Coordinar un trasplante supone un esfuerzo ingente. Hasta un centenar de profesionales sanitarios pueden intervenir en cada una de las fases. En tiempos de pandemia, estas intervenciones se han visto reducidas hasta un 85% durante las semanas más críticas de ingreso de pacientes en las unidades de cuidados intensivos (UCI). Pero, durante los últimos días, con el incremento de altas, se ha producido una mejoría notable, aunque todavía no alcanza los niveles de actividad previos a la declaración del estado de alarma.
Así lo señala Beatriz Domínguez-Gil, directora de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), quien detalla que entre el 13 de marzo y el 7 de mayo se han realizado 164 intervenciones. En su mayoría han sido renales (85), seguidos por hepáticas (48), cardíacas (25), pulmonares (3), páncreas-riñon (2) y hepato-renales (1). Del total, 22 se han producido en Cataluña. Y es que aunque todavía no han llegado a niveles previos a la emergencia sanitaria --la media era de tres al día en la comunidad--, sí han experimentado “una mejora significativa durante las últimas tres semanas”, coincidiendo con las altas de pacientes críticos por Covid-19.
Colapso de las UCI
La saturación de hospitales y sus UCI durante el pico de contagios llevó a los sanitarios a volcar todos sus esfuerzos en el tratamiento de pacientes con coronavirus. “En los peores momentos de la pandemia, donde no existían garantías de espacios libres de Covid-19 y con una transmisión comunitaria muy extendida, podía suponer un riesgo para el paciente y se tomó la decisión de posponer muchos procedimientos”, señalan desde la ONT. Y es que el trasplantado "recibe inmunosupresión de por vida para evitar el rechazo del órgano, y es particularmente susceptible a las infecciones”, señala Domínguez-Gil.
Este no ha sido el único motivo. “Un donante tiene que estar en una unidad de críticos porque, aunque esté en muerte cerebral, los órganos se tienen que mantener vivos de forma artificial hasta que se hagan las extracciones; y si las UCI están saturadas, tienen prioridad los pacientes que pueden salvarse. Por otro lado, es un entorno infeccioso, y si se infecta ya no podría ser donante”, indica Jaume Tort, director de la Organización Catalana de Trasplantes (OCATT). Algunos pacientes, como los renales, cuentan con la diálisis mientras esperan recibir un órgano. En cambio, si el enfermo en lista de espera está grave --en situación 0, de urgencia vital-- “no es demorable, porque supone su última opción”, explica el doctor.
Protocolos frente al Covid-19
Por ello, en las semanas más duras de la pandemia, los profesionales han hecho un esfuerzo “ingente y titánico”, en palabras de Domínguez-Gil, para salvar vidas. Si un trasplante ya requiere una valoración pormenorizada de donantes y receptores, los protocolos se han tenido que actualizar frente el Covid-19 --proceso que la ONT comenzó el pasado enero, tras declararse el brote en Wuhan--. Los órganos de infectados se descartan, porque todavía no existe información sobre su transmisión por esta vía. Tampoco podrá ser receptor un enfermo, y saldrá de lista de espera de manera provisional, hasta que pasen al menos 21 días tras la resolución de sus síntomas y dé negativo en dos PCR. Una prueba que se realiza a todos para elaborar su historia clínica.
Además de dar prioridad a los enfermos que revisten mayor gravedad, Tort subraya que la oportunidad es un elemento fundamental. “Si hay un posible donante en algún hospital, se valora en qué situación está la unidad de críticos, si hay camas disponibles, si hay zona covid-free. Entonces se buscan posibles receptores, posibles compatibilidades, y tenemos que hacer el mismo análisis: si el equipo del hospital que hará el trasplante está en condiciones de hacerlo y si la UCI está disponible. Si es así, se lleva a cabo”.
Trasplantes en plena pandemia
Para ello, detallan desde la ONT, han tenido que solventar numerosos problemas logísticos. “En los momentos más duros de la pandemia estaba muy restringida la movilidad de profesionales sanitarios entre hospitales. Esto ha hecho que tengamos que recurrir a equipos quirúrgicos locales para realizar las extracciones de órganos, incluso cuando iban a ser trasplantados en otra ciudad o comunidad, lo que ha exigido una coordinación inmensa”, cuenta su directora. Lo habitual es que el mismo equipo que realiza el trasplante se encargue también de la extracción, pero la crisis ha multiplicado la complejidad de un proceso “ya de por sí muy complejo”.
Aunque todavía no se haya vuelto a la rutina habitual, tanto la OCATT como la ONT señalan que poco a poco los centros se están recuperando y ya cuentan con espacios libres de coronavirus. “Las salas se tienen que desinfectar, cerrar y se debe esperar unos días”, apunta el doctor, quien celebra que en las próximas horas se realizará otro trasplante en Cataluña, donde solo un paciente en lista de espera se encuentra en situación de urgencia vital. Más de 1.200 personas esperan esta intervención en el territorio. De ellos, más de mil son enfermos renales.
Sin camas disponibles
Ahora que las unidades de críticos comienzan a regresar, lentamente, a la normalidad, los trasplantes también recuperarán los niveles previos a la crisis, ocho semanas en las que se han tenido que descartar posibles donantes, “porque no había ni una cama disponible, y no te podías arriesgar a mantener a un enfermo en un entorno de infección”, lamenta Tort. Entre el 1 y el 7 de mayo se han realizado 24 intervenciones, y 21 la anterior semana en el conjunto de España, lo que muestra, según la ONT una progresión muy positiva. “Ya estamos trabajando en un plan de escalada para recuperar la normalidad de la actividad en este nuevo escenario, garantizando la mayor seguridad de los pacientes, que es nuestra prioridad”, concluye Domínguez-Gil.