“Me despierto varias veces por la noche completamente ahogado, y el cuerpo me pide meterme en la ducha, desinfectarme”, describe Luis, un joven de 27 años que sufre trastorno obsesivo compulsivo de la contaminación. Las personas que padecen TOC representan un 3% de la población española.

A todos los ciudadanos les ha afectado en mayor o menor medida la nueva normalidad sanitaria. Sin embargo, las personas con este tipo de TOC viven la situación con miedo y ansiedad, algunos incluso con dificultades para cruzar la puerta de su casa, por respeto al coronavirus.

 

Consejos para la ansiedad por TOC durante la pandemia / ASOCIACIÓN TOC GRANA

Una angustia permanente

Las personas con trastorno obsesivo compulsivo “están siempre en alerta, viven la situación como si estuviesen constantemente en peligro, y ahora se les ha agravado”, apunta Jordi Surià, psicólogo general sanitario. A este cuadro contribuye el bombardeo informativo constante que llega desde los medios de comunicación y desde la Administración.

Esta situación desencadena en cuadros de ansiedad, que derivan en la búsqueda constante de los síntomas del coronavirus, en el control de la temperatura para comprobar que no se tiene fiebre y en ahogo y mareos, entre otros. “Cada vez que oigo la palabra coronavirus, necesito desinfectarme las manos con alcohol puro”. “De tantas veces que me desinfectaba al día las manos, el alcohol llegó a descamarme la piel, y tuve que llevar dos semanas guantes”, confiesa Luis.

Una mano quemada por exceso de lavado / MEXDERM

Los efectos del Covid

La situación derivada de la pandemia ha empeorado las patologías mentales existentes, asegura el psiquiatra Alfonso Chinchilla. También ha producido nuevos cuadros en personas que antes de la nueva realidad tenían pequeños síntomas, más relacionados con algunas manías. “Se está notando que personas que tenían cuadros de ansiedad, entre los que había patrones de trastorno obsesivo compulsivo, ahora vienen más a la consulta”, según Chinchilla, quien añade que “si los tranquilizas y les aplicas un tratamiento farmacológico, se controla bien la situación”.

Las personas en las que más evolución ha habido son “fundamentalmente mayores, de más de 65 años”. Se trata de pacientes “que en esas edades tampoco tienen muy desarrollados los patrones compulsivos” porque “se les atenúan con la edad”. En este sentido, ciudadanos que antes no tomaban medicación “ahora deben tomar, y requieren de un seguimiento mucho más frecuente”.

El aislamiento atenúa otros tipos de TOC

Esta posición no es exactamente la misma que defiende Blanca Bueno, psicóloga y presidenta de la Asociación TOC 2.0. “Durante los primeros meses de la pandemia se creía que habría un empeoramiento de las personas con TOC”. Sin embargo, en su caso, “salvo algunas excepciones, la mayor parte de pacientes que no tiene TOC de contaminación, sino de otro tipo, no han experimentado un empeoramiento, sino una mejora, porque no tenían que exponerse a sus miedos debido al confinamiento”.

Un hombre confinado mira por la ventana PIXABAY

En el caso de los que sufren el trastorno de la contaminación, “los pacientes han tendido a llevar la situación al extremo, del estilo 'vas a coger el virus, tus pulmones van a colapsar, y morirás'”. En cuanto a la medidas sanitarias, también “las llevan al extremo, hasta el punto de que dejan de utilizar jabón para usar productos que dañan la piel a medio-largo plazo, como la lejía. Además, buena parte de ellos “aún no ha socializado con nadie”. Incluso ha habido pacientes que durante una franja de tiempo “no se atrevían a ir a comprar, ni a pedir comida. Y, por tanto, no se alimentaban”.

La importancia de la empatía

El trastorno obsesivo compulsivo se caracteriza por un miedo irracional ante una situación que no es peligrosa. Por esta razón “es importante que las personas con TOC de la contaminación entiendan que lo que sienten no es producto total de su trastorno”. Su trastorno, en este caso, “exagera un miedo racional y genera una respuesta desproporcionada”, explica Jordi Surià, y sentencia que “tienen miedo, porque en este caso hay un motivo real para tenerlo. No deben sentirse mal, y deben compartirlo con los que les rodean”.

Muchas personas con TOC se sienten incomprendidas, e intentan disimular sus obsesiones por miedo al rechazo. Me desinfectaba las manos a escondidas, sin que me vieran mis compañeros de piso, porque se reían de mí”, y esta situación solo hacía que se las “volviera a desinfectar, era un círculo vicioso”, asegura Luis. Por otra parte, Blanca Bueno apunta que las medidas sanitarias del primer estado de alarma de marzo “han contribuido a que la gente se pueda poner en el lugar de quienes tienen TOC de la contaminación, a derribar el estigma” y a que las familias puedan entender lo que significa “tener un dictador que te ordena limpiarlo todo en cada momento”.

Unas manos siendo lavadas / PXHERE

Un porvenir incierto

Las recomendaciones para sobrellevar mejor la situación pasan por intentar desviar el foco, y ponerlo en elementos que les generen paz. “Hay que informarse menos o, si se hace, solo una vez al día y por un tiempo limitado”, afirma Jordi Surià. Antes o después la pandemia acabará, y con mayor o menor velocidad los ciudadanos volverán a su normalidad previa. Con ella reaparecerán las muestras de cariño y se dejarán atrás las mascarillas y los geles hidroalcohólicos.

“A las personas que tenemos este problema nos costará una barbaridad. No será salir a la calle como si nada, de hoy para mañana”, sentencia Luis, y lamenta que “vienen unos meses complicados” para el colectivo: “Mucha gente seguirá sin entendernos”.

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