13 de marzo de 2020. España se encuentra a las puertas del estado de alarma. Corren rumores de un posible confinamiento. Los niños, completamente ajenos a la que se venía encima, asisten a la última clase presencial del curso 2019-2020. Claro que ellos no lo saben. Sus padres, tampoco. Lo hacen sin mascarilla y sin necesidad de mantenerse dentro del mismo grupo burbuja ni de establecer una distancia de seguridad.
Es la última vez, también, que ven a sus profesores sin mascarilla. Al día siguiente llega la dura realidad. No vuelven a pisar la calle hasta el 26 de abril de 2020. El 13 de marzo de 2020 es también el día en el que dan el último abrazo a sus abuelos, a sus amigos. Aún hay muchos que no han podido volver a abrazar a sus abuelos y a sus amigos.
¿Los niños se adaptan a todo?
“Los niños han sido sin duda los grandes olvidados en esta crisis, sus derechos se han pasado por alto desde el principio. Me atrevo a decir que, sin hacer nada, han sido duramente castigados”, lamenta Eukene Llorente, psicopedagoga de Vitoria con centro propio, Pinpilinpauxa Gunea. “Hemos escuchado hasta la saciedad la frase 'los niños se adaptan a todo'. Hombre, los niños se han tenido que adaptar a la fuerza. No quiere decir que se hayan adaptado todos de forma saludable y óptima. Se adaptan a todo dependiendo también de las circunstancias en las que vivan", afirma.
"Durante el confinamiento --añade--, no ha sido la misma situación para una familia que tiene un terreno, que tiene una casa grande, pero tiene una serie de estimulaciones como salir al jardín, que un niño que vive en un piso de 50 metros cuadrados que no da al exterior, en el que apenas hay luz natural y donde apenas puede asomarse a la ventana. Es que no es lo mismo, no son las mismas circunstancias y el impacto que tiene para cada uno de ellos tampoco es el mismo”.
Al encierro obligado se sumó el teletrabajo de los padres y la imposible conciliación. “Muchas familias han tenido que estar meses trabajando exactamente igual que antes y a la vez hacer de cuidadores y profesores de sus hijos. Eso crea mucho estrés, ansiedad, te sientes indefenso. Los padres querían hacerse cargo de sus hijos, pero no podían porque tenían que cumplir con las exigencias laborales. Las madres y los padres han sufrido mucho estrés, que ha repercutido directamente en niños de todas las edades”, afirma esta psicopedagoga vasca.
La salud mental de la infancia no ha salido indemne
De hecho, empiezan a salir los primeros estudios que apuntan en esta dirección. Según la encuesta sobre salud mental durante la pandemia del coronavirus, que publicó la semana pasada el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el 52,2% de los progenitores españoles afirma que sus hijos han cambiado la manera de comportarse durante el último año. El 62% afirma que sus hijos son menos sociables; el 41,8% los ve más agresivos; un 45,9% les nota más retraídos; y un 50% señala que se han vuelto más exigentes.
En la misma línea se expresa el neuropediatra Manuel Antonio Fernández, que confirma las consecuencias que ha tenido la pandemia en la salud mental de los niños. “Hemos visto crecer de forma significativa varios perfiles de consultas como las solicitudes por tics u otras formas de presentación de cuadros relacionados con la ansiedad y el estrés. El sistema nervioso de los niños está en desarrollo y es muy sensible a todo este tipo de influencias del mundo exterior”.
De supercontagiadores a olvidados
Este médico es, además, muy crítico con la gestión de la pandemia en relación con la infancia. “Esto que voy a decir puede ser políticamente incorrecto, pero no está dicho con ninguna finalidad política. Creo que es evidente que la gestión de la pandemia en nuestro país ha sido nefasta. Los niños han pasado de ser unos supuestos contagiadores súper peligrosos de los que había que huir a toda costa a ser absolutamente obviados dentro de todos los procesos de análisis y atención. No se ha pensado ni se ha gestionado de forma adecuada nada de lo relacionado con el sistema educativo. No se ha gestionado la situación particular de los niños con algún tipo de discapacidad. La administración pública ha dejado absolutamente desatendidos a los niños en general y a los niños con problemas neurológicos en particular”, sostiene.
