La odisea de los pasajeros de Ouigo: puertas bloqueadas, achicharrados y sin comida
La avería en un tren de la ‘low cost’ francesa dejó tiradas a 960 personas durante horas entre las localidades de Alhama de Aragón y Ariza, en Zaragoza
21 junio, 2022 20:52“Teníamos muchísimo calor, se paró el aire acondicionado y queríamos salir”. Así narran la odisea que sufieron algunos de los pasajeros que se quedaron atrapados en un tren de Ouigo durante más de tres horas por una avería técnica. El convoy realizaba el trayecto entre Barcelona y Madrid, transcurriendo por las vías de alta velocidad que unen ambas ciudades, pero quedó paralizado entre las localidades de Alhama de Aragón y Ariza (Zaragoza) este lunes por la noche. Con más de 960 personas a bordo.
El tren se paró poco después de la estación de Calatayud (Zaragoza) unos 15 minutos, muchos pasajeros pensaron que era el “típico parón que realizan a veces durante el viaje”. Y fue así, el vehículo siguió la marcha. Pero volvió a detenerse unos kilómetros después. La megafonía del convoy operado por la low cost francesa anunció que “había un problema técnico en la infraestructura y no había tensión en las vías”.
Fallo técnico en el tren
Marta, una de las pasajeras afectadas por esta avería, asegura que comenzaron a sospechar a los pocos minutos que la infraestructura no era el problema. “Veíamos pasar trenes de Renfe, circulaban sin problemas, así que no podía ser un tema de las vías”, apunta. Al final se anunció que la detención de emergencia fue debido a un fallo en el convoy de Ouigo.
Ese fue uno de los últimos anuncios por megafonía. Las luces empezaron a encenderse y a apagarse, hasta que finalmente quedaron totalmente a oscuras. El aire acondicionado dejó de funcionar y las puertas estaban completamente cerradas. En plena ola de calor, los usuarios estaban “achicharrados”, explican los afectados. Tres horas con unas temperaturas en aumento y sin poder salir.
Apertura de puertas
“Abríamos la puerta de los baños, que estaban mejor ventilados, para que corriera un poco de aire. Teníamos mucho calor”, rememora Marta. La megafonía no funcionaba, las únicas luces que funcionaban eran “las led de los aseos que ponía si estaban ocupados o no”. Se formó una fila por los pasillos inclinados entre los asientos de ambas plantas del tren para ir a coger aire, mientras las temperaturas seguían al alza.
“Uno de los trabajadores de Ouigo nos intentó abrir las puertas del tren, primero las que daban a la otra vía, por donde pasaban trenes, lo que hacía imposible salir”, asevera una de las pasajeras a este medio. El objetivo era ventilar un vagón como en el que viajaba Marta, el número 15 concretamente, donde el calor hacía estragos entre los clientes de la low cost. “Al final lograron abrir las del otro lado y pudimos salir a tomar el aire”, explica.
Del calor extremo al frío glacial
Los más de 960 pasajeros salieron de los vagones, ante un barranco que miraban con cuidado para no resbalar y caer. Muchos aprovecharon para hacer sus necesidades básicas, dado que las cadenas de los urinarios estaban bloqueadas. “No se veía la luz de ningún pueblo, era todo oscuridad”, recuerda Marta.
La policía vino en un momento dado, ya con todos los viajeros a pie de vías, para inspeccionar el convoy. “Estabamos deseando que nos ayudasen a salir de ahí”, dice otro pasajero. Pero se fueron poco después. El tren, dividido en dos unidades múltiples, fue remolcado por la locomotora que funcionaba, en la parte posterior, hasta la estación de Calatayud. Lo que no se esperaban era el “frío extremo y glacial” al que se enfrentarían al llegar al anden. “El edificio de la estación era diminuto, no cabíamos y hacía muchísimo frío fuera”, explica Marta. Los propios afectados rememoran la falta de medios tanto de Ouigo como de las autoridades de la estación que solo les ofrecieron “un vaso de agua”, pero no hubo comida para casi el millar de personas que esperaban la llegada de un tren a las cinco de la madrugada para ir a Madrid.
Finalmente, el tren de Ouigo llegó y salieron por las puertas de la estación de Atocha alrededor de las siete de la mañana. Marta, una de las afectadas que ha narrado los hechos a Crónica Global, llegó a Sants, en Barcelona, a las siete y media de la tarde y tardó 12 horas en llegar a su casa, en Madrid. Una odisea que le ha hecho replantearse el uso de las compañías de trenes low cost: “No voy a volver a coger Ouigo, no tenían plan de contingencia, ni garantías para solucionar este problema. Nunca me había pasado algo así”.