Los horrores de la invasión de Ucrania a manos de Vladímir Putin han despertado la solidaridad de la sociedad civil. Decenas de familias han mostrado su voluntad de acoger a niños ucranianos pero, para hacerlo, necesitan conseguir 12.000 euros. Por eso, desde la Fundación Tanu han impulsado una campaña crowdfunding que permitirá traer a menores de 6 a 18 años a España. Rosa Fernández y Clara Alonso no sólo colaboran con la entidad, sino que son madres de acogida de unos gemelos, Sasha y Vitali, que llegaron a Sabadell con 5 años. Ahora tienen 16.

Ambos se encuentran en Nikopol, una ciudad "muy pobre" a 600 kilómetros del sur de Kiev y a 1.000 de la zona de la frontera polaca "más segura para salir del país". La intención es que dos autobuses trasladen a unos 100 niños desde esta ciudad hasta Polonia y, otros dos, viajarán desde Barcelona hacia la frontera. En ese punto confluirán todos para traerlos de vuelta a España.

Tres madres con sus hijos de acogida ucranianos, también hermanos / CG

Un viaje que cuesta 50.000 euros

Sasha y Vitali unieron a Rosa y Clara, dos mujeres de Sabadell que, hasta ahora, no sabían que tendrían tantas cosas en común. Desde que estalló el conflicto luchan para encontrar otras vías de colaboración para conseguir dinero. Y es que el crowdfunding es sólo una de las fórmulas, porque el coste total del viaje asciende a 50.000 euros. Por ello, hacen un llamamiento a “empresas, fundaciones y asociaciones” para que colaboren a través de donaciones. Prevén conseguirlo en una semana. “Es un país en guerra, no sabemos lo que nos encontraremos por el camino. También tendrán que hacer paradas, descansar en un hostal, etcétera”, explican en declaraciones a Crónica Global.

Estos dos jóvenes son los mayores de siete hermanos. Todos, excepto el más pequeño --un bebé de mes y medio-- podrán viajar hasta Cataluña, donde se reencontrarán con sus familias de acogida. La Fundación Tanu trabaja desde hace 23 años con menores de la zona de Nikopol. Una región agrícola del sur de Ucrania donde residen huérfanos y familias en riesgo de exclusión social.

Adolescentes con roles de padre

“Ocho personas viven en una casa de 40 metros cuadrados en una zona poco atractiva para los rusos”, explica una de las madres de acogida. Por eso, esta familia numerosa prefirió no ir a ningún refugio y quedarse en casa. La situación de los dos adolescentes es complicada, pues no sólo hacen frente a las dificultades que, de por sí, da la pobreza, sino que ejercen el “rol de padres” con el resto de sus hermanos y ayudan a su madre, de 32 años, a mantener a la familia.

Un día a día difícil que consiguen olvidar cuando vienen a pasar unos meses a Barcelona. “Aquí tienen la oportunidad de ser niños de verdad”, dice Clara, quien también adoptó a un niño ruso hace unos años.

Uno de los hermanos, Sasha, el día que cumplían 16 años / CG

Las dos madres están angustiadas, viven con el “corazón encogido” por lo que está sucediendo. Sin embargo, se sienten afortunadas por poder mantener el contacto cada día con sus hijos de Ucrania. Y esto gracias a un teléfono que decidieron regalarles en la pasada Navidad para poder hablar más con ellos. “Tenemos mucha relación. Afortunadamente, en Navidad les regalamos un móvil con el que se pueden comunicar cada día. Ellos están bien, están tranquilos. De momento, su zona está lejos del conflicto”.   

Rosa y Clara han recibido “una oleada de peticiones de muchísimas familias de Cataluña, sobre todo de la provincia de Barcelona, para acoger a 70 niños ucranianos”. Algo que agradecen y que nunca habrían imaginado. Tienen esperanza de poder traer a sus hijos y a sus hermanos. Y esperan hacerlo pronto.