Sobre niños con discapacidades, este reputado neuropediatra sevillano considera que, “mientras la inmensa mayoría de las especialidades médicas están trabajando con una razonable normalidad, muchos centros de salud mental infantil están haciendo consulta telefónica. ¿Te imaginas lo que supone para una familia de un niño autista o hiperactivo tener una cita cada 6 meses y que encima sea por teléfono? Nos rasgamos las vestiduras cuando llegan los resultados de los informes PISA o cuando alguien de fuera de España critica nuestro sistema sanitario pero la realidad es que solo se basa en la explotación de los profesionales que trabajan en él y en un trato cada vez menos humano a los pacientes. A ver si a alguien se le encoge el corazón y hace algo de una vez porque desde luego, falta hace”, apostilla.
Rendimiento académico de la educación online
A nivel escolar, todas las escuelas españolas vieron, de repente, como tenían que digitalizarse y poner en marcha un sistema educativo online de la noche a la mañana. Estudiar online tiene varias implicaciones de las que no se habla demasiado.
“En el centro escolar, independientemente de raza, etnia, idioma, situación familiar o situación social, todos los alumnos son iguales, pero en su casa cada uno tiene que lidiar con sus circunstancias. Hay familias que igual tienen que teletrabajar todo el día, por lo que el menor está todo el día estudiando de forma online solo. Los niños con un alto grado de responsabilidad y de autonomía, que no tienen muchas dificultades académicas, no tendrán mayor problema", manifiesta Eukene Llorente.
"¿Pero qué pasa con todos aquellos que sí que tienen dificultades añadidas, que sí les cuesta comprender la materia, que no están familiarizados con esa forma de estudiar? --se pregunta-- Si ya de por sí a muchos les cuesta atender y prestar atención en un aula ordinaria, sacarles de ese aula, meterles en casa con sus cosas, con su música, con su play… Demasiados estímulos para que se centren y piensen en sus estudios. Por tanto, no se aprende igual de forma online que de forma presencial, sobre todo porque no estamos acostumbrados. Si el uso de las nuevas tecnologías estuviera inmerso en las clases, se dieran clases online durante el año, sería distinto. Pero no estábamos preparados para llevarlo a cabo. Ni los profesores estaban preparados, ni los alumnos estaban preparados para recibir ese tipo de formación vía telemática”.
Falta de actividad deportiva
El covid y las restricciones sanitarias han afectado también a la actividad física de los menores. “Si bien es cierto que dicen los niños suelen adaptarse mejor a situaciones novedosas con más éxito que los adultos, permanecer sin salir de casa privó a los niños del movimiento y de la estimulación sensorial que tanto necesitaban. El cambio abrupto de rutinas, actividades físicas y deportivas ha supuesto un cambio en sus vidas, que, afortunadamente, apenas ha tenido consecuencias en cuanto el aumento de lesiones o patologías en el campo de la traumatología, debido en parte a la gran capacidad de adaptación y resiliencia mostrada por los más pequeños. Personalmente, creo que su capacidad para adaptarse a las dificultades y superarlas ha sido todo un ejemplo”, opina el traumatólogo Raúl García Renedo.
Prioridad en los derechos de los perros frente a los de los niños
Un año después del inicio de esta crisis sanitaria, para la psicopedagoga Llorente es fundamental que ofrezcamos normalidad a la infancia. “Sabemos que muchas familias lo han pasado muy mal y por ello no quieren que sus hijos salgan para que no se expongan al virus, pero es importante que no se trate a los niños como animales enjaulados sin voz ni voto. Ya hubo un momento en el que se priorizaron más los derechos de los perros frente a los de los niños. Esto no puede volver a ocurrir. Los niños son fuertes y resilientes, pero eso no quiere decir que ellos no lleven su propia mochila y no estén sufriendo por la situación. Los niños deben tener su lugar, no pueden estar en una jaula cuando ellos no han hecho nada para merecer esto, estar enjaulados, encerrados dentro de casa. Deben poder hacer planes al aire libre. Esto les beneficia mucho a nivel emocional, porque hay muchas cosas que se están perdiendo como son las relaciones entre los iguales”.
“Sabemos que estamos en plena pandemia, y por ello hay que ser muy respetuosos, tener cuidado, pero no nos podemos olvidar de vivir la vida. Yo no soy partidaria de ver la vida pasar a ver cuándo se va a acabar esto, porque no sabemos cuándo se va a acabar”, insiste Llorente. “Hay que pasárselo bien, disfrutar, reír, hacer que los niños tengan recuerdos muy bonitos de esta época, que, aunque tengan que llevar mascarillas y sea algo fuera de lo normal para ellos, por lo menos les reconforte tener buenos recuerdos”, concluye.