Peleas, gritos, música a todo volumen. Esto es sólo una parte de lo que sufren los vecinos que conviven con okupas en Santa Coloma de Gramenet. Concretamente, una familia de la calle Llorenç Serra, que está atravesando un auténtico calvario al tener que hacer frente al bloque 42, allanado desde hace años. Pero en su caso, quien lo pasa todavía peor es su hijo, con Trastorno del Espectro Autista (TEA).
Roger (nombre ficticio) tiene 21 años y es “totalmente dependiente” de sus padres. No puede hablar “ni hacer nada de manera autónoma”. Es uno de los más afectados por unos okupas que “se han adueñado de la calle y que empiezan su actividad a las once de la noche”, explica su madre a Crónica Global, lamentando tener que soportar diariamente “golpes, taladros, peleas y música a tope hasta las dos o tres de la madrugada”.
Aumenta el estrés y la ansiedad
La gente con autismo tiene “alteraciones sensoriales” y, por tanto, pueden percibir los estímulos de manera diferente, explica Natalia Radó, directora de la asociación Asperger. Personas como Roger pueden sufrir hipersensibilidad, con lo cual enfrentarse a situaciones de este tipo puede alterar su bienestar. “Si él ya vive en un punto de estrés por su situación compleja, todavía es peor si convive con más ansiedad y angustia. La hipersensibilidad en estos casos resalta más”, dice.
Aunque no se pueda comunicar a través del lenguaje, los padres sí que perciben e intuyen su malestar, su estrés y su angustia por la situación que están atravesando. Y es que “convivir con okupas no es nada fácil”, relatan. “Si él nota que tú estás mal, él se pone peor”, explica su madre, quien reconoce que “le cuesta dormir por las noches” no solo por el ruido, sino porque “cada dos por tres hay policías debajo de su casa”.
Sus padres, en alerta
Sin embargo, el joven lo vive todavía de manera más intensa. “Cuando salimos de casa y vemos a muchos policías él se pone muy nervioso. Y yo también me pongo en alerta roja porque no sé cómo va a reaccionar mi hijo”. Ha llegado a dar patadas, gritar, morder, agarrar y correr.
Una familia de tres que convive con amenazas y que, en un futuro, se verá obligada a mudarse. “Es injusto que te echen de tu casa, pero no podemos vivir más así”. Este no es un caso aislado, pues muchos vecinos de ese y otros barrios de Santa Coloma de Gramenet deben enfrentarse diariamente a los conflictos vecinales derivados de la convivencia con allanadores. De hecho, esta misma semana un incendio en la calle Sant Joaquim --cercana a Llorenç Serra-- ha puesto patas arriba la zona, habituada a los okupas. El pasado miércoles fallecieron tres personas tras un fuego que podría haber sido provocado.