Son las 4.000 trabajadoras olvidadas por Ada Colau en Barcelona. Las empleadas del Servicio de Atención Domiciliaria (SAD) del Ayuntamiento de Barcelona van cada día de casa en casa cuidando a mayores o personas dependientes pese a la pandemia. El virus SARS-CoV-2 se está cebando también con estas mujeres --la mayoría lo son-- invisibles: en una sola empresa subcontratada ya hay 170 de baja médica.
Preguntado por la situación de este personal, que trabaja para empresas externalizadas, un portavoz del Ayuntamiento de Barcelona ha indicado que "se han formado equipos específicos para entrar en casas de gente positiva [que se haya contagiado con el patógeno], en el caso de que los haya". La misma voz oficial ha agregado que "se ha hecho llegar material" para proteger a las trabajadoras. En el terreno de los datos, el Ejecutivo local cuenta un descenso del 35% en el número de servicios por el hecho de que hay familiares de los 24.000 usuarios que ahora sí pueden cuidar de sus allegados por el confinamiento.
"Desprotegidas y vector de transmisión"
Desde la Plataforma SAD Cataluña tienen una visión más crítica de lo que está ocurriendo con estas asalariadas. "Están desprotegidas frente al virus y, además, suponen un vector de transmisión en sí mismas, pues van de domicilio en domicilio haciendo sus tareas", recuerdan. Son servicio esencial, por lo que ni el estado de alarma reforzado que ha entrado hoy en vigor ha cambiado su situación. "Tienen miedo, mucho miedo, como todo el mundo. Hay trabajadoras del SAD con síntomas, hay un gran número de baja médica y hay empleadas que han tenido que tramitar la incapacidad temporal porque no se atreven a pasearse de vivienda en vivienda. Recuerde que trabajan, sobre todo, con mayores, un colectivo de riesgo con la pandemia", han agregado las mismas fuentes.
La situación de las trabajadoras del SAD, que pertenecen a filiales de las empresas Sacyr, ACS y la cooperativa Suara, se agudiza por la falta de material de protección frente al virulento microorganismo. "Tienen solo mascarillas de papel, que quedan empapadas con el baño a la persona mayor. Les dan guantes de látex y batas de papel o tela que apenas protegen", critican desde la entidad social. A esta precariedad se le une el hecho de que el confinamiento ha endurecido su situación. "No pueden tomar un café o ir al baño a un bar porque están los negocios cerrados. Los cuadrantes han cambiado y se han vuelto inestables", han añadido.
Una promesa incumplida de BComú
Cabe recordar que Barcelona en Comú alcanzó la alcaldía de la Ciudad Condal en 2015 con la promesa de gestionar de forma pública el Servicio de Atención Domiciliaria (SAD). Incumplió. La confluencia de la alcaldesa Ada Colau admitió a medio mandato que el Ayuntamiento no tenía músculo financiero para asumir estos contratos, ahora externalizados. Ante ello, el Ejecutivo local pergeñó la idea de "mejorar" el sistema, pero los grandes grupos volvieron a morder en este pastel. El contrato actual termina en 2020, cuando el servicio debe salir de nuevo a concurso.
Antes de ello, el equipo de Colau vio como, de nuevo, una promesa de municipalización acababa en agua de borrajas. En el último pleno antes de las elecciones municipales de 2019, llevó a pleno municipal la internalización del 10% del SAD, según avanzó NacióDigital. La iniciativa fue descartada en diciembre del mismo año tras un informe desfavorable de la Junta Consultiva de Contratación Administrativa. Ahora el equipo de gobierno ha prometido adjudicar un nuevo contrato en el segundo semestre de 2020. La licitación, con 99,7 millones de euros de presupuesto [es el segundo concurso municipal más importante tras la recogida de residuos], está aún pendiente.