Una azafata de vuelo de Iberia ha iniciado una campaña contra los zapatos de tacón como parte del uniforme. La petición, lanzada en la plataforma online Change.org por María Fernández hace tan solo una semana, ya acumula más de 54.000 firmas de gente que apoya la causa.
“¡No soy la Barbie azafata!”, denuncia la mujer, que explica que lleva 30 años ejerciendo la profesión y en pleno siglo XXI continúan obligadas a llevar este tipo de calzado. Su frustración viene derivada de los nuevos uniformes que la compañía presentó en enero en la Feria Internacional de Turismo (FITUR) celebrada en Madrid, donde “presumieron de ser modernos”, pero afirma que “siguen siendo sexistas”.
Pide que les dejen elegir
La nueva vestimenta mostró que las tripulantes de cabina de pasajero (TCP) podrían llevar zapatos planos, pero Fernández sostiene que “solo podremos ponérnoslos desde el momento del despegue y hasta el aterrizaje”. De este modo, se mantiene la obligación de ir con tacones durante los controles de equipaje, los embarques e incluso en el camino que recorren dentro del aeropuerto para llegar al avión. Los hombres, en cambio, visten mocasines planos, de modo que lamenta que ellas tengan que “destrozarse los pies” con tacones de más de tres centímetros.
Estos nuevos uniformes y su correspondiente normativa entrarán en vigor el próximo 1 de junio, por lo que cuentan con dos meses y medio de margen para que Iberia les escuche y les deje elegir entre los zapatos planos y los de tacón. “De nada sirve felicitar a las empleadas el 8 de marzo mientras ponen en marcha normativas que nos discriminan por ser mujeres”, lamenta.
Muchas jóvenes están a gusto con tacones
Según exponen azafatas de vuelo consultadas por Crónica Global, la mayoría de las jóvenes no tienen problema con los tacones y, de hecho, sostienen que les encanta llevarlos. La veterana que ha lanzado la petición tiene constancia de ello, por lo que insiste en que sea “una elección, no una imposición”.
De hecho, existen antecedentes de sentencias del Tribunal Supremo y del Tribunal Superior de Justicia que les dan la razón, pues Fernández recuerda que obligar a las trabajadoras a llevar uniformes diferentes a los de los hombres de su misma categoría “carece de justificación objetiva y resulta contraria al principio de no discriminación por razón de sexo”.