La desesperación de una familia que sigue sin escuela para su hija ciega y con autismo
Los padres de la menor consideran que el centro de educación especial que le ha asignado el Consorcio de Educación le supondría "dar pasos atrás" en su aprendizaje
22 agosto, 2022 00:00Marina está desesperada. Su hija Victoria, con ceguera total y diagnosticada de Trastorno del Espectro Autista (TEA), continúa sin escolarizar a un mes de empezar las clases. El colegio que le ha asignado el Consorcio de Educación de Barcelona (CEB) no se adapta a las necesidades de la menor de 12 años, según explica en declaraciones a Crónica Global. Pues considera que se trata de un centro que va en detrimento de su aprendizaje.
Pese a las reclamaciones interpuestas --la última el 29 de junio-- y una reunión con el organismo, esta familia sigue sin respuesta, pero algo tiene claro: la menor no irá a esa escuela porque le supondría “dar pasos atrás” con respecto a lo que ha aprendido hasta ahora.
De la escuela ordinaria a un centro especial
Victoria nació y creció en Italia hasta los 10 años, cuando sus padres decidieron viajar a España para encontrar una educación adecuada para su hija, diagnosticada de ceguera completa. Sin embargo, Marina observaba que había algo más: “Como madre, notaba que tenía dificultades de aprendizaje y que había algo más que la ceguera”. En julio de 2020 se mudaron a Barcelona y se pusieron en contacto con la ONCE, cuyos educadores también se percataron de “ciertos comportamiento que no eran necesariamente de una niña con ceguera completa”.
La preocupación crecía por momentos, ya que Victoria “no aprendía” como el resto de compañeros, pese a tener un Plan Individualizado (PI) en la escuela ordinaria Bon Pastor. Fue entonces cuando la educadora de la entidad y la del Equipo de Atención Psicopedagógica (EAP) instaron a la familia a buscar un centro de educación especial por el bien de la menor. Por ello, en el último periodo de inscripción los padres eligieron tres escuelas: La Sagrera, Mare de Déu de Montserrat y Paideia.
Un colegio que supone "dar pasos atrás"
Pero la decisión final del Consorcio de Educación les dejó atónitos: el colegio que le habían asignado, el Sants Innocents, no constaba en la lista de la familia ni se adaptaba a su hija: “Los alumnos de ese colegio están muy agravados y el nivel de mi hija es muy alto en comparación”. De hecho, según esta madre, tanto la profesional de la Once como la del EAP “se sorprendieron" cuando comunicó que le habían destinado a ese centro. Además, considera que se ha vulnerado su derecho de elección.
“Durante toda su vida ha sido tratada como una niña diagnosticada únicamente de ceguera, por lo que ha sido estimulada al máximo y su nivel es más alto”. Por eso, se niegan a llevarla a una escuela especial que podría suponer “dar pasos atrás” en su aprendizaje. “Si la llevamos a un centro donde los niños no hablan o tienen unos ciertos comportamientos repetitivos, la niña acabará dando pasos para atrás y comportándose como sus compañeros”, explica.
La inexistente coordinación
Como ocurre en la mayoría de casos, los expertos detectan una falta de coordinación entre las administraciones y las familias. En este sentido, Marta Robles, psicóloga especialista en autismo, lamenta que no haya habido un acompañamiento por parte del CEB a unos padres indecisos que quieren lo mejor para su hija. "No me parece bien que no se tenga en cuenta a los padres. Es muy importante que haya un acompañamiento y que lleguen a un acuerdo sobre qué es lo mejor" para la pequeña Vicky.
Ello ayudaría a evitar uno de los problemas a los que se enfrentan las personas con autismo: la ansiedad generada por una incertidumbre que, a su vez, conlleva una reducción del rendimiento académico.
Preguntas sin respuesta
En el caso de Victoria es todavía peor, ya que no sólo debe hacer frente a las dificultades propias del TEA: "Ella es todavía más vulnerable en una sociedad que no está adaptada". "Si ya se tienen que hacer adaptaciones considerables con TEA y las escuelas no están preparadas, imagínate si además tienes otra discapacidad visual", apunta la experta.
Con todo, el 5 de septiembre comienza el colegio y Victoria está impaciente por saber dónde tendrá que ir y quiénes serán sus nuevos compañeros. Son preguntas sin respuesta y eso afecta a su comportamiento, porque “lleva fatal los cambios” y necesita certezas continuas. Unas que, hoy por hoy, son inexistentes.