La internet crece, pero a ritmo lento. A fecha de enero del 2020, 4.500 millones de personas tenían acceso a la red. Esto significa que, hoy por hoy, solo el 53% de la población mundial tiene acceso a la www. En comparación con el mismo mes de 2019, el incremento fue solo del 7%, cuando el aumento de 2018 había sido del 13%. No obstante, hay diferencias notables en función del lugar del mundo que se mire.
En África, solo el 28% de la población tiene acceso a internet, mientras que en los países árabes el porcentaje asciende hasta el 51,6. En la región de Asia-Pacífico la penetración es del 48,4%, mientras que la situación es opuesta en América (77,2%) y en Europa (82,55%, si bien en España se sitúa en el entorno del 90%), según las estimaciones de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU, por sus siglas en inglés). Estas desigualdades no solo están relacionadas con el lugar de origen; también, con otras variables, como la clase social.
La tecnología acelera el desarrollo
Las tecnologías de la comunicación y de la información (TIC) son esenciales para el desarrollo socioeconómico de los países del globo. Isabel Guerrero, miembro del Panel de Alto Nivel Sobre la Cooperación Digital de la ONU defendía en un comunicado que, por ejemplo, la tecnología permite llevar servicios de salud a la última milla, término que se emplea para referirse a los casi mil millones de personas que viven en extrema pobreza o están excluidos de toda acción de desarrollo.
“No es solamente conectar con internet, sino también crear las capacidades para codificar o hacer apps que estén hechas por y para la misma gente de la última milla”, pedía Guerrero. Pero la falta de acceso a internet afecta también a Cataluña, donde entre el 10% y 15% de los estudiantes no pudo adaptarse a las clases virtuales programadas por el SARS-CoV-2 por falta de medios. “Muchas familias no tienen conectividad u ordenadores y eso ha empeorado el aislamiento del encierro”, explica a este medio Mireia Hernando, coordinadora de proyectos en la Fundación IRES.
Imposibilidad para clases virtuales
La falta de acceso a internet es uno de los problemas que, según explica, incrementan en mayor parte la desigualdad social. Y, en época de coronavirus, esta circunstancia deja estancados a aquellos que carecen de los recursos necesarios para salir de la precariedad. “En la fundación tenemos una sala con ordenadores, para que la gente venga a formarse, pero muchos han venido a hacer trámites personales como buscar trabajo o piso, porque no tienen otro recurso”, asegura.
Las limitaciones financieras, el bajo nivel de educación y la falta de conocimientos informáticos, entre otros factores, contribuyen a empeorar la situación de la brecha digital, según las Naciones Unidas. En datos de la Generalitat, unos 55.000 menores carecían de los recursos necesarios para adaptarse a las clases virtuales de estos meses de reclusión, durante el estado de alarma. “Hay niños que ya parten de una situación en desventaja, ahora se están quedando mucho más atrás”, denuncia Hernando.
La brecha digital de género
La brecha digital afecta en especial a niños y a mujeres. “En ámbito de género, hablamos de tres brechas digitales: el acceso a titulaciones, el uso de la tecnología y los estereotipos de géneros que hay”, explica a este medio Lorena Álvarez, directora de Identidad Digital en la Universidad de Deusto. “Estas brechas no son más que un traslado de la realidad al entorno virtual”, añade. Por otra parte, Guerrero, desde la ONU, asegura que la capacidad para manejar la tecnología empodera a las mujeres.
Según la ITU, en 2019, la proporción de mujeres que utilizó internet a escala mundial fue del 48% frente al 58% de los hombres. Eso implica una brecha del 17%. Las fuentes consultadas avisan, además, de que solo se alcanza la igualdad de género en el uso de internet en poco más de la cuarta parte de los países. Tal y como avisa Guerrero, el acceso a la red da la oportunidad de crear nuevas empresas, vender productos a nuevos mercados, encontrar empleos mejor remunerados, acceder a la educación, entre otras posibilidades. De momento, uno de los objetivos de la ONU es conseguir para 2030, la equidad entre todos los adultos a la hora de acceder a la www.