En España hay un problema claro de conciliación, no es nada nuevo. Los horarios de trabajo de muchos padres y madres, que acaban después de la hora de salida de sus hijos del colegio, les obligan a recurrir a familiares para la recogida y el cuidado de los niños cuando acaba la jornada escolar, o a optar por las actividades extraescolares para ganar un tiempo extra fundamental para llegar a tiempo a recogerlos.

Nadie duda de que son actividades necesarias para asegurar la conciliación, pero hay un cierto debate sobre si llenar todas las horas libres de los niños es lo más adecuado para ellos, que acaban teniendo una jornada a veces incluso más larga que la de los adultos.

¿Adecuadas en la etapa infantil?

Eukene Llorente es, además de madre de dos niños que actualmente están en la etapa infantil, psicóloga y psicopedagoga con clínica propia en Vitoria: Pinpilinpauxa Gunea. Pese a que reconoce que las actividades extraescolares son, efectivamente, una gran herramienta para sumar algo más de tiempo al reloj de los padres, se muestra en contra de que estas actividades formen parte de la etapa de infantil.

Escenario teatral infantil / ACPI

“Conozco muchos casos de progenitores que llevan a sus hijos a, por ejemplo, inglés después del colegio con 3, 4 y 5 años. Pero creo, sinceramente, que en infantil no es necesario que un niño o una niña haga extraescolares. Me inclino más por recomendar que, en caso de que la voluntad de los padres sea que el/la pequeño/a haga alguna actividad, que pueda realizarla en su compañía”, afirma.

“Hay muchas actividades que organiza en determinadas ciudades el propio ayuntamiento o los centros culturales. Se puede ir a la ludoteca, a un taller de manualidades o al parque. Otra actividad adecuada para la etapa infantil sería ir a la piscina. Les viene muy bien, también en primaria, y además les relaja mucho. Y, de hecho, pueden ir con sus padres”, completa.

Racionalizar tiempos

Sobre la existencia de extraescolares en infantil, sin embargo, hay debate. Anabel Alarcón, profesora de educación infantil y coordinadora de extraescolares en la Escola La Seda, del Prat de Llobregat, no ve como algo negativo que los menores de seis años realicen actividades extraescolares. “Si la actividad es lúdica, implica movimiento y no se realiza todos los días sí que es recomendable”. Eso sí, “si los niños llegan ya al colegio en la hora de la acogida y además no van a comer a casa, mejor que no”, puntualiza.

Esta educadora infantil ve las actividades extraescolares como “una buena herramienta para que los niños a los que les gusta relacionarse puedan conocer a sus compañeros en otro ámbito. En cambio, para los que no tienen tanta facilidad en la sociabilización es una buena forma de que pierdan esa timidez. Además, dan a los niños una perspectiva diferente de la educación formal ya que aprenden reglas, hábitos y socialización de juego desde unas actividades que no forman parte del currículum”.

Una oportunidad

“A partir de primaria, pienso que este tipo de actividades son una oportunidad para que los niños, fuera del del entorno escolar y después de haber pasado tanto tiempo y tantas horas trabajando, estudiando, haciendo fichas y exámenes, tengan su lugar para hacer una actividad deportiva o cultural que les guste”, opina la psicopedagoga vasca, Eukene Llorente. Por ello, cree que hay que seguir ciertas pautas en la elección, porque “las actividades extraescolares bien elegidas y motivadoras a nivel emocional les aportan mucho si lo que están haciendo, fruto de una decisión consensuada con sus padres, les llena”.

La primera pauta, con la que coinciden estas dos profesionales, es que a la hora de elegir actividad extraescolar hay que tener (muy) en cuenta la opinión del niño, por muy pequeño que sea. “Es fundamental escucharlos, hablar con ellos, averiguar qué les podría gustar e incluso realizar con ellos diferentes actividades para que ellos puedan probar si un determinado deporte o actividad les gusta”, sostiene Llorente. “Debemos intentar no confundir nuestros deseos con los de nuestros hijos y no proyectar en ellos cosas que tú en tu infancia o adolescencia no hiciste. Son ellos los que tienen que desarrollar sus gustos, sus intereses con la ayuda y la guía del adulto”, apostilla.

Habilidades

Además de sus gustos, la profesora Anabel Alarcón añade otra ecuación a la decisión: “Es importante que presten atención a sus habilidades”. Y es que una falta de destrezas puede llevar a que el niño/a aborrezca la actividad o lo pase realmente mal. Por eso, si el niño no quiere ir hay que aprender a distinguir si su negativa es debido a que lo pasa mal o es por pereza o miedo a la novedad.

“Es normal que al principio una actividad no les acabe de motivar. Pero como padres, tenemos que animarlos a seguir, porque es ahí donde les estamos inculcando la perseverancia. A los adultos también nos pasa, que a veces empezamos una actividad y no nos acaba de apetecer y lo queremos dejar. Otra cosa es que aborrezcan la extraescolar y haya un sufrimiento o no les guste nada ni muestren habilidades para ella. Por ejemplo, un/a niño/a se ha apuntado a teatro y lo pasa mal porque tiene mucha vergüenza, y eso le está creando ansiedad o le está repercutiendo negativamente en su día a día. Pues entonces ahí sí deberíamos hablar con nuestro hijo y animarlo a buscar otra actividad que se le pueda dar mejor”, recomienda la psicóloga y psicopedagoga de Vitoria.

Errores habituales

Uno de los errores que se cometen de forma habitual a la hora de decantarse por una u otra actividad es, lamenta Eukene Llorente, “pensar que los niños movidos necesitan actividades relajantes. Por ejemplo, apuntar a un niño que es muy movido y nervioso a ajedrez o cerámica. Lo más habitual es que ese niño necesite todo lo contrario, un espacio en el que poder moverse, en el que poder liberar tensión y donde poder liberar toda esa adrenalina que tiene acumulada de estar sentado en el aula con unas rutinas y unas dinámicas que le exigen concentración y quietud. Para los niños movidos y con tendencia a la falta de concentración o disciplina son muy recomendables las artes marciales: está el trasfondo de la disciplina, pero igualmente ofrecen movimiento”.

Niños merendando y jugando al ajedrez en Pudding / PUDDING BARCELONA

Otra recomendación para elegir extraescolar, y en la que además coinciden estas dos expertas en el mundo infantil, es que hay que tratar de evitar actividades extraescolares de refuerzo siempre que no sean estrictamente necesarias. “Se debería, por norma general, evitar el refuerzo escolar, siempre, claro, que no estemos ante un niño con claras dificultades, trastornos del aprendizaje o con problemas escolares. Si el refuerzo escolar es necesario, no debería convertirse en algo diario, porque entonces no estaremos potenciando su autonomía, sino todo lo contrario: le estaremos trasladando una dependencia del adulto y a que haya siempre alguien pendiente de que haga las cosas bien”, apunta Llorente.

En respuesta a aquellos expertos infantiles que tachan de innecesarias las extraescolares y acusan a los padres de sobrecargar a sus hijos con actividades fuera del horario lectivo, la psicóloga y psicopedagoga Eukene Llorente es clara. “Los padres que sobrecargan a sus hijos con actividades extraescolares todos los días de la semana lo hacen por la creencia errónea de que es malo que sus hijos se aburran, cuando realmente el aburrimiento es el escenario perfecto para que puedan desarrollar su imaginación. Los padres no son los malos de la película, sólo hacen lo que creen mejor para sus hijos”.