallès, en una pausa de su viaje / GENERALITAT DE CATALUÑA

Ruta Einstein en Barcelona

No fue esta su única conferencia en Barcelona. Repitió el lunes 26, el martes 27 y, para terminar, ofreció un discurso adicional el jueves 28 de febrero en la Real Academia de Ciencias y Artes, horas antes de partir hacia Madrid. Cobró 3.500 pesetas por todo ello. En su dietario, mencionó que la visita fue muy cansada, pero que la gente fue “muy amable” con él. Mencionó también las canciones populares y bailes que se prepararon para él.

Para seguir los pasos del genio en la capital catalana incluso existe la ruta Einstein, que guía por los lugares que pisó el Nobel, desde la Estación de Francia hasta el Palau de la Generalitat, pasando por el Ritz, el Ayuntamiento de Barcelona, la Real Academia de Ciencias y Artes, el Port Vell –que pidió visitar– y la Escuela Industrial, donde una placa recuerda la efeméride. Allí le obsequiaron con dos discos de música tradicional, mientras la Sociedad de Atracción de Forasteros –entidad de promoción del turismo– le entregó un álbum de la ciudad. También en la metrópolis se reunió con el dirigente de la CNT, Ángel Pestaña, y le recomendó que hiciese leer al filósofo Baruch Spinoza a los sindicalistas.

Albert Einstein en la Escuela Industrial de Barcelona / UPC

Albert Einstein en la Escuela Industrial de Barcelona / UPC

El monasterio de Poblet y las iglesias de Terrassa

Más allá de Barcelona, Einstein aprovechó sus ratos libres para conocer otros rincones de Cataluña. Así, aceptó la invitación para acudir al monasterio de Poblet, se detuvo en L’Espluga de Francolí, también en Sant Cugat y paró además en Terrassa, donde dio un paseo por el conjunto monumental de las iglesias de Sant Pere guiado por el presidente de la Mancomunitat de Cataluña, Josep Puig i Cadafalch. Nunca más volvió, pese a que fue invitado casi una década después por el Govern. Se excusó por motivos de salud.